Capítulo 9. Bajo las Estrellas de la Compasión

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Redención Cósmica

Me desperté con un sobresalto empapada en sudor, como si las sombras del pasado hubieran tejido un manto opresivo sobre mi ser. Una vez más, aquel sueño me atormentaba, arrastrándome hacia el abismo de la memoria que tanto deseaba evitar. Las imágenes del fatídico día, la carretera solitaria y el dolor agónico resurgían con una fuerza devastadora.

En la penumbra de mi habitación, me encontré de nuevo en aquel instante donde mi vida colgaba de un hilo. Donde mi ser amado, en un acto de traición insondable, intentó segar mi luz sin piedad. Fui víctima de su furia, una sombra entre las luces mortecinas de una carretera desierta. Mi cuerpo, atrapado en el recuerdo, se convirtió en testigo mudo de la atrocidad que marcó mi existencia.

Mi cerebro, en un estado de desconexión angustiosa, solo permitía que los sentimientos de miedo y terror danzaran como llamas infernales en la oscuridad de mi mente. Estos episodios de terror nocturno, hilados con los hilos del trauma, se repetían como un cruel ritual, alimentando la espiral descendente de mi propia angustia.

Él, mi verdugo, emergía impune de sus acciones, como un personaje de alguna tragedia maldita. Yo, su segunda víctima, quedaba atrapada en una red de pesadillas sin fin. La anterior, afortunadamente, halló la liberación en la muerte, pero yo cargaba con el peso de la supervivencia, una carga que a veces parecía más pesada que la muerte misma.

Mis lágrimas, desconsoladas, se mezclaban con la oscuridad de la habitación, creando un océano de dolor silencioso. Vivía en un continuo terror de cerrar los ojos, sabiendo que, una vez más, me vería arrastrada a través de la pasadía de aquella noche que se incrustó como un hierro candente en mi alma.

Ni los psicólogos, con sus tratamientos bienintencionados, lograban arrancar las raíces profundas de mi tormento. Cada sesión era como una travesía por el laberinto de mis recuerdos oscuros, donde las sombras del pasado se erguían imponentes, desafiando cualquier intento de desterrarlas. Las paredes de la mente eran testigos mudos de mis relatos dolorosos, pero el olvido parecía ser un lujo inalcanzable para mí.

En la consulta, yo me convertía en una arqueóloga de mi propio sufrimiento, excavando capa tras capa en busca de respuestas y liberación. Sin embargo, la tierra de la memoria estaba plagada de espinas, y cada intento de desenterrar el pasado se traducía en un dolor agudo que se clavaba en lo más profundo de mi ser.

Mis tratamientos, se enfrentaban a la resistencia de una mente que se aferraba a sus heridas como si fueran tesoros de un pasado inmutable. Las palabras de los psicólogos resonaban en la sala, como ecos lejanos que apenas lograban penetrar el grueso velo que envolvía mis pensamientos. Cada pregunta era un peregrinaje a través de mis recuerdos, pero las respuestas eran esquivas, atrapadas en la maraña de emociones que se resistían a ser desentrañadas.

El olvido, un anhelo latente en cada sesión, se convertía en un horizonte inalcanzable. Mis pensamientos se enredaban en la madeja de la memoria, y cada intento de liberarme de las cadenas del pasado se convertía en un combate con sombras indomables. Mi psique era un campo de batalla donde debía desfilar el fantasma de la violencia que me marcó, y cada confrontación dejaba cicatrices emocionales más profundas.

Así, en la penumbra de la consulta, luchaba contra la paradoja de querer liberarme y, al mismo tiempo, aferrarme a la familiaridad de mis cicatrices. Los psicólogos, con sus palabras esperanzadoras, eran navegantes intrépidos en el océano de mi dolor, pero la tempestad de mis recuerdos hacía que cada sesión fuera un viaje tumultuoso.

El tiempo avanzaba, pero las raíces de mi tormento seguían aferradas a mi ser como enredaderas que se entrelazan con el alma. La búsqueda de la liberación se volvía una odisea interminable, donde los destellos de esperanza se mezclaban con las sombras que se resistían a disiparse. En este viaje intrincado, el olvido seguía siendo un sueño distante, un refugio anhelado pero elusivo en mi travesía hacia la sanación.

Destellos de Esperanza & Cuentos de Superación PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora