2. Noche Estrellada

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La resonancia de los gritos hacia algunos guardias siendo arremetidos por aquel noble y su, para nada, apacible esposa, danzó lánguida a las afueras de la cocina, tomando más fuerza, colisionando con el eco perezoso de Sanji lavando platos. Agradecía que los alaridos fuesen por caprichos banales, mas no por aquel joven al que ocultó en el cuarto de vinos.

Cuando el tumulto se detuvo y la noche se hizo presente, dispuso dirigirse al cuarto de vinos con algo de alimento en sus manos. Fue prudente en cada paso, vigilando los alrededores en busca de los dos nobles o guardias. El crujir de sus pasos resonó en el silencio, mientras la adrenalina fluía por sus venas.

En el cuarto de vinos, cerró la puerta tras de sí, evitando el fuerte chirrido que esta emitía. La penumbra del lugar, casi palpable; sólo la tenue luz de una vieja lámpara iluminaba el camino.

Al avanzar con sigilo, una escena se desplegó ante sus ojos, haciéndolo pegar un brinquito de inmediato, como si de un pequeño felino asustadizo se tratase.

Un barril se desplomó y de su interior emergió el joven maltrecho al que ayudó. Los músculos de este parecían atrofiados por el tiempo que pasó encerrado en el confinado espacio del barril, así que comenzó a frotarse los brazos, intentando devolver algo de vitalidad a sus músculos entumecidos.

—Sabía que eras tú. Gracias por ayudarme.

Escuchó atentamente sus palabras, siendo incapaz de responder, prefiriendo mantener su distancia. Dudando si el haberlo ayudado realmente traería algo bueno para él y los demás esclavos.

—Me llamo Monkey D. Luffy y estoy sólo a un paso de convertirme en el Rey de los Piratas.

Una vez más, Sanji se mantuvo en silencio, quedando sorprendido por el comentario, especialmente con la última parte, pues aquel joven no encajaba en la imagen "típica" de un pirata. Se veía inofensivo y por alguna razón, le transmitía confianza. Aquella sensación jamás la sintió, por lo que ahora su mente era un flujo constante entre creer y no creer, un total dilema.

—¿Cómo te llamas? —Consultó Luffy, acercándose y notando que el otro retrocedía, bajando la mirada— ¿Qué sucede? ¿No puedes hablar?

El gyojin negó velozmente con la cabeza. No era eso, sino más bien una costumbre que adquirió en aquel lugar. Estaba habituado a escuchar y asentir, los Nobles Mundiales raramente indagaban más allá de su nombre. Además, desde que conoció a Sonia, la idea de hacer amigos le resultaba ajena.

—Sanji —murmuró, sin apartar la mirada del suelo. Hizo una promesa, dejar atrás el apellido que le impusieron. Podría interpretarse como arrogancia, un rechazo total hacia su propia sangre, y quizás lo fuera, pero eso no le importaba.

—Sanji... bien, permíteme hacer algo con esas cosas en tus manos —sujetó las muñecas del otro, quien sintió el alma abandonar su cuerpo, anticipando una posible agresión. Cuando estuvo listo para defenderse, su postura cambió al escuchar un sutil sonido proveniente de los grilletes en sus muñecas, anulando su capacidad de explotar y arrebatarle sus manos. Una única pregunta persistió en su mente, ¿cómo logró realizar dicha hazaña sin desencadenar consecuencias? No hubo explosión—. Me llevó tiempo aprender esto, lo que hago es enviar un toque de poder, en Wano lo conocen como Ryuo, para desactivar los grilletes. Seguirás llevándolos y cuando esto concluya, podrás liberarte. Ahora, continuemos con el casco en tu cabeza.

Sanji volvió a ponerse en alerta, alejándose. No se quitaría el casco, no quería asustarlo con su apariencia... así que para desviar su atención le dio de comer, seguro de que tenía hambre. No se equivocó, tan pronto como le ofreció la comida, Luffy extendió inhumanamente sus brazos para tomarla.

Hito de Libertad「 LuSan Three-Shot 」Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon