Hᴀᴄᴇʀ ᴜɴᴀ ᴘʀᴏᴍᴇsᴀ ᴀ ᴜɴ ᴀsᴇsɪɴᴏ ᴘsɪᴄᴏ́ᴘᴀᴛᴀ ᴘᴜᴇᴅᴇ ᴄᴀᴍʙɪᴀʀ ᴛᴜ ᴠɪᴅᴀ ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴀɴᴇʀᴀ ᴍᴀ́s ʀᴇᴛᴏʀᴄɪᴅᴀ.
Mares y cielos de sangre navegamos tú y yo en medio de la muerte. Vé a dormir y no te despiertes, sueña con la vida que ahora dejó de existir, amor...
Go to...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sienna Prescott
3 DÍAS DESPUÉS...
—La herida de cuchillo fue profunda, pero no alcanzó a perforar ningún órgano.—Escuché la amable voz de un hombre, al parecer es un doctor.—Han pasado tres días enteros, perdió mucha sangre y aún debemos esperar a que ella reaccione. Por ahora, ella ya está estable y fuera de peligro—.
«¿Tres días...?»
—Está bien. Muchas gracias, doctor.—Por último, escuché la dulce voz de mi madre para quedarme dormida otra vez.
🔪🔪
Siento tanta pesadez en mi cuerpo y siento mis oídos sordos, como si estuviese sumergida en el agua. Trato de abrir mis ojos, pero una luz situada sobre mí me ciega la vista.
Comencé a abrir mis ojos lentamente, lo primero que ví fue un techo blanco y cuatro paredes blancas.
«Estoy internada en un hospital».
En el dorso de mi mano tengo un suero que va conectado de una jeringa y permite que el líquido de éste pase a mi sangre.
A mi lado derecho ví a mi mamá, mi tía y mi prima, todas durmiendo en una posición incómoda en el sillón de visitas.
A las tres se les notan grandes ojeras, indicando desvelo, angustia y dolor por mí.
—Mamá... Tengo mucho miedo...—Susurré temerosa sintiendo mi garganta seca.—Mamá... ¡Ay...!—Solté un grito al intentar incorporarme en la cama.
Mis quejidos las despertaron de golpe a todas.
—¡No, no, no, Sienna!—Mi mamá vino de inmediato hacia mí.—No te muevas, quédate recostada, por favor.—Posó cariñosamente sus manos sobre mis hombros volviendo a recostarme.
—Mamá, ¿Por qué estoy aquí? Quiero irme a casa, no me gusta éste lugar.—Hablé con un nudo en mi garganta.
—Aún no, primita. No podemos irnos a casa hasta que el médico lo autorice.—Sugirió mi prima Karina poniéndose al lado mío.
—Gracias al cielo que estás bien y con vida, hija.—Comentó mi tía Marilú suspirando aliviada y tranquila.—Sentíamos que morías.—Dijo lo último causando inquietud en mí.
—Sienna, mírame—, Mamá llamó mi atención y la miré con temor.—¿Qué pasó esa noche? ¿Quién te atacó? ¿Quién te lastimó? ¿Quién asesinó a esa otra muchacha? ¿Tú viste cómo la asesinaron?—Preguntó mi madre mientras mi tía y mi prima se mostraron muy atentas por mi respuesta.