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La noche será demasiado larga.
Difícil y dolorosa.

Taemin Lee.

— Me gustó la cita —suelto y al instante me arrepiento de ser tan estúpido.
— No fue una cita —me corrige— salimos a caminar, te llevé a una feria y te enseñé mi lugar seguro. Solo eso.
— Si claro —me dejo caer en la cama— Nada importante.
Se quita toda la ropa quedando solamente en bóxer, me volteo para intentar atrapar el sueño y no tener que ver lo maravilloso que luce cada músculo de su cuerpo. Apaga las luces de la habitación y después de unos segundos siento como se acuesta a mi lado.
— ¿Tienes frío? —pregunta. Está en el borde de la cama ni siquiera nuestros cuerpos se rozan.
— No.
— Estás temblando.
— No lo estoy.
— Si lo estás.
— Te dije que no.
— Que sí, joder.
— No estoy temblando —insisto— Ya, déjame dormir.
— Estás temblando, pero no de frío —continúa con lo mismo— Tienes miedo, ja —se burla— Lee tienes miedo de mí.
— No tengo miedo de ti.
— Sí.
— No. 
— Sí.
— Basta.
— No —ahora se niega él.
— Si —ya no entiendo el sentido de esta conversación, lo único que sé es que ninguno de los dos se va a dejar ganar.
— No.
— Sí. 
— ¿Quieres que te folle?
— Si —Joder— Digo, no. No quiero.
— Me quedo con lo primero.
«Perdí»
¿Por qué siento que gané?
Me giro a verlo. Su cabeza descansa sobre su antebrazo. El pecho le sube y le baja tranquilamente, el contraste de la tinta en su piel, junto a las luces que se filtran en la ventana es hermoso y la puta sonrisa de victoria que tiene dibujada en su rostro me dan deseos de ahogarlo con la almohada. 
Se apoya en los codos y me da el beso más tierno de todos lo que he recibido por su parte.
— Siempre y cuando tú estés cómodo —me susurra sobre mis labios.
— Vale.
— Vale ¿qué?
— Que sí quiero todo contigo —estoy enojado y no sé por qué.
— Tampoco me grites que sordo no soy.
Ya las palabras están de más entre nosotros. 
Me besa continuamente y se detiene solo para quitarme el pulóver del pijama, lo tira algún lado de la habitación y sigue con el proceso. Su lengua invade mi boca y sus manos tiran del elástico de mi pantalón.
Ahora los dos en bóxer me entran las inseguridades.
Yo estoy enfermo.
Minho luce como modelo de Calvin Klein a comparación conmigo.
Parezco un gusanito.
Rompe nuestro contacto y me mira con los ojos brillosos de lujuria. Se despoja de la única tela que lleva y toma su miembro erecto entre sus manos.
— Necesitas mojarlo para que te duela menos —mis ojos se abren amenazando con salir de órbita.
Estoy asustado.
Lo confieso. 
Arrodillado sobre el colchón y en movimientos torpes agarro su polla entre mis manos. La acaricio sin experiencia alguna, me atrevo a acercar mi boca a su inicio que palpita. Paso saliva y respiro hondo antes de abrir mi boca.
Deslizo hasta el fondo de mi garganta, me da una asqueada que dejo de lado al ver a Minho disfrutando. Me concentro en lo que hago. No tengo ni idea, pero quiero dar lo mejor de mí. 
Minho gime y me siento satisfecho por mi trabajo de principiante.

Mi polla también grita por atención, pero no sé tomar la iniciativa. Esto es vergonzoso.
Me empuja colocándome boca abajo. Besa toda mi espalda y quita mi bóxer sin dificultad alguna. Su lengua baja hasta mi agujero y mis uñas se entierran a la sábana. La remplaza con un dedo y siento como todo mi cuerpo se contrae.
Esto será doloroso.
— Te relajas o te duele el doble —da una palmada en una de mis nalgas. Se levanta, rebusca en el cajón y regresa con un condón.
— Para ti es muy fácil —digo y me ignora.
— El condón te va a ayudar —carraspea— Te va a dilatar más fácil.
Se lo coloca y se sube sobre mi cuerpo. Sus dedos húmedos entran en mi interior y me estremezco. La piel se me eriza. Uno, dos dedos, ya no tengo como saberlo. Me gusta la sensación.
Besa mi nuca y mis hombros la estela de besos calientes es incontable. No puedo creer que vaya a dar este paso.
Sus dedos abandonan mi cuerpo, ha llegado el momento lo siento. Cierro los ojos. Su polla está en mi entrada. Lo intenta lentamente y retrocede. Sigue con sus besos, caricias y jadeos.
Lo vuelve a intentar. La temperatura está subiendo. Muerdo mi labio, por sorpresa arremete con cuidado. Lo continúa intentado. El dolor se agudiza y siento como mis paredes lo reciben, adaptándose al intruso.
Con una estocada después de algunos movimientos ya está adentro, se mueve con precisión, el dolor se va aliviando, aunque continúa ahí, ya voy sintiendo el placer.
— Joder —gruñe— Estás tan apretado que siento que me voy a correr en cualquier momento.
Las arremetidas me llenan de placer, mi polla está más que dura por cada que se mueve, culpa de la fricción.
Se mueve con más prisa, su cuerpo se contrae y se libera en el preservativo. Lo quita y después de hacerle un nudo lo arroja al suelo.
Agarra mi hombro y me voltea. Su boca cae en picada, tragando cada centímetro de mi polla, lo lame y chupa a su antojo. Mis dedos se aferran a su cabello, mientras que mi derrame no tarda en llegar.
Se limpia la comisura de su labio, se lo tragó de una. Se acuesta a mi lado y me pasa una mano por arriba.
— ¿Te puedo preguntar algo? —rompo el silencio y lo intento abrazar.
— Ya lo has hecho —no se queja, así que lo envuelvo en mis brazos.
— Esta no vale.
— Bueno, pregunta —tiene los ojos cerrados.
— ¿Has buscado a ese señor o no sé..?
— ¿A mi padre? —asiento con la cabeza— En realidad sí, le pago a un hombre para que investigue sobre su paradero. 
— ¿Qué piensas hacer si lo encuentras?
— Aún no sé —se queda callado unos segundos, como si estuviera reproduciendo la conversación que tendría— Depende.
— ¿Depende de qué específicamente?
— Del estado en que este cuando lo encuentre.
— En ocasiones das miedo. 
— Deberías temerme.
— ¿Por qué? —enarco una ceja.
— La bestia te puede comer —susurra.
— Te recuerdo que acabas de comerme y sigo con vida.
— Estabas en periodo de prueba —sonríe de lado— Se acabaron los jueguitos.
Su mano toma mi cuello y termina besándome. Los dedos se aferran a mi piel que ya comienza arder. Nuevamente, estoy deseando que Minho me haga suyo, y él lo sabe perfectamente.

La Bestia (adaptación 2min)Where stories live. Discover now