Adeline Edevane la hija menor de Robert Edevane y Elisa Edevane los duques de Ecclestone, era la mejor amiga de Daphne Bridgerton cuando eran niñas, hasta que luego de un accidente, cualquier tipo de comunicación con ella se rompió.
Tras 10 años de...
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... No puedo ir a sus tumbas, me duele tanto el pecho, me duele tanto simplemente pensar en ellos, los niños preguntan, los extrañan tanto y no sé qué decirles, no sé cómo explicárselo.
Michael parecen perdidos, Helen no para de llorar y Frannie sigue aturdida.
Pasa el tiempo, pero parece que el dolor no acabara jamás.
¿Como podemos vivir con un dolor así?
Carta de Adeline, la condesa Kilmartin a Violet, la vizcondesa Bridgerton.
Y solo un mes después, John también murió.
Adeline recordaba muy bien ese día, había ido al salón, ya que ahí estaban sus hijos junto con su tío John quien le había dirigido una mirada algo triste, como lo había estado haciendo durante las últimas semanas.
—Me duele la cabeza — le había dicho — Iré a dormir un poco.
—Descansa.
— Tío, ¿Te vas a dormir tan temprano? — le pregunto su sobrino.
—Ohhh es que me tienen agotado, ¿Qué nunca se cansan?
—No... yo tengo mucha energía — le había dicho Elisa.
Francesca y Michael habían ido a dar un paseo.
—Además... no es tan temprano, su hora de dormir está por llegar — les dijo su madre, haciendo que ambos niños corrieran para aprovechar el poco tiempo de juego que les quedaba.
Adeline había logrado dormir a sus hijos y justo cuando salía de la habitación pudo escuchar un grito, un grito que le erizo la piel.
La tristeza era palpable en cada rincón de la mansión Kilmartin, los Bridgerton no habían puesto estar presentes en los funerales y Adeline no había tenido la oportunidad de anunciar su embarazo.
Michael se había ido la India, Adeline le había pedido que se quedara, pero simplemente hizo oídos sordos a sus súplicas.
—Michael... — Adeline había entrado a su despacho tratando de encontrar un momento para hablar con él.
—No... — fue lo primero que le dijo, estaba ebrio, eso era más que claro para Adeline, desde la puerta a unos metros de su escritorio podía oler el alcohol — No soy John.
—Michael — se acercó a él.
—No soy John —repitió él, más fuerte — Ni Derek... no...
