3 // Qué linda es la extorsión // 3

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Camino por las calles de la ciudad del amor sin preocupación alguna. Paso tras paso, me voy alejando cada vez más de lo que se le podría llamar mi hogar. Mi destino no está claro, ni siquiera para mi mismo, pero tengo una idea en mente.

Pasando por al lado de varios negocios, cada uno único a su manera, ninguno de ellos me llama la atención tanto como el que tengo en frente.

—Sala de masajes del Maestro Fu. —exclamo en un susurro, claramente enfadado.

La puerta se abre de golpe gracias a la patada que le doy a la madera, revelando la cara emocionada del "maestro" a menos de un metro de la mía.

Sin siquiera darle tiempo para saludarme, paso por al lado suyo, su hombro chocando bruscamente contra el mío, y me siento en uno de los almohadones que tiene esparcidos por el suelo.

El anciano corre para sentarse frente a mí— Te ves bien. —me regala un cumplido aún y cuando ni siquiera puede ver mis ojos.

Tengo la mitad de la cara tapada con una campera vieja que encontré al fondo de mi armario, haciendo que sea imposible que alguien pueda ver lo que tengo puesto debajo.

—Escúchame, viejo. —empiezo a hablar, agarrando el borde de la capucha— ¿Me podes explicar como mierda me puedo sacar esto?

La capucha reposa sobre mi espalda, dejando mi rostro expuesto. Poco después, me saco el abrigo por completo, tirandolo al suelo con fuerza.

Alrededor de mi cuerpo hay un conjunto de ropa bastante peculiar. Una máscara con plumas en cada extremo, guantes que hacen parecer que tengo garras en lugar de uñas comunes, un traje entero de latex que abraza mi cuerpo completamente y botas altas negras con detalles dorados, tal y como el resto del conjunto.

—Veo que ya conociste a Korr. —contesta el idiota de forma risueña, sus ojos cerrándose mientras pequeñas risas escapan de su boca.

—¿Por qué mierda soy rubio? —pregunto yo, refiriéndome a mi nuevo color de pelo y peinado, los cuales cambiaron a la par de mis irises, las cuales se volvieron completamente negras.

Más risitas pasan a través de los labios del de cabello gris, causando que mi irritamiento crezca y que actúe de manera imprudente.

—... —el anciano parece quedar atónito ante tal puñetazo estrellándose contra su cachete izquierdo, dejándolo sin palabras momentáneamente.

Aprovechando el momento para seguir con mi aparente monólogo, continúo quejándome de mi apariencia actual, la cual, para ser sincero, no es tan desagradable como solía pensar.

Quizás ya me he acostumbrado con el paso del tiempo, pero de todas formas necesito que el asunto se arregle, después de todo, apenas y me quedan cinco días para volver a la escuela.

—Mira, más te vale que me expliques cómo mierda me puedo sacar esto en los siguientes diez minutos o te voy a romper la cara, ¿me escuchaste viejo?

Levantando la mirada, el supuesto maestro me mira confundido—... no, perdón. ¿Qué dijiste? —pregunta mientras se sirve una taza de algún té del cual desconozco el nombre.

Mi paciencia está en su mayor límite en este momento. Lo único que me detiene de quebrarle la cara a este viejo es el dato de que, primero que nada, no quiero que me denuncien, y segundo, todavía hay una probabilidad de que sea un brujo y tampoco quiero que me lancen una maldición.

Dejando escapar un suspiro lleno de frustración de entre mis labios, saco ciertos lentes oscuros de la chaqueta que apareció mágicamente junto al resto del traje.

Me los apoyo sobre el dorso de la nariz y sigo quejándome, pero esta vez más tranquilamente— Escúchame. —él parece obedecer a mi pedido esta vez, agitando la cabeza de arriba a abajo levemente— Nada más quiero saber cómo sacarme esta cosa.

—Bueno. —yo continúo mirándolo de forma impaciente, esperando a que continúe— Pero con una condición. —me cago en todo.

—¿Cuál? —es lo que cuestiono en respuesta, no muy animado ante dicha oferta.

Su sonrisa se expande abismalmente a la vez que comienza su explicación. Explicación la cual fue bastante confusa y complicada, dejándome con solamente dos cosas claras.

Lo primero es que tengo que detener a un criminal. Si me gusta, ¡perfecto!, puedo conservar mi miraculous, y si no, se lo tendré que devolver y olvidarme de todo lo que ha pasado hasta ahora. No importa si me gusta o no, él me prometió que me dirá como quitarme el traje.

Y segundo, el bicho mágico está dentro de mi cuerpo y no podrá salir hasta que me quite dicho traje.

Qué lindo. Básicamente, no tengo opción, voy a tener que pelear contra un criminal sí o sí.

Cosa la cual no me intimida demasiado, después de todo, esta no sería la primera vez que peleo contra algún idiota.

Lo que sí me molesta es el no tener opción, el que técnicamente me esté extorsionando para que haga su fantasía de jugar a los superheroes una realidad.

Cualquiera que lo mirara en la calle pensaría que es un anciano amable y dulce, pero no, es un tremendo hijo de-

—¿Y? —pregunta el viejo con una sonrisa llena de emoción, ofreciéndome una de sus tazas rellenas del líquido dulce.

Mirándolo fijamente, completamente incrédulo ante la situación, trago saliva y acepto con la cabeza.

Tomando un sorbo del té, el cual parece ser de manzanilla, lo sigo observando a través de mis anteojos al mismo tiempo que emito las siguientes palabras.

—Espero que sufras una muerte lenta y dolorosa en los próximos días.

Lo único que recibo en respuesta es una carcajada. Qué sorpresa.

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⏰ Last updated: Apr 08 ⏰

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Oblivious [Miraculous x Male!OC] Where stories live. Discover now