Ojos dorados (1/2)

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Nos pasamos todo el curso organizando este viaje: una semana, una casa, diez amigos, alcohol y fiesta. Todo parecía estar bajo control hasta que llegó la primera noche.

Era complicado andar por la casa, el suelo estaba pegajoso por el alcohol que se había caído en él y la tarea de limpiarla había sido aplazada por todos en varias ocasiones. Las luces estaban apagadas y lo poco que se veía era por la luz de la luna, que entraba por la ventana.

A mí nunca me ha atraído el alcohol y era la única de mi grupo que no bebía. Sin embargo, pasadas las doce de la noche, mi mejor amigo estaba bastante alterado por el alcohol en su sistema. Ya le había salvado en varias ocasiones, evitando que se cayese por las escaleras y le había sujetado la bebida mientras bailaba con el palo de la fregona.

No me importaba estar pendiente de él mientras iba bebido. Por la simple razón de que era muy entretenido cuando se ponía a filosofar sobre temas random y prácticamente se reía por todo.

—Tus ojos son... — empezó a decir después de mirarlos con detenimiento durante un rato— son... como dorados.

Del calor de la casa nos habíamos subido a la terraza de arriba, donde la música se escuchaba más baja y los gritos del resto de nuestros amigos, no nos molestaban para hablar.

—¿Dorados? —pregunté riéndome.

—No... esa no es la palabra —dijo alargando las palabras, mientras se recolocaba en la silla.

—¿Y cuál es la palabra? —pregunté riéndome por cada movimiento torpe que hacía para sujetar el cubata mientras se sentaba bien en la silla.

—No sé, —dijo antes de darle un sorbo a su cubata— a ver, acércate... —dijo apoyando una mano en mi mejilla y tirando de mí hasta dejarme a milímetros de su cara.

A pesar de ser mejores amigos, nunca habíamos llegado a tocarnos de esa manera. Ni a actuar de esa manera. Y por alguna razón ese simple roce, me produjo un escalofrío que recorrió toda mi espalda.

—Me encantan tus ojos... —dijo mientras se acercaba mirando mis labios, después miró a mis ojos y después devolvió su mirada a mis labios.

—Eyy, ¿qué vas a hacer? — él no contestó, simplemente siguió mirando mis labios. —. Estás borracho y mañana no te vas a acordar de nada —le advertí cuando intuí cuales eran sus intenciones.

—Eso no es cierto —dijo esta vez separándose y reclinándose en la silla.

—¿El qué? ¿que no estás borracho o que no te vas a acordar mañana?

—Te aseguro que mañana me voy a acordar de cada segundo —dijo alargando su mano y acariciando mi melena corta— ¿Te he dicho que te queda muy bien tu corte de pelo? —respondí a su pregunta negando con la cabeza, a pesar de que en su momento ya me dijo que le gustaba más mi pelo con este corte—. Pues te queda muy bien, —dijo enrollando un mechón de mi cabello en su mano— porque eres muy guapa —  el roce de sus dedos en mi mejilla me obligó a cerrar los ojos y coger aire con dificultad.

—Estás muy borracho —dije sin esperarme que tirara de mi cuello para besarme. Era mi primer beso. Nunca antes había besado a alguien de esa manera, como mucho un pico corto cuando tenía 10 años, pero ahora tenía 18. Sus labios se adaptaron demasiado bien a los míos. Por mi parte fue corto y torpe.

—Perdón... —dije en cuanto nos separamos.

Esperaba con todas mis fuerzas que a la mañana siguiente no se acordara de nada.

—¿Por qué? —preguntó aún sin separarse de mí, con la mano aún reposando en la curva de mi cuello.

—Porque lo he hecho fatal y porque mañana no te vas a acordar de nada y ahora yo...

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⏰ Last updated: May 18 ⏰

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