Capítulo: 20

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—Tengo que ir, la conozco— dice Emma antes de salir de la ducha, para acto seguido envolver su cuerpo en una bata.
—¿Entonces terminaré yo solo?— inquiero con el ceño levemente fruncido.
<<Esta situación ya está empezando a hartarme, ¿tendré que secuestrar a mi novia para poder estar a solas con ella?>>.

La voz chillona de Nataly se vuelve a hacer escuchar antes de que pueda darme una respuesta y es casi inevitable no poner los ojos en blanco, frustrado.

Debido a la frustración ya ni puedo terminar.

Aprovecho el agua está calentita para bañarme y lavarme la cabeza con su champú de frutas. Así por lo menos su olor me acompañará el resto del día y no la extrañare tanto.
<<¿Desde cuándo TÚ extrañas a la gente?>> pregunta en burla la vocecita de mi cabeza.

Haciendo caso omiso de ella, envuelvo mi torso en una de sus toallas y salgo a por mi ropa.

Al salir del baño, cómo no, Nataly sigue ahí.
—Hola— saludo sarcástico.

Desde a través de el espejo puedo notar como Nataly le lanza una mirada en desaprobación.
—¿Tus padres saben esto?— pregunta, claramente refiriéndose a mí.
—No, y tú no se lo vas a decir— decreta Emma.
—Vale, después no me digas que no te lo advertí— dice para acto seguido cruzar la puerta e irse, visiblemente enojada.

—¿No vas a decir nada?— pregunta mientras me coloco mis vaqueros delante de su espejo.
—No hace falta— respondo seco.
—¿A qué se refiere Nataly?— indaga.
—No lo se, simplemente no le caigo bien y ya, no hay tanta explicación para eso— digo de malas formas.

<<Nunca se había comportado así antes, y a decir verdad, tampoco me importa, un enemigo más, uno menos, no hace la diferencia>>.

—¿Vendrías a una fiesta conmigo?— se coloca frente al espejo para que le preste toda mi atención.
—¿Qué fiesta?— investigo.
—Una a la que me invitó Nataly antes de que salieras del baño— me explica, concentrada en jugar con un mechón de pelo húmedo, que ha decidido colarse en mi frente.
—Vale, te acompaño, de seguro irá Leo.

Olisquea el mechón rebelde con el que ha estado jugando los últimos dos minutos.
—¿Usaste mi champú sin mi consentimiento?— finge desaprobación.
—Sí, ¿te molesta?— mis manos atraen su cintura para que nuestras frentes se toquen.
—Para nada— confiesa finalmente, mientras sonreímos al unísono.

Las patitas de la bola de pelos empiezan a hacerse presentes entre nosotros, tratando de subirse para que lo carguemos, haciéndonos reír hasta casi perder el aliento.

Toma mi rostro entre sus manos, traviesa.
—¿Qué te parece si cuando viremos de esa fiesta vemos esa grabación de la oficina y te quedas de nuevo?— pregunta, a la vez que su dedo índice recorre mi pecho al descubierto y sus dientes atrapan ese regordete labio inferior suyo.
—Suena peligrosamente irresistible— digo para después recuperar su labio de entre sus dientes y chaparlo en respuesta.

Nada más llegar a casa voy a asaltar el refrigerador.

Traigo un hambre de mil demonios juntos.

Concentrado en mi desayuno ni siquiera me percato de que mi abuela ha entrado a la cocina para tomarme por sorpresa cuando me hace cosquillas en el único lugar donde tengo: el cuello.

—¡Mierda!— exclamo dejando caer en la encimera el sándwich con queso que me había preparado unos minutos antes.
—Esa boquita, niño— riñe divertida, aparentemente muy contenta.
—No me la busques— contesto una vez ya he recuperado mi sándwich.

—¿Y Emma?— pregunta sirviéndose un vaso de agua.
—En su casa.
—¿Y por qué no estás con ella?— pregunta finalmente, después de beberse su agua.
—Ja, ¿tan pronto y ya quieres que me vaya?— contesto con la boca llena.
—No, pero debes pasar tiempo con ella, cuidarla.
—¡Increíble!, ayer te la presenté y ya la quieres más que a mí.

Roma: Al derecho y al revés, es amor © #1 [BORRADOR]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum