𝙿 𝙰 𝚃 𝙴 𝚃 𝙸 𝙲 𝙾 || 𝙹𝚊𝚛𝚍 𝚇 𝙱𝚘𝚋𝚘 || 𝙴𝚅𝙰𝙳𝙴 (CANCELADA)

-10-

Los meses se deslizaban como arenas movedizas después de aquel incidente, un torbellino de tiempo que parecía haber transcurrido en un pestañeo. Aproximadamente 3 meses o tal vez más, el grupo se sumía en una calma superficial mientras lidiaban con tormentas internas. Los traumas de aquella experiencia se aferraban a sus corazones como enredaderas, tejiendo telarañas emocionales que nublaban la confianza mutua y la fe en sí mismos. Jard, en especial, se sumía en un retiro voluntario en su habitación, donde el eco de sus silencios gritaba más fuerte que cualquier palabra, acompañado de llantos solitarios que resonaban en los pasillos.

La razón tras su aflicción era un misterio, un enigma que eludía cualquier intento de ser desentrañado. Se esperaba que fuera Trooper quien cargara con el peso de la pérdida que amaba, pero era Jard quien se encontraba sumergido en esa oscuridad.

Bobo, aunque su amistad no fuera íntima, sentía inquietud por Jard. Fue el primero en depositar confianza en él, una confianza que era un faro en medio de la oscuridad para ambos.

En la sala, Trooper y Bobo residían en un silencio incómodo desde la partida de Defect. La dinámica entre ellos había cambiado drásticamente tras esa pérdida crucial.

— Bobo, ¿podrías hacerme un favor? — rompió Trooper el hielo.

— ¿Qué tipo de favor...?

— Es que... Jard no está bien... ya sabes cómo está, y me gustaría que lo llevaras a dar un paseo...

— Por supuesto... Necesita despejarse un poco. — Respondió Bobo, levantándose con una sonrisa forzada.

Al dirigirse hacia la habitación de Jard, procuró ser un susurro entre las sombras para no perturbar su refugio.

En cuestión de segundos, se encontró frente a la puerta adornada con un cartel de madera con el nombre de Jard y algunos dibujos espontáneos, huellas de un pasado más luminoso.

— Jard... ¿me permites entrar? — Abrió la puerta con sutileza, sin obtener respuesta alguna.

Al ingresar, casi se topa con una bola de pelos que identificó de inmediato como el gato que había dejado surcos en su brazo. A pesar de su incomodidad al ver al gato, una risa escapó de él al reconocer al felino.

— ¿Aún mantienes a ese insensato gato...? — Comentó con una mueca de desaprobación.

Jard asintió, manteniendo su mirada fija en el recién llegado.

— Cómo pude no darme cuenta de él en estos tres malditos meses... — añadió, cruzando los brazos en un gesto de frustración.

— Suele deambular afuera, solo aparece de vez en cuando. — Explicó, acariciando al gato que se había acurrucado en sus piernas.

— ...Solo vine para proponerte salir a dar un paseo. Si no te apetece, está bien, depende de ti. — Acomodó sus rizos dorados tras su oreja, desviando la mirada al techo, ocultando las tonalidades carmesíes en sus mejillas, un matiz de vulnerabilidad que apenas se vislumbraba.

Le avergonzaba la idea de haber extendido esa invitación, un acto que desafiaba sus convicciones, lejos de cualquier connotación romántica.

— ...Claro... El encierro comienza a ser tedioso. — Respondió Jard, estirándose y apartando al gato hacia una esquina de la cama.

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La hierba alta acariciaba sus rodillas mientras caminaban por el bosque tranquilo, en un silencio cómodo. El canto de los pájaros y la caricia del viento conferían una serenidad única al ambiente.

— Es sorprendente la ausencia de caminantes por aquí. — Se quitó el gorro, revelando su cabello alborotado.

— Sí... Aunque debemos permanecer alerta. — Respondió Bobo.