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Ella casi nunca se muestra a sus súbditos. Todos la odian. Ella llegó vestida de blanco, azotando su espada. Eliminando todos los obstáculos. Muchos la bautizaron como la Reina de Cadáveres y otros simplemente como la Esposa del Diablo, aunque en realidad no lo es. Para todos es la villana. Aunque en realidad tampoco lo es.

Nadie sabe su verdadero nombre. Es un demonio. Siempre viste de rojo y a veces de negro. Observa todo desde uno de los balcones de su inmenso castillo. Seguramente vigila desde su habitación. Los rumores sobre ella nunca acaban. Cuentos, leyendas, nadie sabe la verdad.

No la mires a los ojos porque puedes morir o quizás es solo otra leyenda más. En el mejor de los casos te hipnotiza. Muchos libros hablan sobre la también llamada Dama Roja. Uno de sus fragmentos favoritos dice:

"... Entonces llegó destruyendo todo a su paso. Con solo un movimiento de su afilada espada las cabezas rodaban por el suelo. El rey no pudo proteger a su pueblo, pero al menos murió con honor. Y ella se apoderó del reino..."

Ella es sangrienta. Despiadada. Otra de las tantas historias cuenta que todo aquel intruso en el Palacio Real será decapitado. Tiene muchos enemigos. Muchos quieren matarla. Ella es la reina. Siempre lo será.

Tal vez los rumores sean ciertos o tal vez no. Cuando se trata de la demoníaca mujer nada es seguro. Su mortal belleza atrapa a cualquiera, en su cabello encontrarás supuestamente serpientes, en sus ojos el frío hielo de la Antártida y en sus labios el más dulce veneno. Leyenda o no, debes temerle.

Mejor empezamos la historia desde el principio. Hace veinticinco años se desató una guerra en el reino de Arenia. Los atacantes eran los demonios más poderosos de la época. La familia real no tuvo más remedio que ceder en la batalla. La Dama Roja no tenía nada que ver con la lucha, pero ahí llegó ella. Su vestido fue blanco en un inicio hasta que la sangre lo cubrió por completo.

Con su legendaria espada decapitó a los enemigos. El proceso de resistencia duró una semana entera. Siete días de sangre. Los nobles cayeron, los puros cayeron y los impuros, también cayeron ante la furia de la mujer del mal. El pueblo creyó que ella pondría fin a la guerra y no fue así. Para vencerla, hombres y demonios se unieron. Fue en vano. Es invencible. Atravesó todo el campo con la mirada en alto. El castillo era su meta. Apareció de entre los cadáveres al palacio.

—No te lastimaré a ti y a tu familia si me entregas la corona —le habló la dama al rey desde su posición en las sombras.

—Jamás —respondió el rey con asco hacia ella.

—Es aburrido matar sin torturar antes —admitió la demoníaca damisela.

—Por favor, no lastimes a mi familia —rogó de rodillas el hombre.

—Entregarás la corona. Es un buen trato: tu familia por el reino —musitó adquiriendo su verdadera forma.

—¡Lo haré! —gritó el inservible humano a la cosa que estaba postrada frente a él.

—Mi querido rey, lo siento mucho. Ya es muy tarde —dijo ella antes de clavar sus afiladas garras en el pecho del hombre. El rey murió desangrado a manos de la Dama Roja—. Estúpidos humanos. Agradece que no te torturé, en donde sea que estés ahora.

Diciendo esto último, recuperó su forma mundana.

Su cara tenía unas finas gotas de sangre y al notarlas las limpió. Ahora iría al escondite de los que quedaban en el castillo. Así lo hizo ella. No se apiadó de ningún miembro. Asesinó a mujeres, hombres y niños. Sin sobrevivientes.

QUEEN of CORPSES Where stories live. Discover now