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Las llamativas melodías en sintonía que se dejaban escuchar por el extenso prado a causa de la gran aglomeración de aves que cruzaban el extenso firmamento diurno llegando a ser encantador para el oído humano, mismo sonido el cual iba acompañado por el alba de aquella calurosa mañana donde los rayos del sol iluminaban y calentaban todo a su paso bañando con su majestuosidad el cielo y la tierra.

Y era tan acogedor aquella imagen que deleitaba al sentido, causando tanta serenidad el llenarte de la brisa mañanera que revolvía las hojas de cada enorme árbol, arbusto o pasto, esto en conjunto del conocido canturreo o bufido de diversos animales que prevalecían en aquel sector. Las conocidas campanadas matutinas de la iglesia central de aquel pequeño pueblo anunciando la hora exacta para sus habitantes, este hecho dándose únicamente para que sin excepción, todos los pobladores den inicio con sus deberes rutinarios como de costumbre.

Oh, bueno, eso se esperaba ¿no?

Comúnmente, sí

No obstante, en aquel precioso día en el hogar de los Kim todo era fuera de lo rutinario y se podía comprobar la veracidad de esto ante el leve llanto en conjunto de dos mujeres que no deseaban soltar a un particular joven que estaba conteniendo lo mejor que podía su sentir al ver a su madre y abuela romper en un incesante diluvio, todo debiéndose al observarse como su padre le estaba ayudando a subir el ultimo de sus equipajes en el maletero del vehículo que lo ayudaría a llegar a su futuro destino junto con el desplazarse por este en los siguientes días y años.

– ¡Campeón, todo listo! – anunció desde la lejanía el hombre canoso, mientras presionaba aquel particular botón para que la puerta del maletero se cerrase de manera automática, otorgándole aquella facilidad al mayor para poder acercarse a paso apresurado a aquel pequeño círculo familiar que a su pensar estaba haciendo más escándalo del necesario. Su mirada cayendo de manera instantánea en el rostro lloroso de la mujer que lo trajo al mundo – Mamá ya deja de llenarlo de lágrimas, Taehyung tan solo se ira a un par de horas de aquí, no es como si no fuera a regresar

Te hubieras mantenido al margen...

– ¡Cierra la boca, Dongwook! – regañó enfurecida la mayor de todos, esto mientras que sus palmas acariciaban las rellenas mejillas de su nieto quien sonreía bonito para ella pidiéndole el no preocuparse por él – ¿Cómo podría estar tranquila al saber que mi pequeño está en esa grande y fea ciudad? – preguntó la mujer, el más joven sintiéndose apenado de repente, llevando su diestra a acariciar la parte posterior de su cuello al no saber que con exactitud responder a lo espetado, mucho más cuando se le observó con reproche – ¿Por qué tuviste que aceptar ese traslado a Seúl, Taehyung?

Oh

– Es la universidad más prestigiosa del país, abuela – volvió a explicar sin una pizca de fastidio en su entonación el alfa, esté estando más concentrado en desear grabar en su memoria aquellas caricias que en unos minutos no volvería a tener cerca como normalmente las tenía a su disposición cada mañana – Esta es una gran oportunidad para mis estudios y una alta posibilidad de poder sobresalir del resto en el área laboral, no podía desaprovecharla

– Mi Taehyung ya es todo un adulto – espetó entre llantos la bonita omega pelinegra, Hyekyo, quien ahora se ubicaba en el lugar que antes ocupaba la mujer mayor, abrazando con tantita fuerza al alto joven que sonrió encantado por el afecto consolador de la mujer que le dio la vida y lo guio durante esta – Estoy tan orgullosa de ti, mi cachorro

Los iba a extrañar...

– Y me esforzaré para seguirlos enorgulleciendo – prometió Taehyung, devolviendo gustoso aquel afecto mientras ocultaba el rostro en el cuello de su madre, aspirando desde la fuente el tranquilizante aroma a frutillas que tanto amaba – Ya lo verás, mamá. Regresaré aquí con aquel cartón y el birrete de egresado, tan solo me hacen faltan dos años, los cuales pasaran volando

SERENDIPITY || KTH & JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora