2 // Bichito // 2

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Al final lo del fisioterapeuta terminó siendo todo una estafa, diciéndome que me podía convertir en un superheroe y quién sabe que más, así que me fui de ahí lo más rápido que pude.

Eso sí, no sin antes que me tiren una cajita de madera oscura a la cabeza.

Juego con la caja hexagonal en mis manos en mi camino a casa, caminando despacio debido a que el supuesto profesional no quiso hacer su trabajo.

Camino por el centro de la ciudad, aproximándome a la panadería en donde vivo cada vez más hasta que estoy en frente de ella.

Abriendo la puerta bruscamente, entro sin preocuparme por hacer mucho ruido, me desplazo hasta la sala de estar y me desplomo en el sofá.

Tiro la cajita al aire y la vuelvo a atrapar, haciendo que me duelan las manos levemente por sus puntas afiladas.

Cuando inevitablemente la caja se abre por accidente.

Una luz deslumbrante llena la habitación, haciendo que me tenga que cubrir los ojos con las manos, soltando la cajita al piso.

Tardo en recuperar la visión, teniendo que pestañar varias veces para volver a acostumbrarme.

Ya una vez que la recupero, logro ver el causante de tanto alboroto.

Flotando en frente mío, hay una especie de bicho que parece un cuervo, pero definitivamente no es uno. Es muy pequeño, su plumaje es negro y sus ojos son del mismo color.

Fuera de instinto, mi cuerpo decide agarrar un libro que está en la mesa en frente del sillón y golpea al bicho con el mismo, lanzandolo contra la pared.

Me levanto lo más rápido que puedo y me voy a fijar si la criatura sigue viva o no.

Sus quejidos de dolor confirman mis dudas, causando que me tranquilice. La agarro con la punta de mis dedos, alzandola en el aire.

Esto parece devolverle la conciencia, mirandome con los ojos bien abiertos.

—¿Por qué mierda hiciste eso...? —me pregunta con un tono de voz incrédulo, observandome directamente a los ojos.

—¿Perdón? —es lo único que puedo soltar antes de que el bicho salga volando fuera de mi vista indignado.

Me paso toda la tarde buscándolo alrededor de la casa, fijándome en cada rincón del lugar.

Abajo del mismo sillón, adentro de los armarios, de las repisas, escondido en alguna caja de por ahí.

Pero pasan los días y todavía no lo encuentro, hasta que llega el verano.

Ha pasado mucho tiempo, casi me he olvidado del accidente, pensando que ha sido un efecto de las drogas que puso el supuesto fisioterapeuta en el té.

Ya hasta puedo subir las escaleras a mi habitación, queda poco para que empiecen las clases.

Yo, en este mismo momento, estoy en la cocina, apunto de desayunar. Mis padres están abajo en la panadería trabajando y mi hermana sigue dormida.

Sentándome en la encimera, miro para el costado para abrir la puerta de la alacena con pereza.

Pero con lo único que me encuentro es con la cara aterrada del bicho que me encontré hace ya unos meses.

—¿Qué haces comiéndote mis uvas, hijo de puta? —es lo único que me importa por el momento.

La cara de la criatura pasa de terror a incredulidad una vez más, tragándose la uva que tiene en la boca sin decir nada en respuesta.

Un silencio incómodo llena la habitación, haciendo que suelte un suspiro, rindiendome.

Oblivious [Miraculous x Male!OC] Where stories live. Discover now