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Mi nombre, como todos sabrán, es Naruto Uzumaki.
Mi ocupación en mi aldea era ser el Jinchūriki de el Zorro demonio de las nueve colas, (Kyūbi no Yokō).
Ser el retenedor de semejante ser no fue agradable, no al menos en mis primeros años de vida, aunque siendo sincero... No sabía que algo así estaba dentro de mí.
Vivía en la ignorancia a la que se me acostumbró sin siquiera saber el motivo por el cual siempre estaba tan solo, por el motivo del cual la gente de mi aldea me despreciaba y hablaba a mis espaldas.

Odiaba eso, estar tan solitario en un lugar se suponía reconocía como mi hogar... La sensación de sentir que me miraban con nada más que odio a mis espaldas era, en consecuencia, aplastante y sofocante.
¿Cómo tenían el valor de mirar de esa forma a tan solo un pobre niño?, me lo preguntaba a diario cada vez que iba a mi cama, que era tan dura e incómoda como una piedra.
Luego, cuando alcancé la edad suficiente cómo para entrar a la academia Ninja, creí que todo mejoraría... Así fue, al menos por un tiempo.
Ser burlado solo por no manejar algo tan simple como un clon de mi mismo... Me dolió, pero supe enmascarar bien la sensación con un enojo fingido del cual nadie nunca sospechó al notarlo genuino.

Cuando se llegó el día de los resultados finales en el examen para saber si realmente sería un verdadero Ninja, fracasé, no logré pasar ninguna de las pruebas... Lo sabía, claro, pero la esperanza de que lo había echo bien jamás se fue de mi corazón.
Ese día realmente sentí la soledad, todos me miraban como antaño, solamente podía escuchar como susurraban mientras estaba sentado en un columpio sin decir nada...
Después de todo, ¿Quién me tomaría en cuenta?

Decidí que me haría fuerte, no importaban el método ni los riesgos que eso conllevara.
Así fue cómo con esa idea en mente, robé el pergamino del sello que contenía los Jutsus prohibidos de toda la aldea.
Era algo que no sabía debido a que solamente busqué poder a la desesperada.
Esa noche fui elogiado por mis esfuerzos, aunque supe después que lo que hice estuvo mal pero valió la pena, logré ser un Ninja después de todo.

El resto es historia, una historia que todos conocen por lo que no diré detalles.
Ahora mismo estaba peleando contra mi Ex-compañero de equipo, Sasuke Uchiha.
Nuestro encuentro final, dónde todo empezó para ambos tras su deserción de la aldea cuando eramos niños, el valle del fin.

Sus deseos, ideales, todo lo que dijo me pareció... Absurdo.
¿Ser un Hokage de las sombras?, ¿Cargar con el peso del odio por si mismo?, eso era algo que solo los más fuertes de mente podían hacer, él no era fuerte de mente y lo demostró con su burdo plan de poseer el poder de las bestias con cola para arraigar el odio hacia si mismo con el fin de unificar al mundo contra él.
Eso únicamente terminaría matándolo por un objetivo que había sido logrado durante la guerra tras unificar a las 5 grandes aldeas para derrotar a Madara Uchiha.

Lanzamos nuestro último ataque, nuestras ideologías chocaron en un fiero frenesí por ver cual se alzaba sobre la otra.
Su Chidori infundido en Amaterasu contra mi Rasengan... El resultado de ese choque es desconocido para mí, aunque debo suponer que lo último que quedaba de ese valle fue reducido a únicamente escombros de lo que alguna vez fue.

Ahora estaba... Viendo el cielo celeste, escuchaba las hojas de los árboles mecerse por la ligera brisa del viento, algunas aves silbar en la lejanía.
No sentía mi brazo derecho, supuse que fue por el hecho de que se deshizo al colisionar mi último ataque contra Sasuke.
Intenté erguirme de pie pero no pude, me dolía todo el cuerpo, sentía mi espalda recostada contra una estructura cuadrada que me incomodaba pero no podía hacer nada.

Ahí fue cuando logré verla, una mujer zorro de nueve colas... Era tan extraño, en las naciones elementales no existía gente con rasgos animales salvo fuera un Jinchūriki con su poder liberado o las mismas bestias con cola.
Su mirada era de preocupación, sus bellos iris color anaranjado me recordaron a la miel de eucalipto.
Parecía preguntar algo, pero no logré articular palabra alguna debido a mi desgaste, poco después no escuché nada pues parece que me quedé inconsciente.

Vaivén de los Nueve colas (Pausa)Where stories live. Discover now