IV. Demigods and goddes, ¿what is happening?

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VI. Semidioses y una diosa, ¿Que está pasando?


Okey, esto me empezaba a confundiry no me gustaba, ¿quiénes eran y de que hablaban?, ¿Por qué quería llevarnos?, ¿Quien era Luke yel general?, Y por qué hablaban de un ejército y mounstros?, tanta información que no entendía hizo que me perdiera p...

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Okey, esto me empezaba a confundiry no me gustaba, ¿quiénes eran y de que hablaban?, ¿Por qué quería llevarnos?, ¿Quien era Luke yel general?, Y por qué hablaban de un ejército y mounstros?, tanta información que no entendía hizo que me perdiera por qué no me di cuenta que alguien ya nos había derribado contra el suelo.

Y de la nada salió la chica de cabello negro y corto que ví en la fiesta, ella estaba peleando con Espino, y vaya que daba miedo. Tenía algo que aprecia una lanza y un escudo, era impresionante y aterrador la manera en que ella ata caba. Y de repente Espino soltó un rugidoy comenzó a transformarse en algo realmente espeluznante

—¡Una mantícora! —dijo de repente una chica, está era rubia y también la había visto con la otra chica

—¿Quiénes son ustedes? —pregunte asustada. — ¿qué es esa cosa?

—Una mantícora —respondió Nico, jadeando—. ¡Tiene un poder de ataque de tres mil, y cinco tiradas de salvación!

Quería decirle que no era el momento para hablar de sus juegos, pero la chica rubia se abalanzó hacia nosotros tirandonos al suelo, otra vez. El doctor Espino se echo a reír viendo que los otros dos no habían podido derrotarle.

—¿Se dan cuenta de que es inútil? Es mejor que se rindan, héroes inútiles.

Entonces escuchamos un sonido fuerte y penetrante que parecía una llamada. Espino al escucharlo se paralizó

—No! —dijo Espino—. No puede...

Entonces salieron del bosque los arqueros. Eran chicas: una docena, más o menos. La más joven tendría diez años; la mayor, unos catorce, igual que yo. Iban vestidas con parkas plateadas y vaqueros, y cada una tenía un arco en las manos. Avanzaron hacia la mantícora con expresión
resuelta.

—¡Las cazadoras! —gritó la rubia

La pelinegra parecía totalmente disgustada. Una de las chicas se aproximó con el arco tenso. Era alta y grácil. A diferencia de las otras, llevaba una diadema en lo alto de su oscura cabellera, lo cual le daba todo el aspecto de una princesa persa.

—¿Permiso para matar, mi señora?

Le pregunto a otra chica que parecía ser la menor de todas, y ella no le quitaba los ojos de esa cosa.

—¡No es justo! ¡Es una interferencia directa! Va contra las Leyes Antiguas.

—No es cierto — dijo la misma chica, llevaba el pelo castaño rojizo recogido en una cola. Sus ojos, de un amarillo plateado como la luna, resultaban asombrosos.

— La caza de todas las bestias salvajes entra en mis competencias. Y tú, repugnante criatura, eres una bestia salvaje.

Miró a la chica de la diadema

𝐑𝐀𝐌É | PJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora