Las consecuencias de su bondad

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“¡¿Fiona?!”, el asombro de Alicia, casi se pudo confundir con desconfianza.

“buenos días, querida secretaria”, bromeó para no responder la pregunta que vio dibujada en sus ojos, “¿cómo amaneces?”, quería saber de dónde sacaba tanta energía, la noche anterior tuvieron una intensa actividad y ahí estaba, dando lo mejor de sí.

“muy bien”, a ella solo le bastaban unas horas de sueño para amanecer con las pilas cargadas, además, las noticias de la mañana fueron demasiado excitantes como para despreciar la verdadera diversión.

“ya te veo”, su voz quebró en cuanto mencionó las palabras, se notaba sobresaltada o… ¿nerviosa?, de ninguna manera podía exhibir sus verdaderos sentimientos.

“¿te ofrezco un vaso con agua?”, desde su aparición se dio cuenta de que algo no encajaba y si pensaba que se había creído su actuación, bien equivocada estaba, ingenua la señora, alzó las cejas con el pensamiento.

“vine a ver a David”, anunció, también evadiendo los ofrecimientos de la eficiente secretaria.

“en su oficina”, informó con desinterés y la vio caminar hasta el sitio mencionado.

David sentía una ansiedad inexplicable, la sensación de la mañana no abandonaba su cuerpo y el corazón se le oprimía cuando ponía su mente a pensar en la razón de su sobresalto, solo pudo distraerse porque su amiga Alicia, lo recibió con una excelente noticia, las estadísticas del desfile de la noche anterior resultaron demasiado favorables para su gusto, esa sería una formidable noticia para Regina, quien, aún, permanecía en la casa, ¿sería que ya despertó?, ¿lo extrañaría?, ¿estaría dándole de comer a su niño lindo?, ¡llámala!, su mente dio vueltas, es lo correcto, sal de dudas, lo pensó mejor y se decidió a tomar el celular, buscar el contacto de su amada esposa, seleccionar la opción de llamar y…

“buenos días, hijito mío”, la voz de su madre entrando por la puerta de su oficina, evitó que el celular diera un segundo timbre, enseguida suspendió la llamada.

“¿te ocurre algo, mamá?”, a él era imposible mentirle.

“¿a mí?, ¿por qué?”, actuó con naturalidad.

“no lo sé, es extraño verte aquí tan temprano y sin la compañía de mi padre”, argumentó su asombro.

“¡ah!”, exclamó con evidente indiferencia, “era por eso”, se alivió con la explicación, “¿acaso no puedo hacerle una visita a mi hijo?”, siempre tenía un as bajo la manga, “esta mañana salieron muy temprano de la casa y no pudimos despedirnos”, explicó.

“Regina se quedó en la casa, ¿no la viste?”, imposible no saber esa información si vivían bajo el mismo techo.

“no”, respondió entre dientes.

“David, acabo de cancelar los compromisos de hoy como me pediste”, anunció Alicia interrumpiendo la conversación, su intención esa mañana, era no trabajar y regresar a la casa, extrañaba demasiado a Regina, por eso el pedido.

“gracias, Alicia”, cerró la carpeta con que trabajaba, apagó su ordenador, “vamos, mamá”, se levantó de la silla, “día para descansar”, anunció y su corazón se alivió pues iba al encuentro de su amor.

“en cuanto haga unos mandados, recogeré a mi ahijado”, anunció Alicia, no podía irse con ellos, su misión era velar porque la empresa estuviera bien cerrada y segura.

“de seguro a tu amiga le encantará la idea de pasarse la tarde contigo”, dijo David mientras le pasaba por delante a la rubia, quien miró a su jefe con cara de cuestionamiento, ella no pretendía pasar una tarde de chisme de chicas, su intención era consentir a su niño predilecto.

Cuando se añora un amorWhere stories live. Discover now