Capítulo 1

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El sonido de unas ramas golpeando constantemente la ventana hizo que una rubia terminará por despertarse de aquel "hermoso sueño" que estaba teniendo.

Otro día de clases, otro día en el que aprendería un poco más sobre la palabra de su creador. La escuela no le quedaba tan lejos por lo que al salir de su cama, aún tambaleándose, se dirigió al baño para darse una ducha y alistarse para salir de casa.

Mientras sentía como las gotas iban cayendo por todo su cuerpo pensaba en la respuesta que le daría aquel joven que estuvo toda una semana cortejandola. Tal vez su padre no tomaría bien la idea de que su hija mayor andará de novia con un joven que ni siquiera conocía lo suficiente.

Ambos se encontraban distanciados, ella en una escuela de puras mujeres y él en una escuela de puros hombres, así tenía que ser según sus padres.

Salió de la ducha caminando hasta su habitación para empezar a ponerse el uniforme. Fue peinando su cabello y logró maquillarse, aunque no lo suficiente ya que tenía miedo de que sus compañeras empezarán a decirle de cosas.

— ¡ENID! —Yoko, su mejor amiga, ahora se encontraba afuera de su casa, esperando a que su amiga se asomará por la ventana— ¿podrías ser más rápida? Llegaremos tarde.

— ¡Ya voy! —gritó la rubia asomándose a la ventana y dedicándole una sonrisa.

Salió de su habitación directo a la sala notando la presencia de sus padres que ahora parecían desayunar y a la par leían el antiguo testamento.

— ¿Sabías que últimamente muchos jóvenes se están alejando de la iglesia? Prefieren sus tontas fiestas junto a lado de... pecadores. —Esther hizo una mueca de desagrado dejando la biblia a un lado.

— Mujer sabes como son los jóvenes de hoy en día. Supongo que no se puede hacer nada contra eso. —suspiró Murray notando como su esposa volvía hacer el mismo gesto.

— Nuestros hijos no serán así. Ellos están siendo muy bien guiados por la palabra del señor.

— ¡Buenos días! —la rubia saludó a sus padres que ahora tenían la mirada centrada en ella— disculpen, ¿estoy interrumpiendo su conversación...?

— Oh por supuesto que no cariño. —el hombre se acercó para depositar un beso suave en la cabeza de su hija— y buenos días para ti también.

— Ya era hora de que te levantarás. —Esther se acercó a la cocina para entregarle a Enid una bolsa con los sandwiches que había preparado— aquí tienes tu desayuno, ve comiendo en el camino y antes de salir sabes que-

— Lo sé madre, se que tengo que rezar, siempre lo hago.

— Es bueno saberlo. —la mujer se sentía más que aliviada de saber que su hija seguía sus pasos.

— Cuídate hija y saluda a tu mejor amiga de nuestra parte. —Murray colocó su mano en el hombre de su hija apretándolo suavemente.

— Se lo haré saber. —la rubia sonrió y antes de salir se puso a rezar como lo hacía a menudo.

Después de haber rezado salió de su casa encontrándose con una Yoko cruzada de brazos.

— ¿Cuál es tu justificación ahora? — preguntó aquella chica de lentes con el ceño fruncido.

— Estuve hablando con mis padres y antes de salir sabes que siempre tengo que rezar. ¿Acaso tu no lo haces?

— Claro que lo hago pero no me demoro tanto. —suspiró Yoko tomando del brazo de su mejor amiga para empezar a caminar en dirección a su escuela— vámonos de una vez, no quiero que la madre superiora nos castigue y nos haga escribir planas sobre "no debo llegar tarde"

Sin pecado concebida - wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora