CAPÍTULO 18

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Una vez en primero de primaria, la profesora de Jimin lo detuvo antes de que pudiese marcharse para buscar a su hermano. La profesora Jiyu, quien era una Alfa demasiado intimidante a ojos del pequeño omega, le preguntó al chico si había problemas en casa de los que le gustaría hablar.

Jimin contestó lo siguiente:

—Mi casa se está incendiando.

Y ese era su superpoder: Ser el único que podía ver el fuego. Cuando necesitaba distraerse mientras todos se reunían para cenar y escuchar las hazañas de Jungkook, Jimin imaginaba que creaba fuego con sus manos que se expandía por toda la mansión. De esa forma, podría convencerse de que su manada temía por su increíble poder y no por la terrible decepción que les provocaba su presencia.

—¿Por qué piensas eso, Jimin?

Jimin estaba moviendo sus pies, siempre movía los pies y jugaba con las mangas de su suéter cuando se ponía muy nervioso. Luego fijó su mirada sobre el pequeño escritorio.

—¿Sabía que tengo poderes? —respondió el niño, continuando dibujando con las crayolas que su tío Yeonjun le había regalado.

—¿Qué clase de poder?

—Pues que puedo ver el fuego —obvió—. No creo que mi hyung lo note. Nadie en mi manada lo hace. Ni siquiera usted. Pero yo sí lo noto. Está por todas partes. Creo que... —se inclinó en su dirección como si estuviese por revelar un gran secreto—: Por eso no se me quiere acercar nadie aquí.

La alfa acercó su mano en dirección al rostro del omega y lo acarició. No se sintió como una caricia similar a la de Anthony, no contaba con la calidez ni el cariño. Era diferente, desde la manera en que le sonreía y el cómo descendía sus dedos hasta llegar a su cuello. Lo incomodó.

—Es una lástima que un niño lindo como tú no tenga muchos amigos. Si quieres, yo podría ser tu amiga —ofreció.

Jimin alejó su rostro y se removió incómodo en su asiento. Los Alfas eran raros. Siempre eran raros, como los amigos que llevaba Seokjin a casa, siempre lo veían como si fuera una pequeña presa que quisieran comerse. Pero Jimin tenía seis años, no entendía mucho de este mundo.

—Bueno, podemos ser amigos —dijo un poco tenso, pero ingenuamente emocionado—. ¿Quiere que le enseñe un truco con mis manos? Mire, es así —empezó a hacer un intento de conejo con sus dedos—. Mmm, no me sale bien.

—Yo te ayudo —ella propuso, poniéndose de pie para tomar las manos de Jimin y acariciarlas.

El niño la dejó, eso no tenía nada de raro. Pero luego ella puso su mano sobre su muslo y lo tentó y... Bueno, eso sí que estuvo muy extraño.

Jimin arrugó la nariz cuando la mujer continuó hablando sobre cosas vagas, sobre lo hermoso que era como para ponerse triste y el cómo ella podría ayudarlo a ponerse más feliz. No se sentía como un cumplido la manera en que lo elogiaba. Y se volvió demasiado insistente cuando le propuso jugar algo divertido.

Jimin agrandó sus ojos al sentir que la mano de la profesora se estaba acercando más a su entrepierna.

—Cuéntame más de tu familia —pidió Jiyu para distraerlo.

—Yo... —Jimin empezaba a alterarse, no sabía la razón, pero sentía que lloraría de nuevo.

Jiyu estaba demasiado cerca, invadiendo su espacio personal y sus feromonas le picaban la nariz. <<Ten cuidado con los Alfas y recuerda que nunca pueden tocarte si no quieres>> le había repetido Anthony una tras otra vez. Bueno, pues ahora no quería que ella lo tocara.

La Propuesta - YoonminWhere stories live. Discover now