Capítulo II.

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𝐴𝑙𝑒𝑘𝑠𝑎𝑛𝑑𝑒𝑟.


Tomo mi whisky mientras divisó como uno de mis hombres muele a golpes a uno, que creyó que podrían verme la cara de idiota, sus "secuaces" están presenciando todo con ojos aterrorizados, el ambiente huele a sangre, humedad pero sobre todo miedo, angustia y desesperado todo eso sienten estos imbéciles y no se molestan en disimular sus feromonas. Me encanta ese olor me encanta sus rostros de angustia y desesperación por ver quién será el próximo; bebo lo que queda en mi vaso lo dejo encima de una mesa para luego levantarme, acomodo mi traje y con un gesto hago que mi guardia deje al hombre que ya está más en el otro mundo.

— Ahora, ¿Sí vas a querer hablar o hago que Igor continúe?— Pregunto al hombre mientras me poso en frente de el, este levanta la cabeza con un poco de dificultad para poder mirarme al rostro— Vuelvo a repetir la pregunta que te hice hace un rato, ¿Donde está mi dinero?.

—Nno lo de-e d— El sujeto intenta vocalizar algo pero no puede, quizás es porque Igor le quitó casi todos los dientes, fastidiado chasqueo la lengua y me voy paseando por cada

— ¿Sabes que es lo que más me molesta? Que se les concedió un voto de confianza, pero ustedes creyeron que me podían ver la cara de idiota— Me situó enfrente de uno que por su aroma inexistente percibo que es un beta el único por lo que noto, este me observa con cara de terror y tiene que hacerlo porque sabe que hoy no sale con vida— Tu me dirás dónde está mi dinero y si lo haces te dejaré morir de una manera menos dolorosa- Insinuó señalando a su jefe.

—S-se lo d-dire pe-pero si-nno me ma-mata— Arqueó una ceja y esbozó una sonrisa, apesar de estar cagandose en los pantalones se atreve a ponerme condiciones.

— Verás te propongo un trato yo vine desde tan lejos y tú eres el único que se ha atrevido a ponerme condiciones, estoy dispuesto a negociar para largarme rápido— Lo veo tragar grueso mientras le informo, considero que ya se dio cuenta que hizo mal en ponerme condiciones, pero voy a jugar un poco con el- Si me dices dónde está mi dinero te dejaré matar a lo que queda de tu jefe, recuerda el fue el que te metió en todo esto— El hombre voltea la vista a su jefe y lo observa con puro rencor en sus ojos, mi sonrisa se agranda mucho más, listo ya lo tengo.

El hombre al poco rato soltó todos y cada uno de los detalles de su supuesto plan perfecto, pueden creer que pensaban irse a otros lugares del mundo a costa del bolsillo mío, increíble. Cuando todo está dicho salgo del almacén abandonado para que mis hombres terminen su trabajo, nadie debe salir vivo y después se quema este lugar para no dejar rastro de nada.

Odio los aeropuertos, odio a las grandes multitudes mejor dicho odio todo en general, gracias al imbecil de Igor que no pudo venir más rápido porque se detuvo para ayudar a una señora a pasar la calles ya que como era muy mayor tenía miedo que la atropellara algún vehículo y se nos hizo tarde para abordar el carro que nos llevaría a la pista donde me esperaba el avión privado, así que ahora me encontraba con la necesidad de pasar el interior del aeropuerto para llegar a el.

Cuando vamos caminando las personas nos observan sin disimulo, mis hombres están esparcidos minuciosamente por si se presenta algún inconveniente. Cuando llegó a algún lugar no cabe duda que llamaré la atención aún si así no lo desee.

Mientras voy avanzando entre la multitud a lo lejos algo llama mi interés una cabellera castaña dando vueltas cuando más me acerco visualizo que tiene una niña en brazos mientras sigue girando; a mi alrededor noto como muchas omegas desprenden su feromonas para ver si llaman mi atención pero yo solo puedo ver a la única persona que no tiene sus ojos puestos en mi, deposita a la niña en el suelo mientras toma sus cosas. Como está de espaldas a mi no logro detallarlo bien pero tiene un cuerpo muy hermoso 𝑂𝑚𝑒𝑔𝑎 pienso de inmediato, le dice algo a las niña que hasta ahora está con una mujer ¿𝑆𝑒𝑟𝑎́ 𝑠𝑢 𝑚𝑎𝑑𝑟𝑒? tal vez si, cuanto esté se da vuelta todo a mi alrededor desaparece todo absolutamente todo se esfuma. No hay palabras para describir a tal belleza angelical es algo inefable. Mis pensamientos no sin racionales.

A tus pies.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora