8. Por Ti, Hasta al Infierno

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-Aportación de nombres por Fleurelina
-Acoso
-Violencia
-Violencia s3xu4l



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El suave crujir de las hojas fue su despertador, siempre era tan relajante

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El suave crujir de las hojas fue su despertador, siempre era tan relajante. Se estiró sobre su cama y al abrir los ojos, se notaba que el sol apenas había salido. Miró hacia aún lado, en el espacio vacío de la cama y sonrió con melancolía, se tumbó sobre la almohada de ese lado y aspiró su aroma: canela y algo parecido al licor de café, una personalidad fuerte y al mismo tiempo suave como su Alfa.

Lo ansiaba tanto de regreso, pero sabía que la espera no dudaría, faltaba poco para que volviera a casa. Con ese pensamiento, se levantó de la cama, tomó un viejo listón para atar de forma un tanto desordenada su rojo y rebelde cabello y fue hacia la cuna de madera que estaba al lado de la cama; ahí dormido, yacía un pequeño cachorro de cinco meses. Le dio un tierno beso en su cabecita, apenas cubierta por suaves y pequeños cabellos rubios, para luego ir hacia el pequeño gallinero que tenían junto al granero para recoger unos huevos.

El aire frío de la mañana fue revitalizante, aunque no solía soportar mucho ese clima, en cierta medida le gustaba, ya que su Alfa solía abrazarlo con su corpulento cuerpo para brindarle calor. Estaba a punto de romper un huevo en la sartén, cuando su pequeño comenzó a gemir, para posteriormente llorar, soltando un suspiro.

-Menos mal no lloraste cuando estaba a medio cocinar ahora.- dejó los utensilios sobre la mesa de madera y fue hacia la cuna para tomar al pequeño, o mejor dicho, pequeña.

-Ya ya Ayleen. Mamá está aquí.- La arrulló levemente para luego ir a sentarse a la cama y descubrir su pecho.

Inmediatamente su hija se prendó del pezón, sus pequeñas manitas también se aferraban a su cuerpo buscándolo. Justo en eso, el estómago de Crowley gruñó.

-Tenías que comer justo cuando yo necesito hacerlo, pequeña demonio.- Se rió Crowley.- Sigue así y me dejarás en los huesos antes de que termines de comer alimentos sólidos.-

Pasó un rato antes de que Ayleen se hubiera saciado, dejando su pecho sensible y algo dolorido, aunque era una sensación que al mismo tiempo le gustaba, después de todo, estaba alimentando a su pequeña. La cargó en forma vertical y comenzó a darles tiernos golpecitos en la espalda para sacar el aire mientras dejaba fluir sus feromonas con aroma a manzanas especiadas. Cuando terminó su trabajo, la volvió a arropar en la cuna, sabía que mas tarde querría que la cargaran y jugar, conforme avanzaban los meses dormía menos y era más activa, también requeriría un cambio de pañal luego de la comida, pero de momento la dejaría en la cuna en lo que cocinaría algo para él, moría de hambre.

Good Omens Colección OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora