🐕: 🄷🅴🅈

1.3K 136 23
                                    

─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───

El japonés soltó su maletín, dejándolo caer al piso, había sido un día estresante. Escuchó las risas de su familia, todo el estrés fue liberado de su cuerpo con ese sonido. Se quitó los zapatos y caminó a la cocina del departamento.

—¡Papi! —gritó la pequeña niña, con pequeñas chapitas en cada mejilla, pestañas largas y cabellos púrpuras, corrió hacia Zoro quien la cargó justo al abrazarla.

—¿Cómo te fue hoy? —preguntó él.

—Bien, tía Kuina me llevó al parque. —Zoro sonrió y volteó a ver a su hermana agradeciéndole con la mirada.

—Bueno, dile gracias a tu tía y ve a dormir, estaré ahí en un minuto —la niña asintió y corrió a su cuarto tan pronto sus pies tocaron el piso. Zoro volvió su mirada a Kuina—. Gracias.

—Oh no es nada, me agrada el bicho —Zoro rió—. Debo irme, te veo el lunes.

—¿Qué?. No. Dijiste que podías cuidarla mañana.

—No, yo te dije si puedo, ¿te avisé algo? —Zoro negó—. Entonces significa que no puedo ¿no crees?, hasta el lunes hermanito. —palmeó la espalda de Zoro un par de veces.

—¿La tendré que cuidar mañana yo? —Kuina asintió mientras caminaba a la salida—. No puedo hacer eso —La peli azúl se puso sus botas y abrió la puerta—. Kuina, ¿qué esperas que haga?

—No lo sé, ¿llevarla a la oficina?, no debe ser tan difícil, tiene tres años, Zoro, no es difícil entretenerla.

La puerta se cerró, el peliverde se quedó viendo la madera hasta que el grito de Tama diciendo que estaba lista se hizo presente.

Y no, Zoro no era un mal padre, de hecho era bastante bueno si consideramos que la madre de Tama vino con la bebé diciendo a Zoro que sería deshumanizado no aceptarlos ya que la pequeña era su hija. Sí, conoció a su hija cuando ésta tenía apenas una semana de vida y un día después de que Zoro aceptara que se quedarán con él y tratar de ser una familia, la madre de Tama decidió irse y dejarle un pequeño humano como recuerdo.

Así que nuestro amigo peliverde tuvo que arreglárselas solo, hasta que su querida hermana se mudó a la ciudad y ofreció su ayuda a su hermano.

Su hija era su vida, había tratado de volver al juego de las citas, pero las y los omegas que llegó a conocer no estaban dispuestos a unirse a su familia de dos. Así que Zoro se dió por vencido antes de herir el orgullo de su alfa interior.

Al día siguiente Zoro despertó más temprano que nunca a Tama quien no estuvo alegre con éste cambio. Un puchero en sus pequeños labios estaba bien formado desde que Zoro la había comenzado a vestir.

Después de desayunar y bien abrigados ambos, subieron al autobús para ir a la oficina donde Zoro trabajaba. Tama se quedó dormida, cosa que Zoro agradeció, la gente del colectivo lo miraban extrañados. Un alfa llevando a su cachorra a la oficina.

—¿Qué hace ella aquí? —preguntó Ussop señalando a Tama.

—Nadie más podía cuidarla.

—Tienes una junta Zoro, ¿qué pasa? —Zoro se descolgó la mochila de su niña y la puso en el escritorio de su compañero.

—Cierto, aquí tienes —le pasó a la niña y Ussop la cargó sin más opción—. Si despierta dale el oso azul de su mochila, no tardo.

—¡Zoro! —gritó en una clase de susurro para no despertar a la niña. El alfa sólo corrió hacia la sala de juntas.

Afortunadamente Tama no despertó hasta que estaba acostada en el sillón de la oficina de Zoro y ésta estaba ahí. La niña se la pasó corriendo de un lado a otro sin salir de la oficina. Comieron un sándwich de la cafetería a la hora del almuerzo.

Hubo un momento, donde Zoro tuvo que salir tres segundos a dejar unos papeles en el escritorio de Ussop, la pequeña Tama salió de la oficina de su padre y fue a explorar el lugar. Una omega le dió una galleta cuando fue a la sala de descanso, la niña le sonrió de la sala. Caminó hacía donde creía era el camino a donde estaba su padre.

En esos momentos todo el piso de Zoro buscaba a una pequeña que andaba suelta. La niña se escondía jugando a los espías mientras iba a la oficina de Zoro, entonces la niña sé estrelló contra una pared y cayó al piso, su cabeza rebotando por el golpe, provocando que la peli púrpura se desmayara unos segundos.

Al despertar estaba en los brazos de su padre quien corría por la calle. La niña empezó a reír debido al movimiento. Zoro trataba de controlar su aroma, pero su alfa estaba completamente alterado por su cachorra.

Un omega deslizó la puerta corredora entrando al cuarto, tenía puesto un uniforme rojo, leía los papeles que Zoro había llenado al inicio. Levantó la cabeza y le sonrió a Tama.

—Hey cachorrita —dijo alegremente—. ¿Así que te diste un golpe en tú cabeza, cierto?

—Sí —el peliverde trató de concentrarse en su cachorra, pero no podía dejar de ver los ojos obscuros del médico.

—¿Quieres jugar un juego? —la peli púrpura asintió—. Bien, mi nombre es Monkey D. Luffy, ¿puedes decirme el tuyo?

—Roronoa Tama.

—Okay Tama, ¿ves ésta lucecita? —la niña asintió viendo la pequeña lamparita que Luffy sostenía—. ¿Puedes seguirla con tus ojos?

Zoro vió como el objeto se movía lentamente de derecha a izquierda, de arriba a abajo, en diagonal. Los ojos de su cachorra seguían atentos a la luz.

—Bien hecho —dijo el brasileño haciendo sonreír a Tama—. Ahora, ten estás pelotitas, una en una mano y la otra en la otra mano —ella lo hizo—. ¿Puedes apretar la azul? —ella lo hizo—. ¿Y podrás apretar la roja? —también lo hizo—. Pero que nenita tan inteligente. —la cachorra rió tímidamente.

Luffy anotó algo y voltó a ver al padre de la cachorra por primera vez. Sintió una presión en su pecho cuando sus ojos se conectaron con los verdes esmeraldas del alfa. Aclaró su garganta antes de hablar.

—Ella está bien, los niños resisten demasiado, tuvo una contusión, sus pupilas estaban demasiado dilatadas, no la deje dormir por un par de horas.

—¿Ella está bien entonces?

—Sí, ella está bien, siempre podemos sacar tomografías si quiere, pero no es necesario en niños, aún así me gustaría que tomara éste jarabe sólo por si presenta mareos —le dió la prescripción al alfa.

—Gracias. —el peli verde tomó la hojita.

—Para eso estoy aquí shishishi —se volvió hacía la cachorra—. Hey, tengo un premio para ti por ganar el juego —fue a una de las vitrinas y sacó un bote con paletas de varios colores—. ¿Qué color quieres?

—Azul —Luffy tomó una paleta color azul y se la díó a la niña quien sonrió ampliamente antes de lamer el dulce. El omega sonrió y vió a Zoro una vez más.

—Daré éstos papeles y una enfermera les dirá cuando puedan irse —Zoro asintió—. Está es de mi parte, no le digan a mi jefe —sacó una paleta roja y se la dió al alfa, después dejó el frasco en su lugar y se despidió de la pequeña antes de salir.

No había sido mucho, no había sido nada, pero la pequeña peli púrpura tuvo una idea, ella sabía que las princesas en las películas tenían un momento con los príncipes donde sus ojos brillaban, ella vió ese momento entre el omega y su papá. Su misión como espía era ayudar a su papá.

─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───

♯ 𝖺𝖽𝖺𝗉𝗍𝖺𝖼𝗂𝗈́𝗇 !♡(=´∇`=)

ᑭᑌᑭᑭY ✦ 𝗭𝗢𝗟𝗨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora