Cap 29

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—Si, señor—cuelgo la llamada con Alex antes de volver mi atención a Liam, quien está sentado frente a mi en la cafetería en la que lo cité—. Te aprobaron, trabajarás con nosotros.

—Eso es bueno—se quita los lentes de sol antes de apoyar sus brazos en la mesa entre nosotros, dejándome ver como los músculos de sus brazos se flexionan y el Rolex de oro brilla en su muñeca

«Este hombre siempre supo como verse bien»

Camiseta azul Dolce Gabanna, jeans negros y un maldito Rolex. Sin duda le ha ido bien.

»¿Qué tal te ha ido?—pregunta, fijando sus ojos en los míos—. ¿Novio?... ¿novia?

—Prometido—río y frunce el ceño—. Arthur.

—Oh, Arthur—rueda los ojos—; el príncipe encantador, Arthur.

—Si, ese—me burlo—. Nos comprometimos hace poco, pero... no tengo planeado casarme con él. Ya sabes, hizo la típica jugada.

—Te engañó con otra—asume y asiento, logrando que su ceño se frunza con confusión y él respire profundo—. ¿Por qué? Es decir, rogó durante meses para estar contigo; eres hermosa, todos en la secundaria te querían, incluyéndome. Pero él te tiene, ¿y te pierde? Parece que no es tan príncipe azul.

—Es un imbécil—me encojo de hombros, recordando que nunca le guardé secretos a este hombre porque era como mi paño de lágrimas.

Era él quien me escuchaba, quien me abrazaba, quien me aconsejaba. Él era todo. Pero yo me fijé en Arthur. «Muy bien, Adeline, fuiste muy estúpida»

—Lo es, igual que tu jefe—asiente y río—. ¿Salen?

—Sexo—me encojo de hombros

—¿Segura? Porque creo que iba a matarme—bufa—. Conozco lo suficiente sobre él para saber que me detesta. Su lenguaje corporal me lo dijo todo.

Christopher es así con todo el mundo. No es nada personal contra él.

—Por supuesto, a veces olvido que eres psicólogo—sonrío—. ¿Qué tal tu vida? ¿Alguna novedad?

—Aparte de mi reciente ascenso a director de la CIA—ríe—. Estoy bien, no tengo pareja, pero...—duda— si un hijo.

Me atraganto con mi café, haciéndolo reír mientras intento tomar un poco de aire.

Un hijo. Liam siempre habló sobre una familia, sobre querer formar una, pero... joder, es una noticia grande saber que tu ex novio tiene hijos.

»Toma un poco de agua, está bien—toma mi mano libre, acariciando la piel de mi muñeca mientras tomo del agua—. ¿Sigues teniendo pesadillas?

Sus ojos están fijos en las marcas en medialuna que dejaron mis uñas. Marcas profundas que apenas están comenzando a cicatrizar.

—Venir a Nueva York trajo las pesadillas de vuelta—murmuro después de un par de segundos, y él respira profundo antes de besar sobre las marcas, haciéndome estremecer—. Háblame de tu hijo.

—Tiene un año—suspira, bajando mi mano, pero sin soltarla o dejar de lado las suaves caricias en mi muñeca—. Su madre dijo que no lo quería, que solo había seguido adelante con el embarazo porque cuando lo supo ya era muy tarde. Así que se fue un mes después de que Landon naciera.

Aprieto los labios.

—Landon es un bonito nombre—tomo su mano, apretándola suavemente—. Supongo que ha sido difícil ser padre soltero, ¿cómo te las arreglas?

—Te acostumbras a hacer todo al mismo tiempo—ríe—. Es complicado, cualquier padre o madre que lo haga solo, la tiene difícil.

—Puedo imaginarlo—asiento

—Quizás puedas conocerlo pronto, si quieres.

—Me encantaría—asiento, y mi celular suena con una llamada entrante de Christopher—. Lo siento, debo atender.

Asiente, soltando mi mano, así que tomo el celular y contesto la llamada.

—Tenemos que trabajar, ¿dónde estás?—me pregunta, sonando enojado

—En una cafetería, ¿quieres café? Parece que te hace falta.

—No, quiero que traigas tu trasero aquí porque no se te paga por estar en una jodida cafetería socializando.

Su tono es verdaderamente duro, casi al punto de gritarme. Y eso solo me enfurece, haciéndome tensar mientras me recuerdo que debo permanecer tranquila.

—¿Cómo sabes...?—frunzo el ceño

—Te quiero aquí en diez minutos, Adeline, o voy a castigarte y no como me gustaría hacerlo—amenaza—. Diez minutos.

—Si, señor—aplano mi voz, sabiendo que me está hablando como mi superior y no como mi amigo. «¿Verdaderamente es mi amigo?»

No lo sé, últimamente me siento rara con su presencia. Su actitud es muy grosera e intento tener paciencia pero... comienzo a cansarme.

Cuando acabe con Arthur, lo haré con Christopher también. No importa qué tan bien folle ese hombre, no voy a aguantar su mierda solo porque si. Si no puede ofrecerme amabilidad, o al menos cordialidad, entonces no hay nada que discutir.

—Luces tensa—comenta Liam, levantándose de su lugar y dejando el pago sobre la mesa—. Vamos, no quiero que te regañen de nuevo, te pones cabizbaja cuando pasa.

—No me gusta que me hablen así—respiro profundo, levantándome de mi lugar con mi vaso de café—. Es irónico, porque soy una soldado, pero no me gusta aguantar la mierda de nadie. Yo soy cordial con todos.

—Lo eres—asiente mientras salimos de la cafetería—. Pero las personas no siempre van a devolverte lo que tú das, muñeca. E incluso hay otras personas que no merecen recibir nada de ti.

—Solo... no lo sé—me encojo de hombros—. Se supone que somos amigos, pero piensa que me estoy enamorando.

«Y es más grosero desde que cree eso»

—¿Lo haces?—pregunta con diversión—. ¿Te estás enamorando de Christopher Morgan?

—Cielos, no—niego—. Es solo sexo, y él no me dará lo que yo necesito o quiero de una pareja, eso lo tengo lo suficientemente claro para marcar una muy visible línea límite.

—Bien, entonces no dejes que arruine tu ánimo—pasa su brazo sobre mis hombros—. Si él no va a darte lo que quieres, habrán otros que si. Hay muchos hombres en el mundo, y muchos de ellos detrás de ti.

Río.

—Mejor vayamos a trabajar.

Flames of passion [Christopher Morgan]Where stories live. Discover now