Capítulo 7: Belial

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— ¿¡Dónde se ha metido el Ojos Verde!? – gritó Momo.

Yas y Kaeth ayudaban a la joven a cargar a Tex. La chica lo había subido a su espalda, alejándolo de las llamas y humo de la explosión. No había rastro del Hereje, y el estado del albino parecía mejorar, pero no lo suficientemente rápido.

— Tenemos que volver a Rise cuanto antes. Tengo un mal presentimiento... - Kaeth ayudó a Momo a subir al chico al helicóptero, mientras Yas se subía a duras penas al armatoste.

— ¡Cómo ese cabrón nos la haya jugado, juro que teletransporto sus órganos fuera de su cuerpo! – encendió con rabia la máquina, mientras Kaeth subía a toda velocidad.

— N-no creo que nos la haya jugado... - Yas acariciaba el pelo del albino desde atrás. Su mente estaba dispersa, pensando en otras cosas.

— ¡Más le vale!

El helicóptero despegó al fin, dejando atrás el boquete de tierra gris y fuego creado por el albino. Yashiro seguía con la mirada perdida, sumida en sus pensamientos, sin que Kaeth advirtiera del cambio. El chico no paraba de mirar a su compañero, pendiente de cualquier cambio o reacción en este. Confiaba en que todo había salido bien, en que Mathahel no iba a resurgir y tomar posesión de Tex.

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Loki apareció sentado al lado del demonio verde, en una rama de uno de los enormes robles que rodeaban el castillo. Miro como el ejército de demonios salvajes de Belial inundaban el bosque entorno a Rise. Se tomo una piruleta, y miro de reojo a su compañero, mientras vigilaba a los críos que habían salido a defender la fortaleza. Pudo localizar a Akuma, seguida de dos chicos de pelo blanco de poderes de viento y fuego. Vislumbró el pelo naranja de Ilyana, quien mandaba a volar a varios demonios salvajes con sus ataques de roca.

— Podías haberme esperado. – comentó.

— Tenía que ser rápido. ¿Sabes donde esta la espada? – Belial miró al hereje, quien asintió sin ganas. – Perfecto, pues ya sabes el plan. La pequeña no tardará en llegar, y una vez vea a todo el mundo muerto, será más fácil llevársela. – miró a la chica de pelo rubio con aquella katana morada. - ¿Y dices que esa es falsa?

— Sí, - Loki se levantó con las manos en los bolsillos. – la verdadera esta con la cría de las coletas. He estado investigándolos. La que tiene la Cazadora de Demonios enlazada a Dein es falsa.

— Bien...

El demonio se teletransportó al interior del edificio tras terminar la frase, dejando atrás a Belial.

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Lúa subía una interminable escalera de caracol, ayudándose de su espada para subir. Detrás de ella estaba Agramon, fuera de la chica, quien miraba de reojo la espalda de la chica. Justo a los pies de la chica, una especie de oso de peluche de color beige la seguía, andando por su cuenta. Contaba con dos ojos rojos de botones, y la panza y patas de un marrón más oscuro. No medía más de diez centímetros.

— ¿¡Acaso no puedes lanzar el cañón sin más!? – dijo el oso, con voz de niño pequeño.

— ¡No! – respondieron a la vez la chica y el demonio.

— ¡La enana no sabe usarlo bien! – añadió Agramon. - ¡Ir al sitio principal quizás la ayude a reventar al Tufo!

— ¡P-pero...! – el oso se adelantó, subiendo varios peldaños por delante de ambos. - ¡Pero no es seguro! ¡Soy el guardián desde hace años, y usar el cañón desde el lugar físico nunca sale bien! ¡Y-y no quiero que me alcance!

1. La Noche del Demonio: Dioses y PecadosWhere stories live. Discover now