03. El nacimiento de una obsesión

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༄🍎༄

Elijah Benedict Rusell

El sonido estruendoso de una puerta cerrarse, fue el culpable de que diera un respingo sobre el colchón áspero en el que estaba durmiendo, causando que un punzante dolor atacara mis sienes. Y no suficiente con eso; sentía como las bilis subían por mi esófago y en menos de cinco segundos ya estaba hincado frente a la tasa del retrete, expulsando todo el alcohol que ingerí ayer, quemando mi garganta en el proceso.

La sensación no era nada agradable, pues no estaba acostumbrado ha emborracharme y menos tener una resaca al día siguiente. Después de vomitar todo lo que tenía en el estómago, observé la estancia desconocida y me dispuse ha levantarme.

Sentí leves pinchazos en mi cráneo y también en mis caderas, que lograron que efectuara una mueca al instante. Fue entonces que recordé todo lo que había pasado la noche anterior, unos recuerdos más  claros que otros, pues habían unos  en los que sólo lograba reproducir retazos de varios momentos en mi memoria.

Lo que sí tenía grabado a lava hirviendo dentro de mi cabeza, eran unos gemidos suaves, aterciopelados, profundos, delicados, excitantes e inolvidables. El ardor de la lujuria se desplazó de mi pecho, hasta mi entrepierna, tornándola dura cual roca, cerré los ojos y nuevamente pude observar con claridad su rostro enmarcado con mis manos, mientras la lascivia resplandecía en sus iris grises.

Pude regresar el tiempo a la noche anterior, observándo como sus hermosos y apetecibles labios se abrían al momento en que un místico gemido se escapaba de su garganta, al tiempo en que yo la embestía con parsimonia y también  con salvajismo. Sin darme cuenta, me había desplazado a la habitación y en ese momento pude notar el pedazo de encaje que tenía aprisionado en mi puño.

Una sonrisa ladeada creció en mi rostro, mientras me sentaba en la cama y sin pensarlo dos veces; dirigí esa hermosa braga de color rojo a mi nariz, respiré profundo y el olor me volvió loco. Apreté con fuerza la prenda entre mis dedos y moví mi mano izquierda a la dolorosa erección, que parecía que me iba a estallar por falta de atención.

Encerré el tronco dentro de la palma y al instante sentí como las venas sobresalientes en él, palpitaban con descontrol encargándose de bombear sangre de más a mi miembro. Un jadeo se escapó de mi garganta, cuando le dí un apretón, para después empezar un vaivén que empezaba desde la punta hasta la raíz.

—¿Qué fue lo que me hizo esa mujer, para no dejar de pensar en ella? —susurré con reproche, mientras ejercía más fuerza en la mano que sostenía las bragas y más velocidad a la que apretaba mi erección.

Segundos después, varias gotas de sudor caían en espiral desde mi frente hasta mi pecho, mientras que la primera gota transparente del líquido preseminal nacía en la abertura que se encontraba en mi glande. Unas cuantas sacudidas más y por fin podía estar satisfecho.

La familiar presión en mi falo, ya se estaba empezando a sentir, dejándome saber que solo era cuestión de segundos para poder obtener mi tan ansiada liberación... y lo habría conseguido, pero el timbre de mi maldito móvil empezó a sonar por toda la estancia de la descuidada habitación.

Con frustración solté las bragas y mi miembro, para después levantarme enseguida y comenzar ha buscar el aparato. El sonido causaba que el dolor de cabeza se tornara más insoportable con cada segundo que pasaba.

El fruto del Edén [+18]Where stories live. Discover now