Intenciones ocultas

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Advertencias: Semi AU, What if,

Rated: T+

Pairing: Doukoto.

Disclaimer: los personajes son propiedad de su respectivo creador.

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Intenciones ocultas

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Por los pasillos del Culto De La Fe Al Paraíso Eterno se escuchaban los lentos y firmes pasos de un demonio de ojos amarillentos.

Akasa torció su rictus con verdadero fastido, si por él fuera estaría en cualquier lugar menos ahí, pero órdenes eran órdenes, por mucho que estás no le gustarán y fueran en contra de si mismo; debía cumplirlas, de ningún modo podia siquiera permitirse pensar el decepcionar a su amo.

Pero era algo difícil.

Tragó saliva, lo mejor sería actuar de forma resiliente y enfocarse en lo que debía hacer, además existía la minima posibilidad de que tal vez tuviera algunas recompensas personales.

Solo que ahora no sabía dónde estaba su objetivo principal, movió sus ojos y pies buscando, pero se perdió entre aquel laberinto de pasillos y puertas corredizas.

Nakime realmente lo detestaba ¿De que otra forma se podía explicar que no transportara al lugar exacto?

Bufó calladamente y se dió la vuelta, pero justo cuando lo hizo, una puerta corrediza se abrió y el tragaluz que permitía la entrada de la luz de luna alumbró una pequeña figura.

Unos ojos verdes lo miraron directamente sin ningún rastro de conmoción o temor.

—¿Quién es usted ?—su barítono denotaba demasiada desconfianza y recelo para venir de un infante —no sé si lo sabe; pero no puede estar por aquí.—

Los ojos de Akasa se encogieron mirando al pequeño niño que hablaba con altivez como si fuera el dueño de todo eso...

¡Por supuesto!

Ese pequeño humano era la mascota del imbécil de Douma, el mismo del cual hablaban en la Fortaleza Infinita.

Había escuchado a Daki decir sobre lo odioso y bonito que era y también a Gyōko mencionar lo posiblemente deliciosa que sería su carne tierna

Recordó que la Superior Dos le habló de él y en múltiples ocasiones lo invitó para que lo visitara y al mismo tiempo conviviera un rato con la mujer demonio que tenía bajo su amparo.

—¡Oye!—le llamó el niño al verlo divagar demasiado—ya me estoy impacientando ¿Quien eres?—

—¿No puedes verme?—

—Estas a contraluz, si no te has dado cuenta —

Eso explicaba mucho, dió un paso al frente; lo suficiente para que la luz pudiera alumbrarlo. De alguna forma esperaba una reacción normal de un niño humano, considerando su apariencia.

Las cejas negriazuladas se alzaron en una viva expresión de asombro. Ahí estaba, así reaccionaban siempre los humanos cuando lo miraban

O eso era lo que él pensaba.

𝑳𝒂 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒅𝒆𝒍 𝒍𝒐𝒕𝒐Where stories live. Discover now