-- DAY IV: FAMILIAR SCENTS --

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El lirio azul representa la confianza, la reserva, el afecto,... es el lirio de la fidelidad, una muestra de confianza sin limites.

A Luffy le encantaba explorar, era algo evidente para cualquier persona que lo conociese

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A Luffy le encantaba explorar, era algo evidente para cualquier persona que lo conociese. Según él, era la esencia de todo buen pirata –aparte de, obviamente, vivir aventuras–; el descubrir rincones escondidos en cualquier isla por la que pisaba, encontrar todo tipo de insectos raros,... era lo que hacía que el corazón de Luffy se acelerase como loco.

Por eso, no era de extrañar que, en cuanto llegaron a una nueva isla para reabastecerse y descansar un poco, fuera el primero que saltó a la arena y se zambulló de lleno en el bosque que ocupaba la mayor parte de aquella pequeña ínsula, haciendo oídos sordos a las advertencias que le gritaba Nami desde el barco a su espalda.

Como siempre, si somos honestos. La tripulación ya estaba más que acostumbrada a la sed insaciable de su capitán por una nueva aventura, un nuevo territorio que explorar y donde divertirse.

Luffy jamás iba a cambiar, esa era su esencia.

⋯⋯●⋯⋯

Ya casi había atardecido cuando Luffy se dio cuenta de que, muy posiblemente, se había perdido en las profundidades de aquel bosque. De todas formas, estaba tan entretenido que no le dio demasiada importancia; había conseguido encontrar muchos escarabajos, entre otros bichos raros, y, además, los animales más grandes de aquel sitio no eran demasiado agresivos –y los que lo eran, no tardaban mucho en salir huyendo o Luffy los convencía para hacerse amigos suyos–.

Sin embargo, cuando se dio cuenta de que estaba caminando en círculos y que siempre, de alguna forma, terminaba en el mismo lugar, Luffy decidió parar y sentarse en una gran raíz, ignorando a los animales que se congregaban a su alrededor, escondidos en las sombras que había entre los árboles; intentó, incluso, pedirles indicaciones a ellos, pero éstas eran demasiado confusas así que el muchacho del sombrero de paja simplemente desistió.

Y por si todo aquello no fuera poco, su estómago empezó a rugir con insistencia, haciendo que se llevase las manos a la barriga, mientras un pequeño puchero se formaba en sus labios.

— ¡Sanji, comida! —exclamó cerrando los ojos, antes de caer en la cuenta y suspirar—. Ah, cierto, posiblemente esté en el barco...

No obstante, cuando se levantó para intentar volver de nuevo, a su nariz llegó un olor familiar, uno que conocía casi a la perfección y que casi destacaba entre los aromas de los cipreses, abetos y pinos que lo rodeaban.

Y el olfato de Luffy pocas veces se equivocaba.

Así que, decidido, Luffy se ajustó el sombrero sobre su cabeza y salió corriendo, -sobresaltando un poco a los animales que le observaban-, mientras olfateaba el aire a su alrededor, concentrado. Aquel pequeño hilo de aroma familiar lo llevó a un pequeño claro que, por una vez en todas las horas que llevaba dentro de aquel bosque, no le sonaba de nada.

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