Lazos entre magia y legado

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Anotaciones de Diana Martínez, noviembre de 1990

Algo nuevo: el vestido blanco que conseguí en un perchero de un local de la calle Santa Fe, en una de sus tantas galerías. Su falda de capas de tul llega justo por debajo de mis rodillas. No tiene mucho adorno ni volumen. Es algo sencillito que nunca estuvo destinado a vestir a una novia.

Algo azul: el dije de lapislázuli que tiene la cadena de oro blanco que voy a ponerme. Se supone que esa piedra ayude a relajarme y calmar mis nervios. Espero que me llene de paz cuando lleguemos ante el juez en el civil, porque la ansiedad de los últimos días no la pudieron controlar los litros de té de manzanilla que estuve tomando.

Algo prestado: la cadenita que voy a llevar en mi cuello mañana. Me la prestó mi compañera de trabajo, Rosita. Es una de las pocas que va a estar presente en la ceremonia. Algo chiquito, organizado para unos pocos amigos y familiares. Y la mayoría de ellos vienen del lado de Gustavo.

Algo viejo: la diadema que usó mamá en su boda y que mantuvimos guardada en una caja acolchada, dentro del cajón especial de uno de los roperos. Su valor económico es prácticamente nulo, pero es lo único que tengo para llevarla a ella presente.

Eso y un ritual muy simple que dejó anotado en un margen. Pasaba desapercibido entre las apretujadas líneas de esa página y las huellas de té derramado sobre esa hoja. Cuando Gustavo me vio preparando el mejunje que iba a usar, lo miré con una sonrisita cómplice y le dije que era un viejo remedio de la familia. Gus no hizo más preguntas al respecto. Me sonrió también, tan tranquilo como siempre. Tan confiado como siempre.

Hasta Fellini está de buen humor. Por estos días, no se la pasa rezongando por los rincones. Trata de mantener a Antonio a raya cuando Gus no está en la casa y se encarga de devolverme un poco de cordura entre tanto trajín. Quién diría que planear un casamiento para unas quince personas sería semejante lío.


Para los días importantes y los inicios prósperos


Ingredientes

Una ramita de canela purificada durante la luna nueva

Una cucharada de miel pura de abejas

Tres gotas de limón recién exprimido

Una cucharadita de té negro en hebras, purificado durante la luna llena

Tres pétalos de rosa blanca, cosechadas durante la luna nueva

Agua purificada el primer día del mes, durante la mañana

Una vela blanca de cera de abeja


Procedimiento

En un tazón de loza, colocar el agua y la ramita de canela. Poner al fuego y dejar calentar. Cuando esté cerca del punto de hervor, añadir el té negro y los pétalos de rosa. Una vez hierva, apartar del fuego. Dejar reposar hasta que la temperatura permita dar sorbos sin quemarse. Colar y servir en una taza de cerámica blanca. Colocar la miel y el limón.

Antes de beber el té, escribir en un papel nuestro deseo y prender la vela. Mientras se consume la bebida, quemar el papel a la voz de "el pasado dejo, este comienzo abrazo".

Guía para la bruja moderna en apuros [Hexes #1.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora