Capítulo 3: El demonio de las llamas

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Era de día en Rise, y el sol pegaba con fuerza, a pesar de ser invierno. Kaeth buscaba a Yashiro, ignorando que Lúa le había advertido de que ella se encargaría. Quería enmendar lo de ayer. Se asomó a la puerta de la habitación de Yashiro, pero estaba vacía. Antes de que pudiese salir, unos ojos fucsias aparecieron delante de él.

— ¡Holiiiiiiii! - gritó la rubia.

Kaeth salto hacia atrás del susto, tensándose y listo para atacar. Al notar que era Momoiro, se relajó un poco. Pero solo un poco.

— ¿¡Tú otra vez!? - le gritó.

— ¡Exacto! -Momoiro se puso las manos en sus caderas, sonriendo con orgullo. - ¿Buscando a Yas?

Claro. - el chico se cruzó de brazos. - No se sabe quién puede ir a por ella... - Momo le miraba fijamente, ajena al comentario. - Y eso va por ti.

— ¿Piensas que me la voy a llevar? - la chica movió las cejas de arriba a abajo.

— ¿Segura de intentarlo? - cerró su puño y lo alzó delante de él, recubriéndose de una neblina negra. Momo simplemente se encogió de hombros. No le impresionaban los poderes de Kaeth. A menos que volviera a descontrolarse.

— Es que ya me la he llevado... - Momo vio como el aura del puño se extendía hacia el brazo. - A la sala de entrenamiento. - sus ojos brillaron con entusiasmo. -Necesito poner a prueba mis habilidades... Una vez Neru arregle esto. - sacó la mano metálica rota de uno de sus bolsillos. – Solo venía a avisarte. Lúa sabía que vendrías a por ella.

— Es fuerte... - sonrió levemente, pero rápidamente miró serio a Momo, obviando lo de Lúa. - Pero déjala en paz.

— No prometo nada. - se acercó a él sonriendo ampliamente, con picardía en su mirada. - Y por cierto, te recuerdo que me debes dinero. - le guiñó el ojo, mientras se daba la vuelta y se alejaba por el pasillo, con las manos (al menos una de ellas) en la espalda.

— ¿Cómo que dinero?

— Cobro por proteger y salvar gente también. - se giró momentáneamente, alzando la mano. - ¡Te veo en la sala de entrenamiento! - antes de que el chico pudiese quejarse, desapareció sin dejar rastro.

Kaeth cogió y soltó aire, intentando calmarse con ejercicios de respiración. Intento no gritar y siguió avanzando, a paso rápido. Cada vez le estaba costando más aguantarla. Entre el rapto de ayer y todas esas apariciones espontáneas, se le estaba acabando la paciencia. Y no quería volver a descontrolarse. Cada día le costaba más controlarse, y empezaba a temer que acabase ocurriendo como en la Brecha. Sacudió rápidamente la cabeza, y miró a la enorme puerta de la sala de entrenamiento.

Kaeth abrió la puerta de la sala, aun intentando calmarse, cuando un rayo de hielo fue hacia su cabeza. Gracias a sus sentidos demoníacos, esquivó el rayo agachándose, justo antes de que su cabeza se convirtiese en un enorme cubo de hielo.

— ¿¡Pero qué cojones!? - gritó, mirando hacia el interior de la sala.

En aquel semi-coliseo improvisado, de suelo de arena con gradas y diversos armarios con armas, se encontraba Momoiro. Sus manos ahora eran dos cañones, como los del día anterior.

— ¡Ups, falle! - dijo Momo, mirando a Kaeth y agitando un cañón a modo de saludo. - ¡Y holi, Ojos Turquesa!

Más alejada, se encontraba Yashiro, respirando con dificultad y cansada. Estaba a varios metros de Momo, con la cara roja del cansancio y enfado.

— ¿¡Pero quieres dejarme!? -le gritó está. - ¡No quiero pelear más!

— Te vendrá bien, tranquila. - respondió la rubia.

1. La Noche del Demonio: Dioses y PecadosWhere stories live. Discover now