EPÍLOGO

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Después de su pequeña riña, los jóvenes aún avergonzados y temerosos de todos los sucesos anteriores, optaron por aplicarse la ley de hielo como si fuesen niños pequeños.

Las miradas incómodas, los bochornos y sin lugar a duda, el área donde permanecían.

Los días pasaban hasta llegar a cumplirse un mes, no se dirigía la palabra y tácitamente decidieron seguir compartiendo la habitación.

Todos los asistentes del navío hurtado notaban lo que hacían los jóvenes, el ignorar se no paso desapercibido mucho menos por su presidenta.

-Buen día Jabalí, Rata.- está cansada por el comportamiento de ellos decide actuar, y ¿como hacerlo? Pues iniciando en un día tan temprano invadiendo la recamara sin que los jóvenes se percaten de su existencia.- Hoy sera la 5ta semana de la deserción y al igual que ustedes, creo que ya es tiempo de bajar la guardia proporcionalmente. Por ello opte para celebrar- El tono de voz traía consigo un toque de malicia, crispando el cuero cabelludo.- Serán ustedes encargados de cocinar, así que tienen el tiempo contado.- aquello retumbó en los oídos del azabache, intentando recriminar mientras que el rubio simplemente sonrió.

Tal vez uno de ellos si estaba conciente de lo que quería hacer la presidenta, más esperar debe hasta que el otro se percate de ello.

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-Sabes, es tan molesto tener que cocinar tanto y más si es para aquellas mequetrefes.- Refiriéndose a la bestia con apariencia de una de las princesas y la hermana de esta, ya que cada vez que lo observaban le decían "anciano" o "pervertido". Dando por iniciado maquinaciones con los utensilios de cocina.

-Te molesta eso, pero no mi presencia?- Decía cauteloso un rubio pálido.

-Tu presencia es escencial en mi día a día- contesto un azabache distraído.- No me gusta tenerte lejos por mucho tiempo, creo que de eso te has dado cuenta a lo largo de nuestra amistad. Realmente me molesta tenerte lejos, me molestaba antes el que nunca contestabas mis llamadas o e-mails, todo aquello que hacías para que no estuviera contigo me molestaba. Hasta que me acostumbré a ello.-

El vómito verbal por el próximo médico sin un análisis anterior, causo cierta repercusión en el joven cazador de listas negras. Sus hermosos ojos grises cambiaron un poco al color sagrado aquel escarlata.

-No me había dado cuenta de todas las molestias que te cause.-

-Espera no! Digo... Que idiota soy, no debí que hablar sin pensar!- El joven pelinegro apenas carburando las palabras dichas por su boca interrumpió al más bajo.- Mira, si es verdad todo lo que te dije pero no es para que te sientas mal y mucho menos para recibir una disculpa! Yo me apasionó bastante y...-

-Te quiero, no tenía pensado hacer esto pero eres un idiota-

Leorio por primera vez le dirigió la mirada al Kurta, observando detenidamente como este suelta el cuchillo y se abalanza hacía el. El alto pelinegro siente el calor del más bajo, sus miradas chocan, un tenue roce de sus narices para al fin llegar aquel ansioso toque de labios.

Impactado se encontraba el azabache, aquello debería ser una locura, una gran e irreverente locura. Mientras que el más escuálido de ambos pensaba que era el momento indicado, debería por ahora utilizar aquella valentía que fue necesaria para recuperar su preciada familia (Los ojos).

El impacto de los labios rosados, carnosos y lindos de su pequeño compañero le estremecía la pelvis además de su dermis, debería ser totalmente un sueño, un raro y muy buen sueño. Permitió la intromisión de la lengua ajena a su cavidad bucal, de un toque tan insípido e irregular (como si fuese realmente su primer beso) se volvió salvaje, candente y necesitado.

CARTAS -FINALIZADO-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora