Verano 1995: Sirius

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Well, my friends are gone and my hair is grey
I ache in the places where I used to play

And I'm crazy for love.

 But I'm not coming on.
I'm just paying my rent every day in the Tower of Song.


Sirius se sentó acurrucado en el sofá, sus brazos alrededor de sus piernas. Estaba viendo la televisión. Era una extraña invención muggle, se parecía un poco a los cines a los que había ido en su juventud, solo que más pequeño... oh no, oh no... eso le recordó a James. A aquel verano en el que habían ido a ver la misma película todos los días y habían conocido a esas chicas muggles. ¿Había sido durante el verano? ¿O Navidad? Quizá había estado lloviendo y alguien lo golpeó. ¿James o Remus? Seguramente Remus; James nunca había sido violento, incluso cuando Sirius realmente se lo merecía.

Sirius cerró los ojos para ahogar las voces frías y crueles en su cabeza que querían arrastrarlo al pasado, a sus peores momentos. Pensó que podría quizá experimentar algo emocionante por primera vez, pero cuando abrió los ojos de nuevo, todo lo que vio fue la sala de estar y la caja muggle que hablaba tontamente.

Era su sala de estar. O lo había sido, una vez. Se veía diferente, aunque Sirius tenía dificultades para determinar si es que estaba diferente o simplemente la recordaba mal. Las paredes no habían sido repintadas, la chimenea estaba allí. Ya no apestaba a ceniza de cigarrillo, pero todavía había una marca de quemadura en la alfombra debajo del alféizar de la ventana, ¿había estado allí antes? ¿O había sucedido en los años intermedios?

La televisión era el peor cambio; el más notable. Sirius tenía un fuerte recuerdo de haber discutido en contra de tener uno, hace mucho tiempo. Cajas de luz muggle ruidosas y feas. Todavía pensaba que era horrible, pero de alguna manera no podía dejar de verla. Lo distraía. Era un descanso de sus pensamientos; de los recuerdos.

Había pasado demasiado de su vida recordando. Dando vueltas a los acontecimientos, a los errores y a las conversaciones medio entendidas. Examinando todo una y otra vez, hasta que todo en su cabeza se soltó en pequeños fragmentos, sin estructura ni narrativa. No quería sentarse a pensar más. Quería actuar. Quería hacer algo. Pero nadie se lo permitía.

Resopló, cambiando de posición, apretando su agarre en el brazo del sofá. Remus había sido invitado a una reunión y le habían dicho a Sirius que se quedara en casa con el muggle. Hubiera estado bien si hubiera ido como Padfoot, sabía que lo hubiera estado, pero nadie lo escuchaba, jamás. Lo estaban tratando como a un cañón suelto, como a alguien que necesita ser contenido. Como si no hubiera pasado todo un año solo, cuidándose a sí mismo, sin la ayuda de nadie.

No iba a ser tratado como a un niño. No lo iba a permitir. ¿No se había ganado su lugar?

Pero Moony... Remus, le había dado a Sirius esa mirada suplicante y dolorida, y eso lo hizo callar. Odiaba hacer que Remus se sintiera incómodo, le preocupaba pensar que nunca mejoraría. Sabía que no estaba bien de la cabeza, sabía que estaba haciendo las cosas mal y que no era él mismo. Pero Sirius había esperado que un año fuera suficiente. Estaba fuera, ahora, era libre, todos los que importaban finalmente sabían la verdad. Debería marcar la diferencia. Debería ser normal de nuevo, a estas alturas.

Remus no estaba ayudando, pensó Sirius, sombríamente. ¿Cómo podría él despejar su cabeza, cuando todo era tan extraño? Cuando Remus, el único amigo que le quedaba, apenas podía mirarlo sin hacer una mueca de dolor, apenas podía hablar con él sin desvanecerse, apartando la mirada después. Y el novio. Sirius se preguntó qué tan rápido había sucedido, qué tan pronto el muggle se había abierto camino hacia él. Infectando a Remus con su mundanidad; haciendo a su Moony tranquilo y cauteloso. Nada menos que un muggle, o peor.

All The Young Dudes (Libro 3)Where stories live. Discover now