1 // Huesos frágiles // 1

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El teléfono suena una vez, pero nadie contesta. Yo sigo jugando con los pinchos y pins de mi chaqueta.

El teléfono suena por segunda vez, nadie contesta todavía.

Dejando los accesorios en paz, decido mirar para adelante, encontrandome con la cara irritada del señor Damocles.

El teléfono suena por tercera vez, siguen sin contestar. La paciencia de mi director se termina rápidamente, haciendo que cuelgue la llamada.

Yo continúo mirándolo fijamente, con una expresión aburrida, pero de cierta forma decepcionada, en mi rostro.

El me devuelve la mirada, consumido por su ira repentina.

—¡Esto es inaceptable! ¿Acaso a tus padres no les importas?

Me sostengo el mentón con la mano por unos segundos, simulando pensar en mi respuesta.

—No.

Silencio llena la habitación ante mi simple contestación, a lo cual el señor Damocles, dirigido por su propia impulsividad, me grita que me largue.

—¡Salga de mi oficina! Está suspendido por una semana entera. —yo alzo la mano, mostrándole un pulgar para arriba en respuesta.

Esto es exactamente lo que quería... más o menos. Habría sido lindo que a mis padres les importara un poco lo que me pasa, tampoco es como que hice que me suspendieran para nada.

Seguro deben estar muy ocupados con el pastel de cumpleaños para mi gemela. Así es, sólo para ella, a mi no me toca pastel.

Levantándome de mi asiento, tomo mi mochila y me la cuelgo en un hombro, saliendo del cuarto con cierta lentitud.

No tengo ganas de volver a casa, simplemente para encontrármelos a ellos.

Camino a través del pasillo de la escuela con pereza, poniéndome los anteojos de sol arriba de la cabeza para ver mejor y no tropezarme, para después ajustarme los guantes sin dedos que tengo en las manos.

Mi estilo de ropa se podría considerar una clase de punk, aunque a mí no me gustan tanto las etiquetas. Mi objetivo es hacer ruido, llamar la atención. Por lo contrario, no es porque tenga algún tipo de mensaje que dar, al menos no todavía, simplemente carezco de atención en mi casa.

Por si no sé notaba hasta ahora, yo no soy el hijo favorito, todo lo contrario. Hasta parece que no existo a veces. Lo cual dentro de todo tiene sus ventajas, pero no las suficientes en mi opinión.

Caminando a través del pasillo de la escuela como si fuera dueño del lugar, parezco un idiota, pero ese es el punto.

Me despeino un poco el pelo con las manos, aparentando ser mucho más desorganizado de lo que soy.

Dirigiéndome a las escaleras, doy pasos lentos y despreocupados, no queriendo apresurar mi regreso a casa.

Miro para abajo, no queriendo tropezarme con los escalones sin querer. Cuando, de repente, siento un empujón en mi costado.

—Haste a un lado, idiota. —una voz murmura al lado mío.

Yo, en respuesta, suelto el grito más fuerte de toda mi vida mientras caigo para adelante.

Me golpeo con todos y cada uno de los escalones, causandome moretones en diferentes partes de mi cuerpo a la par que voy soltando quejidos.

Al golpear el suelo de una vez, siento como la vista se me nubla y empiezo a perder la conciencia mientras los oídos me zumban.

Lo último que veo antes de perder el conocimiento completamente es la figura borrosa de alguien bajando por las escaleras apresuradamente. Seguramente la persona que me empujó no esperaba que me cayera para adelante.

Oblivious [Miraculous x Male!OC] Where stories live. Discover now