Capítulo III

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− Gracias Rebeca − Sonrió débilmente mientras se acostaba en el sillón frente a la fogata encendida −

− Cualquier cosa dime − Sonrió apenada, devolviéndole el gesto inseguro y se marchó de allí apagando la luz −

Sus ojos volaron a las llamas ardientes y preguntas se envolvieron en sus pensamientos.
¿Qué tenía que ver papá en esto?
¿Me había entregado?
¿Es por eso que papá se mudó a Georgia, Atlanta y se fue sin dejar rastros?
¿Es por eso, también, que Suho me maltrataba?

Cerró los ojos tratando de suprimir las lágrimas pero estas se liberaron, al ver nuevamente las llamas.
Millones de recuerdos de ella, frente a la fogata de su casa, junto a Suho, besándose, pasándola bien, haciendo... El amor. ¿Y si el jamás la había amado? No soportaría saber eso.

Lágrimas sin esfuerzo se acumularon en sus mejillas, y poco a poco se fue quedando dormida tras llorar algunas horas.

− ¿Mamá?

− Sí hija, ¿Cómo has estado? − Le dio un gran abrazo y luego cerró la puerta detrás de sí − Me dijo Rebecca que estabas aquí y no dudé en venir, ¿Qué ha pasado?

− Mamá, ¿Sabes la verdadera razón por la cual papá se ha ido a Atlanta?

− Por problemas de trabajo

− ¿Tantos años? ¿Cuántos lleva ya?

− Tres... − Se puso pensativa − ¿Te ha llamado?

Negó con la cabeza lentamente. Ha desaparecido del mapa el bastardo.

− ¿Y a ti?

− Jamás − Miró el suelo y luego limpió una lágrima de su mejilla −

− ¿Quieres café mamá?

− Claro hija

Se dirigieron a la cocina. Rebecca había salido con su esposo más temprano y solo estaban en la casa, ella, su madre, y los gatos. Colocó el café en las dos tazas y las llevó a la sala de estar en la cual yacía inquieta una madre, preocupada.

− Rebecca me ha dicho que Suho... − Se paró y me miró − Te golpeaba

− Sí pues − Suspiré y puse mis manos en mis rodillas − Ya a pasado, le he pedido el divorcio

− ¿Lo denunciaras?

Abrió los ojos sorprendida. Ni loca haría eso, pero la oferta era tentadora. Suho terminaría en la cárcel por maltrato doméstico y ella libre de su vida. Pero luego, él, de salir la mataría. Miró para otro lado encontrando el valor de las palabras olvidadas.

− No lo haré

− ¡Hija! − Exclamó la mujer de cabellos oscuros, ya cenizas, indignada −

− Mamá, si el me ha golpeado durante todo este tiempo no quiero ni pensar lo que me haría luego de que lo mande derecho a la cárcel

Tragó el café con dificultad.

− ¿Hace cuanto que te golpea?

− Siete meses − Murmuró con desdén −

− Mal nacido

− Mamá, lo hecho, hecho está, ojala pudiera volver el tiempo atrás pero no puedo

− Ojala tu padre estuviera aquí − Miró su café indiferente − Lo mataría

− Papá no está aquí y ya soy bastante grande para hacerme cargo de mis asuntos − Masculló, recordando al hijo de pu.ta de su padre −

− Si es verdad − La miró, examinándola − ¿Sabes algo hija?

− ¿Algo? − Preguntó desorientada −

− Algo de tu padre

Tragó en seco. No se lo podía decir a su madre.

− No

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Giró la llave en la cerradura y rogó por qué no estuviera allí. Abrió la puerta sigilosamente encontrándose con Rose en la cocina, como siempre. Llevó el dedo índice a sus labios y esta asintió preocupada por la muchacha. _______ dejó la cartera atrás de la puerta y fue corriendo a su cuarto.

Llegó sana y salva, abrió una maleta que estaba allí y comenzó a meter el resto de sus cosas. Observó la antigua habitación, en la cual había sonreído, amado y mimado al hombre que estaba por algún lugar de la ciudad a esta hora.

Miró a la cama y llevó una mano a su corazón recordando todos los momentos compartidos con el ojimiel. Suspiró y cerró su maleta con furia al ver que su corazón se descarriaba de su pecho y latía más rápido de lo normal.
Salió de la habitación apresurada, pero escuchó la voz de su marido en la sala.

¡Maldición! No podía pasar.

Se quedó quieta y rogó por que el se encerrara en su estudio.

− Si lo sé Alfred

Se escuchaban sus pasos pesados.

− No le puedo decir, además no la veo desde ayer

Su corazón latió aún más fuerte. Estaba hablando de ella.

− ¿En serio? ¿Pero... Cómo lo sabes?

Se escuchó el sonido, oh tan familiar, del sillón al sentarse en el. El sillón de cuero blanco que ella había golpeado ayer, distraída.

− ¿Falleció? Se lo merecía el muy hijo de pu.ta

¿Quién murió?
Levantó más su oreja para poder escuchar aún más.

− Alfred, gracias por la data, pero aún no le diré, apenas la vea no se como reaccionaré, no sé si para bien o para mal, pero gracias por decirme que George se murió, pero al fin y al cabo, el me estafó en una gran parte de mi vida, así que se que joda

Un nudo inexistente se formó en su garganta.
¿Su papá? ¿Muerto? Por eso jamás Suho había recibido esas acciones, ¿Pero a nombre de quien estarían entonces?

− Creo que se ha ido a la casa de la hermana, es lo último que tiene, su madre no vive en una casa muy buena

Hijo de pu.ta que no se meta con su madre.

− ¿Pero a donde están esas acciones? ¿A nombre de quien las dejó el imbécil?

Momento de silencio trágico.

− ¡¿Qué?! − Gritó exaltado Suho y luego un ruido de vidrio en el suelo, lo cual hizo exaltar a ______ − ¿¡Cómo que a nombre de ______ están esas acciones!?

Abrió la boca sorprendida y su maleta fue directa al suelo ocasionando un gran choque de mármol con plástico duro.

− Luego te llamo Alfred y hablamos esto, hubo un ruido en mi casa

Se escucharon pasos y _______ rogó por que fueran en otra dirección, pero eran pasos subiendo las escaleras, yendo directamente a donde estaba ella y su maleta.

{TERMINADA} Un marido golpeador (Suho & ______)Onde histórias criam vida. Descubra agora