5. Leticia

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Esa mañana supe que la noche había sido muy difícil. En realidad no tenía muy claro lo que ocurrió antes de que lograra desconectarme por completo del mundo, pero en la medida en que mis sentidos se iban activando poco a poco, pude recordar la sensación de los movimientos del colchón cuando Su se levantó y salió de la cama, así como también fui capaz de recordar los sonidos que escapaban del cuarto de mi hijo, el crujir de la cama y los gemidos ahogados de mi mujer, quien seguramente intentó por todos los medios guardar tanto silencio como le fuera posible para no lastimarme una vez más.

Ojala pudiera decir que aquella experiencia que se presentaba algo borrosa entre mis recuerdos fue lo más horrible y doloroso que viví esa noche, pero en realidad solamente fue la punta de lanza de lo que sería una madrugada llena de torturas originadas en lo más oscuro de mis propios pensamientos.

No sé cuanto tiempo pudo haber pasado desde el momento en que los escuché haciendo el amor hasta el instante en que el sueño me venció y comencé a tener extrañas y dolorosas experiencias oníricas, donde mi hijo tenía sexo con mi mujer frente a mí y ambos me decían riendo que jamás podría saber lo que se sentía estar de esa forma con Manu, otra donde mi hijo me hacía el amor pronunciando el nombre de Su y una más, la que de hecho resultó ser las más traumática y difícil de tolerar, donde nuevamente me encontraba en la camioneta en la que probablemente fue concebido mi hijo, rememorando la horrible sensación de parálisis mientras un hombre me cogía a su antojo sin que yo pudiera defenderme, una situación que de entrada ya era bastante mala como para todavía tener que soportar la imagen que se me presentó cuando el tipo se levantaba y me miraba a los ojos sonriendo, haciendo que me diera cuenta horrorizada de que era precisamente mi Manu quien había adoptado el papel de mi violador.

La tortura acabó horas más tarde cuando el efecto de las pastillas se terminó, sin haber logrado descansar en absoluto, siendo apenas capaz de despertar pero sintiendo algo de tranquilidad al sentir la cama bajo mi cuerpo y las cobijas protegiéndome del frío; fue difícil ir recordando poco a poco lo que escuché la noche anterior, así como darme cuenta paulatinamente del estado en que me encontraba al sentir mi entrepierna aún humedecida al igual que mis bragas, ser consciente del cansancio que me agobiaba, la debilidad que reinaba en mi cuerpo y la tristeza generalizada que me acompañaba; un estado lamentable, consecuencia de lo desgastante que resultaba pelear en contra de mis propios pensamientos, tratando de reprimir constantemente mis deseos y sentir que todo ese esfuerzo había sido en vano cuando, al ir a la cama, me vi obligada a enfrentar aquellos sueños donde me encontraba justamente en el tipo de situación en el que deliberadamente intentaba no pensar mientras estaba despierta.

Abrí los ojos experimentando la sensación de mis lágrimas secas manchando la piel de mis mejillas, sin querer levantarme ni hacer el más mínimo movimiento, intentando no alertar a mi mujer de que había despertado pues no quería tener nuevamente la misma charla, no quería escucharla disculpándose ni mucho menos llegar al punto en el que desistiera en sus intentos por embarazarse, pues sabía que si llegábamos a esa instancia, ella no sería capaz de perdonarme así como yo no lograría dejar de sentir la culpa que implicaría el que Su abandonara sus sueños para no hacerme sufrir.

Era difícil asumir lo mucho que había cambiado nuestra relación desde el momento en que accedí al trato que Su me propuso, me parecía increíble estar recostada en la misma cama que mi mujer y sentirla más lejos de lo que nunca había estado de mí, como si entre nosotras hubiera un abismo infinito que nos impidiera volver a estar juntas.

- Lety ¿Estás despierta? - susurró Su a mis espaldas, pero yo no fui capaz de reaccionar, era horrible experimentar la envidia que sentía en contra de mi mujer en cada ocasión en que miraba sus ojos, pues el hacerlo me llevaba a recordar lo que hacía con mi hijo por las noches, llevándome a un lugar oscuro donde la impotencia y la tristeza se apoderaban de mis pensamientos - ayer te vi llorando cuando regresé al cuarto, no sé si estabas despierta o no, pero... - su voz se cortó por el llanto, algo que trató de disimular sin lograrlo - lo siento, Lety, de verdad lamento haberte lastimado tanto, me odio a mí misma por haber provocado que sintieras tanto dolor; pasé la noche entera pensando en una forma de que todo esto funcionara para los tres, pero creo que no la hay, al menos no fui capaz de encontrarla, por lo que tomé la decisión de detener todo esto - un sobresalto me atacó y me hizo abrir mucho los ojos, antes de volverlos a cerrar en un intento por seguir fingiendo que estaba dormida - ser madre no es tan importante para mí como el saber que tú eres feliz - sentí el movimiento de la cama antes de que los labios de Su besaran mi mejilla, al mismo tiempo que experimentaba la forma como sus lágrimas se derramaban sobre mi piel mientras apretaba los ojos con fuerza, obligándome a no mirar a Susana, sintiendo un horrible sentimiento de culpa al saber que estaba renunciando a su sueño para evitar mi sufrimiento - ojalá que puedas perdonarme, haré lo que sea necesario para tratar de resarcir el daño que te hice, mi amor; te amo, te amo mucho - terminó de decir, antes de besar nuevamente mi mejilla, levantarse y salir del cuarto.

Leticia: envidia maternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora