Terra

42 2 12
                                    

Las plantas no dejaban de vivir, es más, había crecido bastante en esos dos días, cubrían una gran superficie sin molestar cuando la tierra y la humanidad volviera a despertar, los pocos humanos eran cubiertos por un manto verde, Beelzebub y Uriel por unas raíces de un árbol cercano.
Aziraphale y Crowley, quienes yacían dormidos uno contra el otro casi abrazados, habían sido cubiertos por un manto de ramas provenientes de un rosal, pero que creció en sus direcciones sin espinas y floreciendo rosas de un rojo oscuro e intenso al igual que blancas con un toque algo rosado en sus centros.

El ascensor subía lentamente hacia la tierra, Dios tenía una notable ansiedad, pues jugaba bastante con sus manos o con el cabello de su hijo, quien simplemente caía algo dormido por el tacto tan delicado de su padre, algo que no pasó de ser percibido por Lucifer, pero no mencionó nada al respecto y en vez de eso sólo agarró suavemente una de las manos contrarias para mantenerle en calma.
Tardaron varios minutos en llegar, pues a pesar de no ser tan lejos, era peligroso llegar con rapidez por la gran fractura que tenía el planeta; las puertas se abrieron mostrando un escenario desolador y gris, casi todo estaba reducido a cenizas, las calles no se albergaban ningún ser vivo y los hogares se mantenían hechos pedazos. Caminaron entre los escombros hasta llegar a la entrada del parque Saint James, el cual parecía desbordarse de verde pero sus columnas habían colapsado, intentaron ubicar rostros conocidos separándose.

Adam junto con Muriel encontraron a Uriel y Beelzebub, Jesús encontró el cuerpo a medio desincorporar de Metatrón y por último, Dios y Lucifer encontraron a Crowley y Aziraphale, quienes permanecían en un profundo sueño cubiertos de rosas sumamente bellas; buscaron un indicio de grietas pero no parecía que hubieran lo cual era sumamente extraño, ya que se suponía que la tierra había sufrido el impacto en mayor medida, se miraron entre ellos y sin más que hacer se aproximaron al ángel y al demonio, respectivamente los despertaron de sus ensoñaciones.
Aquellos ojos de serpiente abrieron primero encontrándose al rostro angelical que todavía dormía, agarró entre sus manos ambas mejillas y las acarició dulcemente logrando despertarle lentamente, viendo de nuevo esos ojos grises tan bellos que a su corazón moribundo dejaba latiendo.

Crow, ¿estás bien?. Preguntó con cierta somnolencia intentando enfocar su vista, para encontrarse con el rostro de su amado demonio ya algo recuperado de las heridas.

Tranquilo, estoy bien, sólo algo apretado por las ramas, pareciera como si no te hubiera visto en mucho tiempo, ya no tienes las heridas tan pronunciadas.— Sonrió puntudamente y besó con dulzura una de las manos de su ángel, ganándose un sonrojo con el cual deleitar su vista.

Con cuidado, ambos salieron de entre las ramas de las rosas, quedando en sus ropas algunos pétalos, el demonio salió primero para luego ayudar a su ángel a salir; las heridas de ambos ya estaban algo cicatrizadas y las alas de Crowley se encontraban en un estado óptimo al fin.
Observaron el gran desastre que había dejado el enfrentamiento hasta que sus ojos se encontraron con otros ajenos, más concretamente unos sin color aparente y otros de un rojo sangre, el silencio no se hizo esperar, al menos por parte de ambos seres de bajo rango, se resguardaron el uno con el otro sacando de sus mangas sus respectivas armas.

Lucifer se sorprendió por aquella reacción y dió un paso atrás, no sin antes hacer que Dios también retrocediera mientras le sujetaba por la cintura.

No creo que sea prudente para ustedes iniciar otro conflicto, a menos de que quieran que la tierra termine mucho peor.— Advirtió con algo de gentileza Aziraphale, mientras se aferraba fuertemente a su demonio el cual le sujetaba con firmeza de la cintura.

Tenemos las fuerzas suficientes para seguir peleando por este lugar, así que deberían retirarse, tenemos muchas cosas que hacer.— Bufó cansado Crowley, apoyando su cabeza contra el cabello rubio de su ángel.

Caelum, Terra et InfernumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora