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Mis doncellas me despertaron. Realizamos el mismo proceso de siempre. Solo que esta vez yo no hablé nada. Ni siquiera ofrecí los buenos días a las chicas demoníacas. Ellas peinaron mi cabello en una larga trenza. Pinté mis labios de rojo brillante y llamativo. Mi vestido contaba con solo una falda, era sencillo por tener simplemente una sola capa. El vestuario era bastante cómodo para mí.

La comodidad es importante.

Y mucho.

Cuando estuve lista salí de mi habitación. Me dirigí al dormitorio de mi primer huésped, Egil. Abrí la puerta sin previo aviso. Me encontré con la misma imagen de siempre.

—¡Despierta ya, imbécil! —le grité muy cerca de su oído.

—¿Qué quieres? —se limitó a preguntarme colocando almohadas en sus oídos.

—Es tu hora de entrenar —aclaré yo con una sínica sonrisa en mi rostro—. ¿Quieres que te enseñe a controlar y a sacar tus poderes o no? No tengo tiempo para berrinches.

—Maldita seas, Dama Roja —musitó el chico medio demonio.

—Ay, gracias —reí yo irónicamente, tirándolo de la gran cama.

Él se vistió —yo obviamente salí de la habitación porque no quería verlo— y luego ambos nos dirigimos a la parte más alejada del jardín. Lugar donde nadie se atrevería a molestarnos. No tenía ni la menor idea de cómo entrenaría al híbrido, pero hacerlo enojar al máximo casi siempre funciona para sacar a la bestia interior. ¿Cómo lo enfadaría? Tampoco tengo la más mínima idea. Tendré que improvisar. Egil ya estaba de mal humor así que eso facilitaría mi trabajo.

• • •

Un par de horas después. Luego de varios intentos. Por fin el chico pacífico y prácticamente imposible de hacer enojar, sintió una verdadera furia. No sé lo que hice pero lo logré. Le mostré al hijo del rey —lo que lo convierte en un príncipe— la manera de canalizar su ira para transformarse con la apariencia de un demonio completo.

¿Eres buena en todo lo que haces?

Al parecer.

Más tarde su apariencia cambió por completo. Logró la transformación. Creció en tamaño. De su frente salieron dos cuernos medianos y oscuros. Sus ojos se tornaron de un verde brillante y eléctrico. Las uñas crecieron y se convirtieron en garras. Su piel —además de oscurecerse— parecía un campo en plena sequía, puesto que tenía grietas. Dentro de estas se observa una pequeña luz verde oscura. La camisa del chico quedó desgarrada. Arrancó los restos de su camisa con ferocidad. El pecho quedó al descubierto. Me miró enfurecido con sus brillantes ojos verdes. Él tiene un poder sin igual, extraño entre los infernales. Él tiene el poder de la tierra.

Y sólo unos pocos lo poseen.

Ta potente.

Egil se abalanzó sobre mí. Sus enormes manos agarraron mis hombros. Caímos al suave césped recién cortado del jardín. Él sobre mí. Nuestras miradas se encontraron. Ambas respiraciones se volvieron agitadas. Sentí mis labios demasiado secos. No lo pensé dos veces. Mi lema es no arrepentirme de mis acciones y hasta ahora nunca lo he hecho. Este no será el caso. Uní mis labios a los suyos. Su aspecto demoníaco desapareció dejando a un chico aparentemente humano y sin camisa a la vista. Lo besé sin temor de que alguien pudiera vernos.

Sentí que nada importaba.

Solo él y yo.

El beso se volvió intenso en unos segundos. Me olvidé del mundo mientras lo besaba sin parar. El híbrido me soltó. Dejamos de besarnos en ese momento. Volví a la realidad. Egil se puso de pié y yo hice lo mismo.

—Tu entrenamiento por hoy está terminando —anuncié sin mirarlo, por alguna razón estaba avergonzada—. Mañana continuaremos.

Me fui de allí antes de que él dijera algo. No me arrepiento de haber hecho eso. Ahora me encontraba confundida. ¿Por qué permitió que yo lo besara si me odia en realidad? Asesiné a su padre. Él busca venganza. Sin embargo, deja que lo bese. Suspiré con demasiada pesadez.

¿Porque te ama? No lo sé, tal vez. A su padre nunca lo conoció y a ti sí.

• • •

Los platillos ya estaban sobre la mesa. Durante el período de tiempo de la cena, nadie habló —sí, una vez más—. Últimamente no hay mucha comunicación entre mis huéspedes y yo. No me gusta esto. Siento que algo muy malo está pasando o pasará en algún momento.

Dejé mi plato vacío. Tomé la botella de vino y me serví una copa. Bebí un sorbo. Miré a mi madre —quien me miraba a mí— y noté que su rostro estaba pálido.

—Madre —la llamé aún con la copa en la mano—. ¿Pasa algo? Te ves muy pálida hoy.

—Kaysa, quiero decir, hija —habló mi madre. En el momento en que pronunció mi nombre, el príncipe medio demonio y mitad humano me miró con curiosidad y luego a mi querida Kahna—. Vayamos afuera un rato, para tomar un poco de aire fresco.

Se vienen problemas.

Terminé lo que quedaba de vino en mi copa rápidamente. Seguí sus órdenes. Nos dirigimos a lo más apartado de los jardines del inmenso Castillo Real. La cara de preocupación de mi madre no desapareció. Me pregunto qué será tan grave para que se ponga de esa manera. Cuando llegamos al lugar adecuado ella se volteó a vigilar si había alguien cerca. Mi mamá aspiró una gran bocanada de aire y me dió la cara luego de estar segura de que nadie nos siguió o que alguien pudiera escuchar nuestra conversación.

Sospechoso.

—Tu hermana está algo extraña desde la última vez que discutieron ustedes dos —planteó la señora demonio con la voz muy baja—. No sé exactamente lo que tiene, pero algo tiene. Y ese guardia tuyo, el de cabello largo, me mira raro e indiferente.

—Es cierto que mi hermana se comporta de manera diferente —confirmé yo—. En cuanto a Loren, es un poco reservado y extraño. Le cuesta acostumbrarse a ti, así como a Kayra.

Más motivos para desconfiar.

—Si tú lo dices, está bien —comentó Kahna encogiéndose de hombros.

Al terminar la charla me marché a la habitación de mi hija. Mis tres doncellas se encontraban allí con la pequeña Gisli. Acaricié sus finos cabellos dorados por un tiempo y le hice cosquillas. Su risa me llena de paz. Salí de ese dormitorio lleno de peluches y color rosa. Entré a mi cuarto. Me metí a la bañera y me relajé. Demoré en salir. Me coloqué el camisón y me lancé a la cama. Dormí profundamente aunque podía sentir un par de ojos clavados en mi nuca.

QUEEN of CORPSES Where stories live. Discover now