Capítulo XXXII

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Llovió durante una semana entera a finales de noviembre, desde las lejanas colinas porlas que Jean y Lydia habían paseado, hasta la ciudad, y más allá, hasta la llanura dondela señora Sandringham y su hermana sacaban patatas de los campos anegados. Erauna lluvia sin alegría que caía de un cielo en blanco. Cuando terminó, había desbordadoel río mucho más allá de su cauce normal.Después de clase, Charlie fue con Bobby al gran puente, se inclinaron sobre el parapetoy contemplaron la furiosa maraña de agua que corría bajo los arcos."Si miras lo suficiente, verás un cadáver", dijo Charlie. "Es un hecho conocido.""Sólo hay trozos de madera y árboles", dijo Bobby. "No hay cadáveres. ¿Por qué tendríaque haber un cadáver?""Porque", dijo Charlie pacientemente, "los asesinos suelen arrojar a sus víctimas a ríosde corriente rápida y entonces el cuerpo se hincha de modo que sólo puedereconocerse por los dientes, y de todos modos está a kilómetros de donde empezó paracuando alguien lo ve, así que eso ayuda al asesino a escapar.""Pero si nadie ha sido asesinado, no habrá ningún cuerpo", dijo Bobby."Lo habrá, porque a los asesinos les gusta la lluvia. Los hace salir, como a las ratas".Charlie tiró un palo y los chicos vieron cómo era absorbido por la superficie en unsegundo. "Puede que el cuerpo no salga a la superficie en kilómetros y kilómetros.Como el palo, se deja caer y luego desaparece."El agua se agitó y los niños se inclinaron aún más. Vieron un pez muerto, volteado deun lado a otro, con el vientre plateado rozando la luz. Luego vieron algo y Charlie dijoque era un perro, y Bobby una oveja, pero en cualquier caso era suficiente con su pelajeenmarañado y sus extremidades agitadas."Vamos', dijo Bobby."¿Quieres probar mi bicicleta?" Dijo Charlie, porque ambos sabían que había ganado ladiscusión y podía permitirse ser magnánimo.Así que dejaron el agua enfadada y cogieron tres peniques de patatas fritas, y Bobbymontó en la bicicleta de Charlie arriba y abajo junto a la fuente del parque hasta quetuvo que irse a casa.Charlie también estaba a punto de irse a casa cuando oyó que lo llamaban por sunombre."Charlie Weekes, mírate."Se dio la vuelta y vio a Annie al otro lado de la fuente, con el brazo enganchado al deotra chica. Pedaleó lentamente hacia ellas, con toda la despreocupación que pudoreunir, sentado en su silla, con una mano en el bolsillo, y se detuvo en seco."Vaya bicicleta", dijo Annie. "Espero que la hayas conseguido como es debido."                      Charlie se sonrojó y la amiga de Annie soltó una risita."Me tengo que ir", dijo ella, y con un beso en la mejilla de Annie se alejó con ese pasode chica que en algún lugar de sí mismo Charlie sabía que algún día sería importantepara él."Fue un regalo", dijo Charlie a la defensiva."Eres solo un niño", dijo Annie. "Estaba bromeando.""La Dra. Markham me lo dio. Para ir al colegio.""Chico afortunado", dijo Annie. "Dame un aventón a casa entonces. Estoy hecha polvo.""Pero eres demasiado grande", dijo. "¿No te dará vergüenza?""No me importa mucho", dijo Annie. "Creo que el avergonzado serás tu.""¿Y si te ve la tía Pam?""Tiene cosas peores que ver", dijo Annie, pero más para sí misma que para Charlie."Vamos, tendré cuidado con tu preciosa bici. Hace siglos que no te veo. Te compraréun KitKat si me llevas hasta casa."Charlie necesitó toda su fuerza y concentración para llevar a Annie a casa, así que sólocuando rodaban por el callejón recordó lo que había pasado la última vez que habíaestado en la casa."La tía Pam...", empezó, porque no iba a entrar si ella estaba allí."No llegará hasta dentro de una hora. Me dijo que preparara la cena. Así que empezarécon la comida y tú puedes sentarte y contarme cómo te va."Abrió la puerta trasera y se adentraron a la casa."Mis pies están empapados, así que los tuyos deben estar peor. Dame tus zapatos o tíaLydia me acusará de causarte la muerte cuando cojas una pulmonía."Era tan fácil hablar con Annie. Se sentó en el taburete de la cocina, con la espaldacontra la pared, comiendo su KitKat mientras Annie le preparaba té y tostadas. Mientrasél le contaba todo, ella fregaba patatas, freía cebollas y ponía la mesa para el té,interrumpiéndole sólo con alguna pregunta ocasional.Una vez listo el té, Annie se sentó enfrente y empezó a limarse las uñas."¿Toman el té todos juntos?"Y Charlie explicó que la doctora Markham a menudo tenía que comer tarde, y que teníaque salir de guardia por la noche y tenía un timbre instalado en su dormitorio para poderoír si alguien llamaba a la puerta principal."¿No te despierta?" Dijo Annie."No. Quizá a mi madre sí, pero nunca me lo ha dicho. Porque su habitación está justoal lado de la de la Dra. Markham y hay una puerta que las une.""¿Así que son buenos amigos?", dijo. "¿Tu madre y la doctora?"Él asintió."Gracias a la Dra. Markham no tenemos que vivir en una de las casas inundadas. Bobby yyo las hemos visto hoy. Se podía oler el agua en lo alto de la calle y había hombresvadeándola con colchones y cojines. Bobby dice que todas las familias han tenido quedormir en el salón de la iglesia y que, cuando baje, habrá ratas en sus casas.""Pero nada que ver con la tormenta del mes pasado", dijo Annie. "Me dejó petrificada.""A mí también. Un poco", dijo Charlie. "Un chico de la escuela, a su tío le cayó un rayoy su cabello se quemó en el acto y nunca volvió a crecer."Annie se rió."Es una nueva excusa para la calvicie.""Pensé que mi madre había sido golpeada, cuando no estaba en su cama, pero luegoentró, en camisón, así que todo estaba bien.""Sana y salva", dijo Annie, y Charlie miró su tono, porque era un poco cortante, como sihubiera dicho algo para molestarla."¿La tía Lydia se siente mejor ahora?" dijo Annie con otra voz.Charlie asintió."No llora. Sólo canta mientras cocina. Dice que nunca había tenido una mejor amigacomo la Dra. Markham. Dice que es la clase de amiga que sólo se hace una vez en lavida.""¿Y te gusta, Charlie?""Me regaló la bicicleta y es más buena con mi madre de lo que nunca fue mi padre".Dejó de hablar y rascó una marca en la mesa. "Pero ahora tu cuéntame algunas cosas".Annie se rió y empezó a contestarle, pero entonces la puerta de la cocina se abrió depar en par y entró Pam."Qué agradable sorpresa, Charlie. Me alegro de saber cómo le va a tu madreúltimamente."Annie se puso en pie como un rayo."¡Mamá!. Has vuelto tan pronto. El té está preparado. Me encontré con Charlie y él...""Puedo ver, Annie, tengo ojos. Yo diría que te tropiezas con las cosas un poco amenudo. También oigo muy bien.""Charlie me estaba enseñando su bicicleta", dijo Annie, y se sonrojó, pero Charlie nosabía por qué.No entendía por qué le temblaba la voz a Annie. No entendía por qué parecía tanasustada. Había visto a su tía cruel y antipática cientos de veces, pero hoy estabasiendo bastante amable, pensó, para ella.Annie había dado la vuelta a la mesa y había rodeado los hombros de Charlie con elbrazo. Le presionaba la piel con la punta de los dedos y lo empujaba hacia la puertatrasera."Tiene que irse ahora o volverá tarde. Le acompañaré", abrió la puerta trasera y casi leempujó por el escalón."Vamos, Charlie", dijo. "Vete rápido antes de que tengas problemas."Le dio un beso en la cabeza, cerró la puerta trasera y él oyó la llave girar en la cerradura.Recorrió las oscuras calles a toda velocidad y sólo se detuvo en el puente pararecuperar el aliento.El río seguía corriendo, loco e hinchado, y sonaba como algo de un sueño, algo de loque podría despertarse con el ruido y preguntarse qué era lo que temía."¿Dónde has estado?", dijo su madre cuando entró, y se limpió las manos en el delantalde tal manera que él supo que estaba enfadada. "Está muy oscuro y te dije queestuvieras en casa hace media hora.""Me encontré con Bobby en el puente grande. Miramos el agua y fuimos al parque. Losiento, mamá."Pero no le contó lo de la visita a Annie, ni lo de Pam.





-AJ

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⏰ Last updated: Nov 04, 2023 ⏰

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Tell it to the bees (TRADUCCIÓN)Where stories live. Discover now