18

44 9 4
                                    


Algún día lo dirás,
que equivocado estaba cuando dije eso.

Semanas después.

Taemin Lee.

Recostado en el blando colchón, miro el techo una y otra vez, pienso en lo mucho que ha cambiado mi vida en estas últimas semanas.
Estar con Minho es una de las mejores cosas que me podía pasar en la vida. Por otra parte, en ocasiones me sentía un poco mal por mentirle a mi padre. Ya las cosas se me habían salido de control.
Lo único que tenía claro es que no podía estar sin la bestia. 
Unos pequeños golpes en la ventana me sacaron de mis pensamientos, me incorporé rápidamente y era Minho.
— ¿Estás loco? — abrí la ventana y lo ayudé a entrar.
— La pregunta me ofende — se burló por lo bajo.
— ¿Qué haces aquí Minho?
— Por ti.
— ¿Para qué?
— Se me ocurren muchas cosas — dio un paso hacia mí.
— ¿Como qué?
— Por lo que veo, hoy tenemos al Lee curioso.
— Quizás — me encogí de hombros.
— Puedo empezar por esto — acaricio mi mejilla con la yema de sus dedos tan delicado que me sorprendió, pero luego bajo su mano a mi cuello y lo apretó.
«Ya había tardado»
Aún con su agarré en mi cuello estampó sus labios contra los míos y con su otra mano unió nuestras caderas.
Me soltó solo para comenzar a desvestirse con la mirada fija en mí, lo imité y me quité torpemente mi pijama quedando completamente desnudo al igual que Minho.
Me quedé embobado mirando cada parte de él, era perfecto, su oscuro cabello cubría sus ojos, su sonrisa, sus labios carnosos, su blanca piel cubierta de tinta y no hablemos de lo mucho que me ponía su polla de nada más verlo.
— Disculpa que te interrumpa de tu espasmo pero me gustaría follar a mi chico.
No pude evitar soltar una carcajada, por suerte mi padre no estaba, porque con Minho era imposible hacer silencio.
— Túmbate —ordenó, abrí los ojos como platos— he dicho que manos en la cama Tae.
Lo hice y me quedé mirando por encima de mi  hombro como caminaba por mi habitación hasta la mesita, la abrió y agarró un condón y lubricante.
Se colocó detrás de mí, dejó las cosas sobre la cama paso lentamente sus enormes manos por mi espalda,me estremecí cuando frotó mi culo, lo golpeó bastante fuerte y un gemido escapó de mi garganta.  
Se inclinó sobre mí, rozando su erección pero se retiró al instante, le gustaba jugar conmigo, hacerme sufrir.
— Minho — intenté hablar pero coló unos de sus dedos en mi apretado agujero.
— ¿Minho qué? — preguntó profundizando su acción, suficiente para que jadeara.
— Yo te necesito ahora.
Sin decir una palabra, se colocó el condón, agarró el lubricante y lo extendió sobre sus dedos, un poco en mi interior, y deslizó sobre la protección.
Agarró mi hombro mientras acomodaba su polla en mi agujero. Apretó con fuerzas y luego retrocedió lentamente. Ya no dolía como las primeras veces, ahora era placentero. Giré la cabeza y abrí la boca para succionar sus dedos.
— No tengas límite, puedo aguantarlo.
— No quiero hacerte daño —siseó entre dientes.
— No lo harás.
Se adentró por completo lentamente y luego volvía a entrar llegando al lugar correcto y mordí sus dedos por la sensación cuando alcanzo mi punto G. Hundió todo su cuerpo dentro de mi, movió sus caderas hacia adelante y hacia atrás, besando mi espalda, sus manos se abrieron camino por mi pecho, mi estómago y agarró mi polla, deslizando su dedo sobre mi punta que goteaba, lo restregó y luego se lo llevó a su boca, mientras continuaba sus arremetidas.
Apretaba mi cuerpo con sus fuertes manos, succionó, mordisqueó y lamió mi piel dejando algunas marcas
Si se trataba de ser delicado, no se podía hablar de Minho y eso me encantaba. Descubrí un lado sumiso en mí que no sabía que existía.
Mi cuerpo se tensó, mi liberación estalló sobre la cama, gemí y grité su nombre, mientras se movía dentro y fuera de mí. Disminuyó sus movimientos, paso su lengua por mi cuello y mordisqueó el lóbulo de mi oreja, eyaculando en mi interior, para luego salir abruptamente, se retiró el condón  le hizo un nudo y lo lanzó a la papelera.
— ¿Estás bien? — me hizo a un lado y se dejó caer sobre el colchón.
— Minho, estoy enfermo. No soy de cristal.
— Solo me preocupo por ti.
Mi sonrisa sé ancho enormemente, me incorporé y me recosté sobre él. El tacto de nuestros cuerpos desnudos, sudados y caliente era esquicito. Mantuvimos la mirada el uno del otro hasta que volví a decir esas dos palabras que tanto odiaba.
— Te amo.
Volteó la vista y se quedó fijo mirando al vacío.
— Lo dirás estoy seguro de que si —hablé sobre su pecho y rodeando su cuerpo con mis brazos.
— ¿Por qué tan seguro Lee?
— Porque sé que me amas.
— ¿Qué te hace pensar eso — dijo de manera juguetona mientras pasaba los dedos delicadamente por mi espalda.
— ¿Aún tienes fuerza, con todo lo que acabamos de hacer?
— Yo siempre voy a tener fuerzas Lee — curvo su boca en una media sonrisa y no pude evitar estampar mis labios contra los suyos— Tomando la iniciativa Lee — tiró de mi labio con sus dientes —me gusta — giró mi cuerpo, de manera que ahora él estaba arriba.
Se inclinó para besarme, recorrió mi mejilla, luego mi cuello y fue bajando lentamente, con pequeñas mordidas y lamidas por mi abdomen.
— ¿Creí que eras tú el cansado? — susurró al ver mi erección que era notable ya que estábamos desnudos.
— Yo nunca me voy a cansar de ti — fue lo único que dije porque la puerta se abrió.
— ¡Pero qué mierda! — gritó furioso mi padre —. Dan asco, no puedo creer que fueras capaz de esto Tae — nos señaló con desprecio.
— Papá por favor déjame explicarte — dije entre lágrimas colocándome mi bóxer.
— No hay nada que explicar, mi hijo es un puto marica — escupió con desprecio.
— Y mi suegro es un puto homofóbico — contraatacó Minho empeorando la situación, recogiendo la ropa del suelo.
— ¿Tu tía sabe esto?
— Mi tía no me juzga por mis preferencias sexuales, pero si la pregunta es ¿Sabe ella lo de Tae? Sí, sabe que él es importante para mí.
— Soy un estúpido creyendo todo el tiempo que estaban forjando una relación de hermanos — se dio algunos golpes en la cabeza.
— Estabas tan concentrado en meterte en la falda de mi tía que no te diste cuenta de todo lo que pasaba a tu alrededor.
— ¡Cállate Minho! — para mi sorpresa y la de todos está vez fui yo quien hablé fuerte y claro.
— Es la verdad —reprochó Minho.
— Papá soy gay.
— Tú no eres gay Tae, fue este imbécil que te confundió.
Los nudillos de Minho estaban blanco de la presión, su respiración estaba acelerada y era visible como todo sus músculos estaban tensos.
— Minho —le jale del hombro—, vete, luego te llamo.
— Ok — se inclinó para besarme pero le detuve, mi padre resopló. 
Terminó de recoger todas sus cosas y se largó tirando la puerta con muchas fuerzas.
— ¡¿Me puedes decir cómo carajo comenzó toda esta mierda?!
— Sucedió, no lo sé. Cuando me di cuenta ya estaba enamorado de él y él de mí.
— Cállate Tae, que no voy a aceptar que mi único hijo sea gay.
— Si lo vas a aceptar — le grité— porque ya no soy un niño al que le puedas decir lo que está bien y lo que no. Te recuerdo que estoy enfermo y pude que no tenga todo el tiempo de este mundo para disfrutar mi vida, por eso voy a vivir el momento ahora que puedo.
— Lo único que quieres es llamar la atención y fingir el papel de valiente y tú no eres así — alzó aún más la voz.
— Lo siento papá por no cumplir tus expectativas pero tú tampoco eres ni el padre ni el esposo del año — eso último lo dije sin pensar y me sentí culpable.
— Me has decepcionado Taemin.
Te diría que fue lo que ocurrió después pero no recuerdo, caí desplomado al suelo, sentí un dolor muy fuerte en mi cabeza y luego todo era oscuro.

La Bestia (adaptación 2min)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora