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Ningúna de las dos durmió mucho esa noche, Jennie prácticamente tembló en los brazos de Lisa toda la noche mientras lloraba y Lisa sentía como si su corazón se rompiera en pequeños pedazos cada vez

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Ningúna de las dos durmió mucho esa noche, Jennie prácticamente tembló en los brazos de Lisa toda la noche mientras lloraba y Lisa sentía como si su corazón se rompiera en pequeños pedazos cada vez. No le daba vergüenza admitir lo mucho que también lloró junto con Jennie.

Ella no podía soportarlo, no podía soportar el hecho de que alguien hubiera forzado a esta chica perfecta y frágil en sus brazos. Jennie era inteligente y amable, y el mundo seguía intentando quebrarla. Lisa no quería nada más que saber quién le había hecho esto, pero sabía que consolar a Jennie en ese momento era más importante, así que pasó la noche diciéndole que la amaba.

Pasó la noche luchando contra las inseguridades de Jennie cuando se atrevía a disculparse con Lisa por estar con otra persona como si hubiera sido culpa suya. Lisa lloró más fuerte en esos momentos, cuando Jennie realmente pensaba que de alguna manera la había engañado o afirmaba que ella misma se lo había buscado.

Lisa fue feroz en sus respuestas, le dijo a Jennie con toda la convicción que pudo reunir que no tenía nada de qué sentirse culpable, que cualquier hombre que le hubiera hecho esto era el culpable, que ella era perfecta y no se lo merecía. Lisa le dijo una y otra vez que nunca volviera a decir eso porque Jennie era la última persona que necesitaba disculparse por el abuso al que había sido sometida.

— Quizás soy mala Lili, quizás me lo merecía —  Jennie sollozó. — Lamento haberte hecho eso.

Ya eran las cuatro de la mañana y el cuello de Lisa estaba empapado con las lágrimas de Jennie, la pelinegra volvió a negar con la cabeza, besó la parte superior de la cabeza de Jennie y luego la giró para poder ver la cara de Jennie. Se aseguró de que sus cuerpos no estuvieran apretados, quería que Jennie se sintiera físicamente segura a su alrededor, pero necesitaba mirarla a los ojos cuando respondiera.

— ¿Sabes por qué te llamo pequeña santa? — Lisa le preguntó a Jennie, acariciando su rostro suavemente.

— ¿Porque mi padre es ministro y yo voy mucho a la iglesia? — Jennie respondió.

Lisa negó con la cabeza.

— No, cariño. Es porque eres una santa literal, eres tan buena, demasiado buena si me preguntas. Vi a Miki y las porristas acosarte durante casi un año entero y a veces me preguntaba por qué no hacías nada, quería enojarme contigo por no defenderte, pero luego, en el segundo semestre de mi primer año, la capitana del equipo estaba fallando y tú le enseñaste. Tú también estabas muy tranquila al respecto, a pesar de que ella había visto cómo Miki y sus otras amigas te insultaban y te empujaban a los casilleros y no hizo nada para detenerla, solo se reía con ellas. Fuiste tan amable con ella que, para ser honesta, te estuve vigilando porque pensé que se aprovecharía de ti, pero la veía desinflarse todos los días. La vi dejar de ser odiosa, después tuvo una pelea a gritos con Miki, ella le dijo que la echaría del equipo si alguna vez te acosaba de nuevo y eso me hizo pensar que sólo alguien como tú podía tener ese poder. Eres tan fuerte y te elevaste por encima de su mezquindad y luchaste contra ellas con su amabilidad y te juro que nunca pensé que alguien pudiera hacer eso, siempre he peleado con puños y palabras duras y ahí estabas siendo intimidada, siendo amable y dominándolos sin derramamiento de sangre.

Little Saint | 𝗝𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora