10. Tesoro de Amor

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-Universo de Tesoro Inesperado
-Violencia
-Acoso
-Personajes cambiaformas


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Los dragones, al vivir en cuevas que adaptaron como castillos, la mayoría de las habitaciones tenían un traga luz, al no poder poder contar con ventanas como en un castillo normal. Este era el caso de la habitación de Aziraphale, que funcionaba con un tragaluz mediano en el techo de roca, que apuntaba a un pequeño disco de plata pulido, haciendo que la habitación se alumbrara con la luz de la mañana y lo despertara. Estiró perezosamente los brazos tras un bostezo, lo que el movimiento causó que su compañero de cama se removiera perezosamente. Sonrió y con su suave mano, acarició los rizos tan rojos como el fuego del otro dragón, quien aún dormía apacible. Lo besó en la mejilla antes de levantarse, exponiendo su desnudez y dirigiéndose hacia una enorme lámina de plata pulida que funcionaba como un espejo de cuerpo completo.

Normalmente siempre era muy recatado en cuanto a su desnudez cuando había estado con otros compañeros, incluso cuando estaba solo, usaba batas o camisones si quería estar más cómodo, pero con Crowley, parecía sacar su lado más sensual y menos pudoroso.

Contempló por su cuerpo marcas rojas y moradas, algunas en forma de mordida, otras en forma de garra, sobre todo las de sus caderas y cuello. Las admiró como si su cuerpo fuera una especie de lienzo y aquellas marcas trazos de delicadas pinceladas, una obra de arte que solo podía ser vista por dos personas, nadie más. Sonrió maliciosamente mientras miraba de reojo a su compañero dormido, en cuyo pecho expuesto, también se podían apreciar marcas. Los Omegas también marcaban territorio después de todo.

Luego de admirarse, tomó la jarra de agua y la vertió en una palangana para lavarse la cara, tomar una pequeña toalla, humedecerla y pasarla por su cuerpo, se vistió y salió al pasillo. A pesar de vivir en un castillo y poseer riquezas, los dragones no contaban exactamente con una servidumbre como si lo hacían los humanos, tenían encargados de cocina para preparar grandes comidas para todos, pero era por contribución para el clan, no por ser sirvientes, así que se dirigió a las cocinas para preparar un buen desayuno para él y su amado.

Sopesó las opciones; había huevos, champiñones, algunas espinacas, si, quizá un omelette estaría bien, esperaba que hubiera algo de carne, algo muy importante en la dieta de los dragones. Se alegró al ver una enorme pierna de jamón y procedió a cortar dos pedazos. Mientras preparaba el desayuno, alguien más ingresó a la cocina.

-¿Cocinando para tu compañero?- Escuchó una voz burlona.

Ah, tenían que arruinar su bella mañana. Se trataba de Sandalphon, hermano menor de Metatrón, el dragón más anciano y más respetado del clan. Gabriel y él no lo tenían en mucha estima, pero al ser hermano de uno de los dragones más ancianos, no podían faltarle el respeto, al menos no directamente.

-Como lo haría cualquier buen compañero.- Contestó secamente.

-¿Y ya decidieron? ¿Se mudará con nosotros al clan o tu te irás con él? Es molesto que venga cuando le da la gana y también cuando tu te vas por días, preguntándonos si esta vez se te ocurrirá volver.-

-Eso es asunto nuestro, no veo como a ti te molesta, no es la primera vez que un dragón que no es del clan pasa la noche en el castillo.- Habló sin mirarlo mientras vertía agua caliente en una tetera.

-Si, por algún tiempo y una buena razón, más allá de follarse a uno de los nuestros.- Añadió con voz socarrona.-A diferencia de otros compañeros de cama, con este no se te ha pasado la tontería.-

Good Omens Colección OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora