Capítulo VIII.

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El ambiente está pesado, un aura imponente se cierne por todo el salón. Los aplausos y murmullos son ecos lejanos, solo puedo escuchar los latidos de mi corazón, mi respiración agitada, mis manos se encuentra temblando y sudorosas.

Cuando ya se calman las personas volteo nuevamente y lo veo. Mi mirada choca con la de él pero no fue casualidad el ya me estaba mirando, son unos ojos heterogéneamente vividos y muy saturados. El estremecimiento corre por cada célula de mi cuerpo al percibir su aroma que en estos momento está por encima de cualquiera, sándalo pero ahora ya puedo descifrar lo que antes no y son las notas almizcladas. ¿El será el de ese día?.

Es la propia tentación en persona, un hombre imponente con porte amenazante, sus mirada es de acero puro son de un gris profundo que podrías admirar por horas y aún así no cansarte de verlos. Su ceño se encuentra fruncido como si algo le molestará dándole un aspecto más peligroso.

Aquí tenemos a el señor Aleksander Lermontov y a la señorita Verónica Kuznetzav sin ellos este proyecto no se fuera llevado acabo, démosle un segundo fuerte aplauso— Hablan en los altavoces y ahora es que me doy cuenta que a su lado se encuentra una mujer, al verla es como si me cayera un balde de agua fría encima.

Ella... Es de la que hablaron en las noticias, la que estaba saliendo con alguien importante, osea el.

La mujer es toda una princesa salida de un cuento de hadas, ese vestido negro resalta sus curvas envidiables, su cabello de un rojo fuego descansa de un lado dejando ver sus esbeltos hombros y cuello en persona es mucho más hermosa que por televisión, ella está colgada de su brazo haciendo que una punzada se instale en mi estómago es algo inexplicable nunca me ha pasado. En estos momento acepto que no debí de venir.

Como puedo me levanto de la mesa haciendo que todos los presentes me miren expectantes, cuando paso mi mirada por cada uno de ellos sus expresiones son de preocupación y para calmarlos embozo una sonrisa fingida.

— ¿A donde va?— Pregunta preocupado el rubio.

— Quería ir a tomar un poco de aire— Informo haciendo que los cuatro se pongan de pie.

— Sientense— Les ordena Dmitry serio— Nate ya va a empezar la cena, ¿puedes esperar un momento?— Me mira con ojos de súplica y yo la verdad no sé qué hacer pero termino aceptando— Solo un momento, te prometo que te llevaré fuera para que te relajes— Yo solo asiento y vuelvo a tomar mi lugar en la mesa.

Siento sus ojos clavados en la parte trasera de mi cabeza pero los ignoro. No se porque estoy tan nervioso a lo largo de mi vida he ido a muchas cenas donde la gente se presenta solo para presumir quien tiene más que quien, quien tiene el omega trofeo más bonito que quien, era muy agotador. Será que es eso al volver a venir a una de estas me siento nervioso saliendo a flote todos esos recuerdos. O será solo porque está el aquí.

— Quiero que esto termine rápido— Pronuncio en un susurro. Un olor a musgo y lluvia llega a mis fosas. Alguien se aclara la garganta y yo levanto mi vista observando a los Alfas pero ellos tienen su vista en mis espaldas.

— Muy buenas noches— Giro mi cabeza hacia la voz y me encuentro con el rubio platino— Lo vi desde que llegó y no tuve el placer de saludarlo. ¿Como estás Nate? Nunca me imaginé que volvería a ver tu hermoso rostro tan pronto— Tiene una sonrisa ladina y esos ojos amarillos brillan más que aquella vez.

— Buenas noche...— Suelto tratando de recordar su nombre pero es inútil.

— Mikhail, Mikhail Pavel— Aclara el al ver que se olvidó su nombre.

— Si. Lo siento por olvidar su nombre— En mi periferia percibo como los muchachos están atentos a cualquier movimiento, eso hace que me sienta aliviado este hombre no me agrada.

A tus pies.Where stories live. Discover now