CAPITULO 8.

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Yeon Jun miró su reloj por tercera vez en esa tarde.

Era la una con dos minutos y el salón de clases ya contaba con la presencia de la mayor parte de sus alumnos; algunos todavía atravesaban el umbral con calma mientras comentaban lo divertido que había sido su fin de semana.

Cierto beta de cabellera rubia ingresó al aula, sin compañía, con un montón de cartulinas blancas hechas rollo y su mochila semiabierta colgando del hombro. El chico agitó la mano en su dirección y tuvo que corresponder el amable gesto, perfilando una sonrisa escueta.

La ventura se evaporó al no ver a Soo Bin llegar detrás de su amigo, por más que esperó verlo entrar, eso no sucedió. Sus anteriores sospechas tomaron forma, todo indicaba que el omega sí había renunciando a los créditos extra ese semestre.

Su ánimo decayó tres niveles; después de la convivencia que hubo la noche del bar, ansiaba seguirlo frecuentando y eso le sería el doble de difícil al no tenerlo en el taller.

Se rascó el párpado, suspiró quedamente y se puso de pie para dar comienzo con la lección de esa semana. Eso podría mejorar su desaliento.

—Buena tarde a todos —Saludó cordial, parándose al frente del pizarrón—. ¿Han traído el material que les solicité?

Unos cuantos asintieron en réplica, mirándole con atención.

—Excelente, saquen por favor su–… 

Dos toques seguidos a la madera de la puerta, le hicieron callar.

—¿Yeon Jun? —Una voz accidentada, le llamó desde afuera.

El mencionado atendió al girar el rostro y todos hicieron lo mismo, volteando de lleno a la entrada.

Soo Bin estaba recargado en el marco, con una mano sobándose el pecho y con la otra sosteniendo la correa de su mochila. Parecía que había corrido un maratón, estaba agitado, con los rizos hechos una maraña y cansado como pocas veces en su vida.

—Puedo… ¿Puedo pasar? —murmuró sofocado, en un tono bajo.

—¿Soo Bin?, ¿Estás bien? —El alfa inquirió con preocupación.

—Sí, sí —Soltó en una bocanada—. Es que corrí... Yo, ¿aún p-puedo entrar?

Joder.

Su instinto protector de alfa, casi lo incitó a ofrecerle su silla y sentarlo hasta que su respiración se controlara, mientras le frotaba la espalda.

Tuvo que luchar por preservar la cordura.

—Toma asiento, no te preocupes —pronunció, sin siquiera pensarlo—. Apenas vamos a comenzar.

Seguido de un par de segundos que utilizó para hallar el sosiego, localizó a Huening Kai cuando este levantó la mano, resaltando entre los demás con una seña.

Le apenó en demasía tener tantos pares de ojos encima, así que con celeridad, arrastró los pies por la loseta y se dirigió hasta el asiento que su beta favorito le apartó.

Yeon Jun no halló el modo de conciliar lo que estaba sintiendo, era una mezcla de alegría por verlo ahí y de inquietud por la forma tan desbocada en la que arribó, probablemente se le había hecho tarde e hizo todo lo posible por alcanzar a llegar.

Y aún así, el omega no cumplió con el acuerdo grupal convenido y por supuesto que alguien lo notó.

—Yeon Jun, es la una con ocho minutos —Sung Jong recalcó, golpeteando los dedos en su cartuchera—. Creí que habías dicho que solo teníamos cinco de tolerancia.

THE PRETTY ARTIST ~ YEONBINWhere stories live. Discover now