01. Génesis: El inicio de todo

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Elijah Rusell

Un año y seis meses después de la noticia.

—No te preocupes Marina, puedes volver hasta que te sientas lista de poder dejar a tu bebé con una niñera o niñero.

Los ojos de mi asistente estaban llenos de agradecimiento, pues ya estaba por dar a luz a su primer hijo. Cuando me contó que estaba embarazada me emocioné tanto que parecía que era yo el padre de esa criatura.

—Muchas gracias, Elijah —si, así eramos nosotros; nos tuteabamos recíprocamente, ya que Marina no era solo mi asistente sino también mi amiga —. No sabes como Mariano y yo te lo agradecemos.

Su sonrisa abarcaba sus mejillas de un extremo a otro. Su felicidad se le desbordaba hasta por los poros y no tengo dudas de que Mariano; su esposo está igual o más que ella.

—No hay de qué —le dedique una sonrisa —. Así que ya sabes, apenas nazca ese bebé y tú llámame.

Ella soltó una risa divertida, mientras negaba con la cabeza de un lado a otro y la diversión sobresalía en su cariz.

—No te atormentes por eso —se acercó al escritorio, para después sentarse, reí un poco al notar como batallaba para poder realizar su cometido por su prominente barriga de ocho meses —. ¡Oye no te burles de una embarazada! En vez de estarte carcajeando, deberías de ayudarme.

Reí aún más fuerte al escuchar su reproche, el estómago me dolía por la fuerte risa que me había atacado en ese momento. Marina me observaba con reproche en conjunto de una ceja arqueada, para que su indignación se hiciera notable.

—¿Ya terminaste con tus burlas? —se cruzó de brazos, apoyando estos mismos en su barriga.

—Por supuesto —respondí con la diversión aún tintada en mi voz —. Desearía que estos meses transcurrieran más rápido de lo normal —la miré con un poco de tristeza —. Sin ti, este lugar se vuelve aún más aburrido de lo que ya es.

Marina me observó desde su lugar, para después levantarse y venir hacia mí, sus brazos me rodearon en un casi abrazo, ya que su barriga de embarazo impedía que el acto no se realizara como debía de ser.

—Ay, Elijah —me apretujó más contra ella —. Ya verás que ni te darás cuenta, cuando yo ya esté sentada aquí de nueva cuenta.

—¿Sabes qué? —inquirí, soltándome de su abrazo —. Lo dudo mucho.

Ella se alejó un poco y me miró con los ojos entrecerrados, realmente se miraba graciosa mientras hacía ese gesto.

—Debes dejar de ser tan pesimista, Elijah Rusell —reprendió con un toque de enojo en su cariz —. Esa mujer te ha destruido tu positivismo.

Rodé los ojos en blanco al escucharla hablar de mi esposa, bueno ahora ya casi ex-esposa, gracias al cielo.

—No menciones a Agatha, por favor —dije, exagerando un poco mis expresiones —. Me da jaqueca con solo escuchar que hablan de ella.

Marina se carcajeó, mientras hechaba su cabeza hacia atrás por las risas que se escapaban de su garganta. Era tanta su intensidad al reírse, que ya me estaba preocupando por el bebé.

El fruto del Edén [+18]Where stories live. Discover now