Capítulo 6: Asher.

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Asher.

Eris Ajax.

La vida como reina no es lo que esperaba, hay mucha responsabilidad y si te muestras un poco débil, van a querer sacarte del trono, llevó veinte años en esté lugar y aún no me acostumbro a ello.

La fiesta de celebración sobre los veinte años de mi reinado no es sólo por eso, tenía otro motivo, uno más grande y que por más que intentase negarlo, me daba miedo pensar en lo que podía pasar luego de su presentación.

En cuanto te sientas en ese trono tu vida ya no te pertenece, pasa a ser únicamente de la corona, ya no podía salir al bosque en busca de tiempo para mí, no podía hacer nada que no fuera "preocuparme por el reino" y el simple hecho de pertenecer a una monarquía en la cual todos juzgan a las mujeres que deciden liderar, solo hace que tenga más ganas de enviar todo al carajo.

Pero eso no es posible.

—Su majestad —uno de los sirvientes se hizo presente en mis aposentos—, la señorita Lana desea su presencia en el salón principal del castillo.

Hizo una reverencia y se marchó.

Una de las cosas que más odio de ser reina es que no tengo privacidad, solté un suspiro y me puse de pie para ir al salón principal, algo bueno tiene que ser para interrumpirme.

En cuanto llegué al salón, observé como Lana tenía del brazo al pequeño peliblanco, su expresión era de enfado, ¿qué travesura hiciste ahora Asher?

—¿Qué sucede? —pregunté mientras me acercaba a ellos.

Asher levantó la cabeza y me observó, esbozó una sonrisa enseñando sus dientes, hace algunos días sus colmillos se habían caído dejando dos huecos en sus dientes delanteros.

—El príncipe Asher quiso escapar del castillo —dijo Lana evidentemente molesta—, perdió a los guardias y acabó con la vida de un perro del infierno que custodiaba el muro del castillo.

El pequeño de nueve años se acercó a mí y tomó mi mano, luego miró a Lana con desaprobación. Asher es el niño más rebelde que he llegado a conocer, es de esos que si les dices: no toques ese cuadro, va corriendo hasta él para destruirlo.

—Asher, ¿es verdad lo que dice Lana? —pregunté viéndolo.

—El perro empezó —soltó mi mano y se cruzó de brazos enfadado—, así que me defendí.

—Miente —murmuró Lana negando—, sabes que ellos no molestan a los nuestros.

Asher es el heredero al trono, es mi hijo, es muy poderoso y por eso solo el castillo sabe de él, nadie fuera de este lugar puede saberlo, solo es un niño, la guerra puede empeorar si se enteran de su existencia.

Me agaché a su altura y lo miré seriamente, puede que tenga mi sangre, pero eso no quiere decir que lo deje hacer lo que le venga en gana, debe aprender a controlarse antes de que no sea un perro lo que maté, si no un hombre lobo o hasta un demonio.

—Asher... —susurré—, dime la verdad.

Tiene los ojos de su padre, son oscuros, tanto que si los ves por un largo tiempo puedes ver el infinito en su mirada.

—Es que... —susurró bajito y luego miró a Lana—, no hablaré hasta que ella se vaya.

Es obstinado.

—Vamos al jardín —me levanté, tomé su mano y miré a Lana—, hablaré con mi hijo, pospón la reunión hasta dentro de una hora.

No esperé respuesta, caminé con Asher hasta uno de los jardines del castillo, hice que lo llenaran de rosas rojas porque desarrollé un gran amor a ellas (y porque me recuerdan a Drystan) tiene un olor delicioso y en mis ratos libres vengo aquí a leer junto con mi hijo.

El legado de la Luna. Libro 2. (EN PROCESO)Where stories live. Discover now