Llámame mamá
"¿Quieres que te trate como el Hokage o como la madre de Naruto?"
Había pocas mujeres que pudieran hacer que Jiraiya sudara frío.
Pensó que estaba en gran medida a salvo ya que todos menos uno habían muerto. Pero uno sólo tenía que salir de la tumba y en ese momento preferiría que lo atraparan espiando a Tsunade una vez más. Kushina estaba sentada detrás del escritorio del Hokage con una mirada impasible en su rostro.
Tenía un mechón de cabello colocado entre la nariz y el labio en un ridículo bigote falso. A su izquierda estaba Naruto, que parecía increíblemente feliz mientras llevaba su sombrero Hokage. "¿Podemos empezar diciendo que tú... no estás muerto?" Preguntó Jiraiya, durante los últimos treinta minutos se había sentado afuera de la oficina tratando de descubrir cómo diablos Kushina volvió a la vida.
Simplemente no tenía ningún sentido para él. El bigote falso cayó cuando Kushina frunció el ceño y se encorvó en su silla. Estaba harta de explicar eso. "Sobreviví cuando me extrajeron el Kyuubi porque soy increíble. Mi cuerpo estaba vivo pero mi alma estaba haciendo cosas raras en otro lugar. Orochimaru tomó mi cuerpo y lo usó durante un par de años, luego regresé y lo eché.
cuando intentó matar a Sarutobi. Ahora, por favor, elige o simplemente voy a hacer cosas". "¿Cuál causa menos daño corporal?" No había ninguna duda en la mente de Jiraiya de que ambas opciones iban a doler. Por una vez, estaba agradecido de que Tsunade estuviera cerca para curar sus inevitables heridas. "Haces que parezca que voy a matarte, sensei." Kushina se rió y descartó la idea.
"Déjame ser claro, estoy enojado y decepcionado contigo, pero no soy un monstruo obsesionado con la venganza que va a empezar a matar a todos los que alguna vez maltrataron a mi hijo". Los hombros de Jiraiya se hundieron aliviados, dio un paso hacia Kushina y finalmente tomó asiento. "Uhh, ¿Hokage, supongo?" "¡Buena elección!" Dijo Kushina agradablemente. Se volvió hacia Naruto y le indicó su sombrero. "Necesito que me devuelvan el sombrero". "Claro que aquí tienes... mamá".
A Naruto le gustó el sonido de la palabra cuando se la entregó a su madre. El sombrero Hokage. ¡Tenía una mamá! ¡Ella lo amaba! ¡Y ella era la Hokage! ¡Este día fue increíble! Kushina colocó el sombrero Hokage en su cabeza y la suave sonrisa que tenía cambió instantáneamente. Tenía un ceño profundamente amargo en su rostro que casi igualaba en profundidad al de Hiruzen. Era una mirada que sólo un Hokage podía dar y ella la había perfeccionado.
Jiraiya instantáneamente se arrepintió de su elección. "Jiraiya del sannin, ¿debes explicar por qué eliges abandonar tu cargo de vigilar la aldea Jinchuuriki que te asignó el último cuarto Hokage?" La voz de Kushina tenía rabia bajo el tono mayoritariamente neutral del discurso del Hokage. "Vamos Kushina, lo soy."
Jiraiya comenzó pero rápidamente fue interrumpido por Kushina. "Te dirigirás a mí por el título que me corresponde". La mirada oscura de Kushina no le dio a Jiraiya ningún margen de maniobra. Jiraiya se tragó el nudo que tenía en la garganta. "Muy bien, Lord Hokage, como usted sabe que mi deber para con la aldea es actuar como su maestro de espías, hasta la fecha mi información ha salvado la vida de su hijo varias veces e incluso la propia aldea durante el reciente ataque de la Arena". "Tus logros no son lo que está en duda, Jiraiya.
Sino la razón por la que descuidaste tu deber de cuidar de Naruto". Kushina corrigió a Jiraiya con mano firme. Metió la mano en su cajón y sacó una copia de Icha Icha paraíso. "Y no digas que estarías demasiado ocupado siendo un maestro de espías cuando has producido varias novelas durante ese tiempo". Jiraiya suspiró y se dejó caer en su silla.
"Si miro hacia atrás, no hay ninguna razón por la que no debería haber podido cuidar más de Naruto o incluso llevarlo conmigo. Pero estaba deprimido en ese momento. Les conté a ti y a Minato sobre la profecía sobre cómo mi estudiante traería la paz. Sinceramente, pensé que era él, ¿sabes? Ni siquiera pensé en Naruto hasta hace apenas unos meses.
