Capítulo 27

547 58 20
                                    

Leal....

Un diamante azul hermoso.

El anillo está fundido en oro blanco, a sus costados dos diamantes blancos tallados en forma triangular lo acompañan, pero como pieza central, presentado en un corte esmeralda, yace un exótico diamante azul.

No sé si deba ponérmelo ahora o solo me lo ha dado para eventos importantes.

Me peino con los dedos, me pongo el conjunto y me miro por última vez en el espejo, podría haberme maquillado, poner algo más de empeño para verme bonita para mi esposo , pero no tengo maquillaje, y para serles honesta tampoco tengo las ganas.

Cojo el anillo de la repisa y lo guardo en mi bolsillo, abro la puerta del dormitorio preparándome para salir y miro por última vez la habitación, dormir con él no ha sido desagradable y eso es lo que más me asusta, pero, ya he empezado con esto y tengo que llegar hasta el final cueste lo que me cueste.

Salgo y me encuentro con su mirada.

El corazón se me acelera cuando hace su habitual recorrido en mi cuerpo, siento que la temperatura se me sube cuando su mirada me recorre enteramente de forma intensa.

Sus ojos se centran en mi mano y su semblante burlón cambia notablemente.

Abro la boca tratando de buscar algún tipo de justificación coherente, pero termino cerrándola sin decir nada, quedando en un incómodo silencio.

Bajo la mirada al suelo, me muerdo el labio, de pronto mis ojos captan un movimiento que me quita todo tipo de concentración. No me atrevo a levantar la mirada, pero por lo poco que mis ojos pueden notar, se saca un anillo del dedo y lo guarda rápidamente en su abrigo como si no hubiese pasado nada.

— ¿Esposa te han comido la lengua los ratones? — habla con su habitual voz burlona.

—¿Ah?

— ¿Firmaste los papeles?

—Bueno...

—Si no los firmaste te tendré que castigar —advierte.

La sola idea de que me castigué como ayer en la ducha con su miembro duro y grande atragantándome fuertemente hace qué mis bragas se mojen.

Pero no, no puedo esta vez.

— ¡¡No!! Por supuesto que no. —me apresuro a decir.

—Así que no los firmaste.

Se acerca lentamente a mí, sus cejas están fruncidas enfatizando más si es que fuera posible el grisáceo de su mirada.

—No, no... —tartamudeo, retrocediendo y topándome con la puerta.

Hoy amanecí idiota, eso está clarísimo.

—Mmm, ¿No? —me interrumpe mientras inclina la cabeza hacia abajo, topándose con mis ojos una vez más.

Con una de sus manos hace mi cabello a un lado, dejando al descubierto parte de mi cuello, inclina más su cabeza hacia mí y siento su respiración en mi oreja, debería apartarlo pero no puedo.

Trago saliva y alzo la barbilla

—Si.

— Creo que los ratones se comieron esa preciosa lengua tuya—chupa parte de mi oreja superior. —Al parecer tendré que comprobar si la sigues teniendo o no, no puedo permitir casarme con una muda.

En un movimiento certero me aprieta contra la pared con mucha fuerza, lo suficiente para acorralarme, pero no para dañarme. Uno de sus dedos toca el borde de mi boca ,mis labios se entreabren gustosos sin quitarle la mirada y solo me basta verlo cerrar sus ojos mientras se acerca peligrosamente a mí para yo hacer lo mismo.

PERVERSAS INTENCIONES +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora