VIII.

153 26 2
                                    

—¿A dónde vamos? No has dicho nada desde que salimos de la escuela.— habló Yeosang en tono neutral. Hacía varios minutos que sus ganas de llorar habían desaparecido, ya fuese porque se había distraído mientras caminaba, o porque estaba preocupado mientras seguía siendo jalado del brazo por parte de su amigo.

—Ya estamos cerca.— respondió Jongho, quien estaba más concentrado en no perderse, que en su amigo en ese momento.

Caminaron cerca de dos horas, adentrándose en lo que era un, cada vez más denso, bosque.

—Ahí es.— dijo Jongho un poco más animado, mientras señalaba una pequeña cabaña que se encontraba no muy lejos de ellos.

Apuraron el paso para llegar más rápido.

Se notaba que el lugar había estado abandonado durante mucho tiempo, pues su alrededor se veía descuidado. La cadena y el candado oxidados en la puerta, también eran un claro indicio de que el tiempo no había pasado en vano.

—¿Qué es este lugar?— El mayor estaba intrigado.

El castaño movió un pedazo de tronco que se encontraba a un costado de la entrada, que en el pasado tenía una pequeña maceta con una planta, pero actualmente estaba rota, por lo que tuvo cuidado con los restos de cerámica que aún se encontraban por ahí. Sacó de debajo una llave, que tampoco se veía en el mejor estado, esto se volvió más evidente cuando, al tratar de usarla para abrir, esta se quebró.

—Jongho, ¿vas a decirme qué estamos haciendo aquí?— preguntó el mayor.

—Cuando era pequeño y estaba triste, mi hermano me traía a este lugar para que pudiera llorar...— Hablaba el castaño, mientras comenzaba a tirar con fuerza de la cadena. —Pasábamos horas aquí, hasta que me quedaba dormido, supongo que era por que el lugar es bastante silencioso.

—Y tétrico.— agregó Yeosang y Jongho soltó una pequeña risa, mientras seguía forcejeando con la cadena. —¿Qué era lo que te ponía triste?

—¿Eh?

—Cuando eras niño, ¿Qué era lo que te ponía tan triste? ¿Por qué llorabas?— insistió intrigado el mayor.

El castaño soltó un pequeño suspiro, pues, a pesar de sentir una inusual confianza en su amigo, no le gustaba tocar el tema de su familia. Aún así, decidió hablar. —Mis padres son un poco estrictos conmigo, sobre todo mi papá. A veces... No le he dicho esto a nadie, pero...— Dejó por un momento la cadena y se levantó para ver a Yeosang a la cara con pesar. —Cuando me frustraba o me enojaba, comenzaba a lastimarme a mí mismo; me rascaba muy fuerte en los brazoso las piernas, algunas veces hasta sangrar, pero a nadie parecía importarle, a excepción de Yunho.— se dibujó una nostálgica sonrisa en su rostro. —Él me decía que estaba bien que llorara si tenía ganas de hacerlo, pero a mí nunca me ha gustado que me vieran hacerlo, así que me traía aquí para que lo hiciera.

—Parece demasiada presión para un niño. Debió ser muy duro para ti.— Comentó Yeosang, quien dedicaba una mirada empática al castaño.

La cadena finalmente cedió, por lo que Jongho por fin pudo abrir la puerta. —Con el tiempo me acostumbré a lidiar con todo eso, aunque últimamente se ha vuelto aún peor.— Continuó, para después entrar a la cabaña, observando que la cantidad de polvo no era tanta como él esperaba.

—¿Por qué lo dices?— preguntó el mayor, entrando detrás de su amigo para apreciar el pequeño lugar, aunque realmente no había mucho para hacerlo, pues no era más que un espacio cuadrado, donde se podían apreciar una puerta, un sofá cubierto por una sábana y una pequeña chimenea.

Jongho caminó hacia el pequeño sofá y continuó hablando. —Mi hermano, Yunho, es gay...— Yeosang lo miró con sorpresa, expectante a lo que diría después. —A mí eso no me importa en lo más mínimo, no cambia el hecho de que sea mi hermano y la persona más importante para mí en este mundo, pero, para mis padres fue la peor tragedia que les pudo haber pasado. Incluso he escuchado decir a mi padre que es una especie de aberración biológica. Cómo odio que diga esas cosas sobre él.— Siguió Jongho, al mismo tiempo en que quitó la sábana de el sofá, después lo sacudió un poco, se sentó e invitó a su amigo a sentarse junto a él, dando golpecitos en el asiento a su lado, después, apoyó sus codos sobre sus piernas. —Desde entonces, ellos prácticamente lo desecharon como su hijo, así que fijaron toda su "atención" sobre mí.—Nuevamente soltó un pesado suspiro. —Es un asco y a veces me siento muy cansado.

Still Here - JongSangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora