4. Susana

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¿Qué estaba pasando con Leticia? ¿Se había molestado porque no fui a dormir con ella? ¿Hice algo que no debía hacer? ¿Por qué se comportó tan distante conmigo y con Manu? Esas fueron las preguntas que me hice durante todo el camino a la oficina, sin lograr encontrar una respuesta que me dejara completamente satisfecha.

La actitud que adoptó Lety un día antes cuando llegué a casa, me había hecho pensar que en realidad todo estaría bien, que ambas entendíamos lo que pasaría, que ya lo habría pensado lo suficiente como para hacerse a la idea de todo lo que implicaba el haber aceptado mi propuesta, incluso su entusiasmo ante la posibilidad de convertirse en abuela me permitió emocionarme al creer que todo estaría bien y que un bebé sería una bendición para la familia; sin embargo, la actitud con la que nos recibió a Manu y a mí por la mañana, resultaba completamente contradictoria al ánimo con que esperaba encontrarla.

Llegué a la empresa sintiéndome confundida y un poco triste por la reacción de mi chica, bajé del auto en cuanto lo estacioné en el lugar correspondiente del estacionamiento y me dirigí a los ascensores sin prestar atención a mi alrededor, sin lograr deshacerme de los molestos pensamientos que giraban entorno de Leticia y de lo mal que me sentía al haberla dejado en casa dado el estado que presentaba.

No fui plenamente consciente de dónde estaba hasta que llegué a mi oficina y mi amigo Gio estaba sentado en el sofá de mi despacho, mirándome con una enorme sonrisa en el rostro, descansando a un lado de una hermosa canasta llena de productos traídos desde Francia, el lugar a donde Gio se había ido de vacaciones a visitar a quien él llamaba Francy, uno de los múltiples amigos cariñosos que tenía regados por todo el mundo.

- Hola, mi amor, al fin mis hermosos ojos te encuentran, no sabes la de cosas que tengo que contarte, el viaje estuvo divino, me la pase de vaga por todo... ¿Pero por qué tienes esa cara de espanto? - dijo Gio, levantando las cejas, provocando que poco a poco fuera recuperando la consciencia del lugar en el que me encontraba.

- No sabes cómo me alegra que hayas regresado, necesito hablar con alguien de esto, no entiendo lo que está pasando y me está devorando los nervios.

Gio se levantó de inmediato y me abrazó con fuerza, haciéndome sentir un poco más tranquila con ese gesto tan amable, brindándome justo lo que necesitaba con tanta desesperación después de experimentar la distancia que mi chica había puesto entre las dos.

- A ver, mi amor, siéntate conmigo y cuéntamelo todo - me dijo, tomándome de la mano para llevarme al sofá, haciendo luego a un lado la canasta que me había llevado antes de sentarnos y comenzar a platicarle todo lo que había pasado, sin omitir ni siquiera el más mínimo detalle, desde el momento en que le hice aquella propuesta a Lety hasta cada uno de los pensamientos que tuve esa mañana de camino al trabajo.

Gio me miró muy asombrado, sin decir nada, casi podía ver en sus ojos los pensamientos que estaban recorriendo su cabeza mientras se dedicaba a repasar cada una de mis palabras, analizando cada frase para darme la mejor respuesta posible.

- Bueno, para empezar, admiro tu valor para proponerle a tu mujer una cosa así, de verdad que hay que tener las faldas bien puestas para atreverse y Lety debe amarte mucho como para haber accedido.

- Sí lo sé, pero desde esta mañana, después de verla como la vi... no lo sé, tengo la cabeza llena de dudas, no sé si fue correcto pedirle a Manu que fuera el padre de mi hijo... Lo hice porque no podría tener el al hijo de ningún otro hombre, tú sabes...

- No me lo tienes que explicar, amor, sé lo que pasó y te entiendo perfectamente, pero con todo esto que me has platicado, me surge una duda; por lo que me acabas de contar, tanto tú como Manu se dieron vuelo con todo lo que hicieron, algo que por cierto me dejó impactada y tendremos que hablar de eso después; pero ¿No crees que se les pasó un poquito la mano? Por un lado, Lety te dijo que no tenía problema con que Manu te embarazara, pero eso no era un permiso para que pasaras la noche entera con el chico, ella sigue siendo tu mujer y tu eres de ella, creo que te equivocaste al no regresar a su cama, y también me parece que antes de montarte encima de tu hijo, al menos debieron poner reglas con respecto de momentos, lugares, frecuencias, porque aunque le digas que solamente lo estaban haciendo por el asunto del embarazo, lo que tú me acabas de describir es una cogida monumental en toda regla, eso debió afectarle mucho a tu chica; y por otro lado... - Gio me miró con lago de reticencia, como si estuviera estudiando mi rostro para determinar si era prudente decirme aquello que estaba pensando - no quiero que te enojes conmigo, ¿Okey? Pero ¿No se te ha ocurrido que tal vez Lety está celosa?

Leticia: envidia maternaWhere stories live. Discover now