Capítulo 7. El Resplandor de la Esperanza en las Sombras

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No puedo evitar revivir de forma vívida aquel fatídico episodio que dejó una huella imborrable en mi vida. En una tarde gris, envuelta en el velo del olvido, se desvanecen los detalles de cómo se desencadenó aquel infausto enfrentamiento. No recuerdo cómo empezó la pelea, solo el sonido de las botas militares moviéndose con firmeza sobre el suelo y los gritos con los que mi padre reprochaba algo a mi madre. Minutos después, vinieron los golpes: primero sobre la mesa, luego sobre el rostro de mi madre. Los ataques violentos se volvieron cada vez más frecuentes, comenzaron cuando tenía apenas 17 años y ahora, dos años después, no podía soportar más. Me interpuse entre mi madre y él, tratando de protegerla, y le grité "¡basta!". Pero a mi padre no le importó; su furia era incontrolable. Tomó un plato de porcelana con su mano derecha y lo estrelló en mi cabeza. Caí a sus pies como una muñeca de trapo, agónica por el dolor y sintiendo cómo la sangre brotaba de mi cráneo antes de perder el conocimiento. Me llevaron al hospital, donde permanecí dos días en observación. Los médicos querían asegurarse de que el golpe no había causado daños neurológicos, mientras yo solo podía preguntarme cómo habíamos llegado a este punto. ¿Dónde quedó la paz y la libertad con las que crecí? Apenas podía recordar la suavidad de la hierba verde bajo mis pies descalzos, los abrazos de mi madre, el aroma de los árboles de cerezo o las risas que solían llenar el aire cuando, junto con mis amigos, robábamos algunas manzanas del huerto comunal. ¿Qué pasó con la reputación y el impecable uniforme militar de mi padre, mi admiración hacia él y mis esfuerzos por ganar su aprobación? Todo ahora estaba cubierto por el aire denso de la ciudad, el olor a alcohol que él bebía cada noche, la ira y la tensión que colmaban nuestro hogar, la crisis y el miedo a la caída del régimen que nos había brindado bienestar y privilegios durante décadas.

Mi vida era un constante y desgarrador combate contra la violencia doméstica, una lucha en la que tenía que sobrellevar una existencia dura y complicada. Cada día se convertía en una batalla en la que me encontraba atrapada entre la rabia de mi padre y el sufrimiento de mi madre. La tensión era palpable en el aire, y mi mundo se estrechaba cada vez más bajo el peso de la opresión. Era como vivir en una prisión invisible, donde las palabras y los actos violentos eran las cadenas que me mantenían atrapada.

En medio de esta oscuridad, en un rincón polvoriento de la casa, descubrí un libro antiguo que parecía haber sido olvidado por el tiempo. Las páginas amarillentas y gastadas hablaban de leyendas y mitos, pero lo que más llamó mi atención fue una sección que detallaba cómo invocar al "Cazador de Sueños". Según el libro, este ser misterioso tenía el poder de ayudar a las almas heridas a encontrar la luz en medio de la oscuridad, restaurando los sueños rotos y sanando las heridas del alma.

A medida que exploraba las páginas de aquel antiguo libro, mi curiosidad se convirtió en una chispa de esperanza. ¿Podría ser posible invocar al Cazador de Sueños para liberarme de la pesadilla en la que mi vida se había convertido? Con cada palabra que leía, mi determinación crecía. Decidí que tenía que intentarlo, que no podía permitir que la violencia y el sufrimiento continuaran dominando mi existencia.

Sucedió en una noche especialmente sombría, cuando la opresión y el miedo habían alcanzado su punto máximo. Estaba sentada en la oscuridad de mi habitación, con el peso de la angustia y la desesperación apretando mi pecho. Entonces, decidí preparar el ritual que había leído en el libro e invocar al mítico Cazador de Sueños.

Siguiendo las antiguas instrucciones del libro, preparé un pequeño altar en mi habitación, encendí velas y quemé hierbas aromáticas como se indicaba. Cerré los ojos, respiré profundamente y recité las palabras mágicas que habían sido transmitidas a lo largo de generaciones. Mi voz temblaba al principio, pero a medida que continuaba, sentía que algo extraordinario estaba sucediendo. Una sensación de calma y determinación se apoderó de mí.

Destellos de Esperanza & Cuentos de Superación PersonalWhere stories live. Discover now