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—¿No que ya lo ibas a dejar?

—¡No puedo! —Lloriqueé. —Nadie de los otros me había tratado tan lindo, todos los días me lleva a cenar, porque sabe que no ceno. —Murmuré a forma de reproche y él bufó virando los ojos. —Se enteró que Fat Nuggets estaba enfermo y vino con cosas saludables para gatos, estuvo con él y se pusieron a jugar, y Fat Nuggets nunca quiere jugar, ni contigo.

—¿Y la misión? —Gruñó molesto.

—Al diablo la misión. —Lloriqueé. —Él me quiere y yo lo.... lo quiero.

—Estás mal, él no te quiere, él está obsesionado contigo. —Espetó con burla. —Ya hasta quiere venir a vivir a la ciudad.

—Tienes razón, perdón, me dejé llevar por la emoción. —Murmuré limpiandome las lágrimas y limpiando el helado que ya se había chorreado.

—Pues que no suceda de nuevo, necesitamos llegar a más lugares, y además... necesitamos a Quackity para lograr eso. —Señaló.

Es verdad, Quackity tenía un proyecto multilingue, el cual me haría llegar mucho más lejos que ahora.

—No puedo hacerle eso a Osvaldo, e-él no es un mal chico.

—No hagas que te pegue una cachetada. —Bufó con burla. —Recuerda de dónde vienes y cuál es tu objetivo.

—Vender mota.

—No pendeja, mira más allá. —Murmuró levantándose de la silla para tomarme por los hombros.

Casi me sentí como Simón y el Rafiki del Rey Leon.

—¿Qué miro? —Pregunté y él me miró mal.

—Llegaremos a nuevos públicos, nuevos países, nuevos valores en moneda, ¿Tienes idea de lo que haríamos con dólares, euros, yenes, wones y todo eso? Seríamos millonarios. —Exclamó emocionado.

—No sé cómo puedes estar tan de acuerdo con ésto.

—Hany, eres mi novia, pero si me haces millonario hablando con otros tipos, vale la pena. —Sonrió dándome un beso corto para después seguir en su computadora.

°°°

—Así es, Fat Nuggets ahora está mejor gracias a ti. —Sonreí hacia el más alto mientras jugaba con sus manos.

—Que bueno la neta, ese gato gordo ya me andaba espantando, creí que eso de que no podía respirar era por enfermedad pero era por gordo. Ya ponlo a dieta, otro poquito más y se parece al gato con botas versión gordo.

—¡Oye! —Exclamé con fingida molestia. —Por algo se llama Fat Nuggets.

—Ah con razón, ni me había dado cuenta. —Dijo burlón. —Pero ya ponle dieta, pobrecito ya no puede respirar.

—Lo he intentado, pero el pobre maulla porque tiene hambre. —Murmuré haciéndole un puchero.

Miré a Osvaldo y entonces mi sonrisa se desvaneció.

Él no merecía lo que estaba haciendo, él merecía más que ésto. Lo había estado conociendo por bastante tiempo y me había demostrado lo mucho que vale como persona, no quería hacerle daño... pero tampoco quería fracasar.

—¿Qué pasó? Te desconectaste un rato. —Me dijo cuando decidí ir a sentarme.

—No es nada, me acordé que tengo que modificar la página. —Dije con una pequeña sonrisa que de inmediato quité.

—No, a ti te pasa algo, ¿Que tienes?

—Osvaldo... tengo que ser sincera contigo. —Murmuré evitando mirarlo.

Él frunció el entrecejo, pero tomó mi mano, incitandome a continuar.

No quería romper su corazón, ni que tampoco me viera como la mala. No haría daño si me victimizaba un poco... ¿cierto?

—Hay una persona que... me está obligando a llevar la página a otros públicos... y para hacerlo... me obligó a usarte.

—¿De qué hablas? —Cuestionó soltando mi mano.

—¿Recuerdas... a la amiga que te conté?

—¿Ella te está obligando?

—N-No ella... su pareja. —Murmuré avergonzada. —Ella es feliz con él, pero... él... digamos que fue obligado por mi para estar con ella... y ahora él me está obligando a darle parte de las ganancias de Playgirl, y a su vez quiere que la página llegue a más lugares y personas, para seguir generando más dinero... —Suspiré tratando de inventar alguna cosa. —La cosa es que él también lleva el control de las personas que ingresan a la página, él investiga a las personas y manda a las administradoras a coquetear con quienes podrían promocionarnos... y cuando tú entraste... decidió que sería buena idea que yo te hablara, así te daría más confianza y nos promocionarías.

»—Apenas le dije que realmente eres un buen chico, y que sería genial que tuviéramos algo. —Murmuré y sin querer me puse colorada. —Él se molestó porque si yo llegaba a tener algo contigo entonces ya no podríamos seguir con ésto... ya no quiero seguir en la página, porque quiero estar contigo.

Miré a Osvaldo, tratando de decifrar la mirada que tenía, ya la había cagado, pero ya no importaba.

—Pero... entiendo que tú... —Osvaldo no dijo nada más, simplemente se levantó, se quitó los lentes, tallandose los ojos por un momento.

—¿Eso es todo?

—No... en realidad... este chico era mi pareja... y aún así él se casó con mi amiga y... aún estamos juntos... por eso todo ésto sucedió. —Murmuré totalmente sincera.

—Eres una... —Se giro hacia mi totalmente molesto. —¿Por qué demonios jugaste conmigo? ¿Tienes tantita idea de lo que estaba sintiendo por ti? ¡Me gustabas, Sohany! Pero me mentiste, mentiste y además me usaste para seguir generando más dinero para ese idiota... ni siquiera sé si Sohany es tu verdadero nombre.

—No lo es... me llamo María.

—¿¡Es neta!?

—No, si me llamo Sohany, Sohany Jaritzi en realidad. —Murmuré medio divertida pero apenada.

—Ya no quiero saber ni madres de ti... no eres la persona que creí conocer. —Murmuró tomando su chamarra para después irse finalmente.

No me sentí mal, porque... sabía que en algún momento esto pasaría... y prefería que fuera ahora ya que si era en el futuro, creo que dolería mucho más.

Pero me lo merecía.

PL4YG1RL | ElMarianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora