Capitulo 36

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ESPECIAL CALENDARIO DE ADVIENTO. DIA 3

Una joven mujer con un ramo de rosas en las manos, se deslizaba con renuencia sobre las veredas del bosque que conformaban el cementerio de Mystic Falls, el ruido de sus pasos contra la maleza acompañado con el estridente canto de las cigarras, ocultas en las ramas de los árboles, se añadía en una perfecta sinfonía, con la hueca mirada de Elena. En una absurda distracción ante su destino, dejó que la tintineante luz de las luciérnagas, guiaran su camino, deteniéndose en repetidas ocasiones, cuando estas se apagaban. Ralentizando lo inevitable.

Un fuerte viento hizo revolotear su cabello estampándolo sobre su rostro, cegándola por un instante. Los ojos de Elena se agrandaron al contemplar el claro. Un jadeo estrangulado broto de su garganta. Su labio inferior tembló. Su rostro se contrajo ante el dolor en su corazón. A lo lejos, entre un grupo de árboles, residía una pulcra lápida de mármol blanco, desconcertante ante las descoloridas y maltrechas lápidas a su alrededor.

Con premura caminó hacia la lápida. Deteniéndose de golpe delante de ella.

—"Hermano y amigo" —citó Elena— ¿Qué imbécil puso eso?

Elena dejó caer su cuerpo, en un sordo ruido.

—Me rindo Jer. Por ti en verdad quería matarla. Pero... no sirve. Stefan tiene razón, es solo una simple distracción y...

Estrujó las flores entre sus manos. Con una sobre saltante ira, las estrelló en repetidas ocasiones contra la lápida, desojando las rosas, para después soltar las ramas al suelo.

—Ya no puedo.

Elena estrelló sus manos contra su rostro, tratando de parar las lágrimas.

—Es inútil hacerlo. Es inútil. Yo... soy inútil. —exclamó—. No puedo avanzar. No puedo hacerlo. Si soy débil por eso, entonces, ¡bien! lo seré. Pero, no puedo con esto. No puedo con tu muerte. Tu ausencia me carcome. —miró hacia la lápida—. No quiero sentirme así, lo siento. No quiero extrañarte.

Una conocida voz, hablo detrás de ella.

—Hola amiga.

Elena se levantó de golpe, tomando una expresión fría se volvió hacia el vampiro. Enfrentándolo con la mirada. Kol inclinó la cabeza, observando la lápida detrás de Elena con expresión divertida.

—Lamento mucho su muerte. Ahora estamos solo tú y yo. —desplazó su vista hacia Elena—. Deja de llorar, pronto te reuniré con él. Ya no habrá más por que sufrir.

Elena se abalanzó sobre Kol. Soltando una risita, Kol tomó la garganta de Elena, estrujando su tráquea. La golpeó debajo de las costillas con su puño. Elena se agarró de los hombros de Kol ante el golpe. Con una expresión de asco al ser tocado, Kol la aventó. Elena trastabilló, un puñetazo impactó en su rostro, mandándola al suelo. Al caer, su cabeza estrelló contra la lápida de su hermano, abriéndole la cabeza. Elena gimió de dolor, la lenta curación en su cuerpo causó un insoportable entumecimiento en sus heridas.

—¿No es lo que extrañabas? —exclamó Kol dándole una patada, mandando el cuerpo de Elena hacia un árbol, el cual crujió ante el impacto—. Dos personas conectando.

Elena intentó levantarse, pero es detenida a mitad de camino cuando un nuevo golpe impactó en su rostro, derrumbándola de nuevo contra el suelo.

—El otro lado es solitario. —continuó. Parecía mirar hacia los árboles, pero su mirada era vaga.

Elena se mantuvo en el suelo, inmóvil, escuchando a lo lejos la voz de Kol, amortiguada por el zumbido en sus oídos. Había decidido rendirse, Elena no podría darle pelea, no con sus heridas, y su falta de ingesta de sangre, la volvía más débil ante Kol. Kol, al no sentirse escuchado tomó el rostro de Elena con rudeza, obligándola a mirarlo.

Minima Consequatur (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora