IV. Poemas

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Jennie recuerda como en su cumpleaños número 15 había marcado un antes y un después.

Recuerda como Lisa la había mirado con lágrimas en los ojos y con un odio profundo que terminó atormentando a Jennie por toda la noche.

Y no solo eso, sino que una vez que abrió sus regalos en la soledad de su cuarto, terminó encontrándose con la sorpresa del regalo de la pelinegra.

Un dibujo.

Y Jennie sintió un frío correr por su espina dorsal cuando se dio cuenta que la chica en el papel era ella.

Que Lisa la había dibujado a ella.

Al parecer lo había hecho durante una clase, porque era su perfil retratado con su cabello en coleta alta mientras miraba un cuaderno.

Y es que Jennie siempre le rompía los dibujos a Lisa, riéndose de ella y diciéndole que era una rara, sin darse el tiempo de contemplarlos y ver lo talentosa que era la contraria.

Y se sintió mal.

No terrible ni horrible, pero mal.

Cosa que era rara en Jennie.

En aquel momento no podía decir que se arrepentía, porque la Jennie de ese entonces pensaba que era lo correcto, pues no quería que Lisa "contagiara" a Rosé.

Pero si se sentía mal y pensaba que Lisa era una tonta por haber confiado en ella y además regalarle aquel dibujo.

Ese mismo fin de semana intentó quitarse aquel amargo sentimiento, pero fue casi imposible porque todo el mundo hablaba de aquel acontecimiento, no importaba si salía o si se quedaba en casa, pues sus redes sociales estaban repletas de ello.

El lunes siguiente Lisa se ausentó y lo hizo por toda la semana al punto que Jennie pensó que se iría del instituto, lo que la aliviaba y hasta se dio el lujo de bromear con ello diciendo que su plan había resultado de maravilla.

Sin embargo, al cabo de dos semanas volvió a aparecer, un poco más delgada, pálida y mucho más sombría que antes, lo que confirmaba lo afectada que estaba por lo ocurrido.

Era mucho más seria y desconfiada que antes, incluso con Mina y Yerim.

A excepción de Rosé, claro.

Jennie de vez en cuando las miraba y podía ver que su prima era la única que podía sacarle una sonrisa sincera a la pelinegra, y que ésta miraba a la pelirosa con un brillo en los ojos con los que no miraba a los demás.

Al parecer el plan de Jennie había fallado. Rosé y Lisa seguían siendo cercanas.

Pero eso no significaba que serían algo más que amigas, ¿no?

El sentimiento de amargura se evaporó más rápido de lo que Jennie pensaba y por lo tanto volvió a su rutina de acosar a Lisa.

Lo que no se esperaba es que Lisa la ignorara la mayoría del tiempo, aparentando que no le afectaba nada de lo que le decía, cosa que hacía enojar más a la castaña.

Realmente quería deshacerse de ella.

Si en un momento pensó que sería bueno tenerla como juguete de acoso, ya no era así. Ahora quería que se fuera del instituto porque la despreciaba demasiado.

Las cosas no pintaban nada bien para Jennie cuando a fin de ese año escolar, Lisa terminó con uno de los mejores promedios de la clase y por ello, ganó una beca.

Ahora sería aun más difícil que se fuera.

Pero lo que fue aun peor para la castaña fue la vuelta a clases de su segundo año.

lucid dreams - jenlisaWhere stories live. Discover now